Tercetos encadenados

Hoy me siento acabada,
la lluvia me ha calado hasta los huesos
y el alma me ha dejado medio helada.​

 

Yo sí quisiera echarme
en una hamaca de hilo por la playa,
después de un chapuzón, para secarme.
​

 

Se pasa de la raya
al llamarme el Señor de los Eunucos,
y a mi protuberancia la soslaya.​

 

Los hacían eunucos
a los niños cantantes Farinelli,
conservaban su voz con feos trucos.

 

Los mismos trucos que con Farinelli
emplean malas gentes con los niños
pobres, en la ciudad de Nueva Dehli.​

 

Preparé los aliños
para las ensaladas de la cena,
y de postre he frito unos pestiños.​

 

Bailé La Macarena
con gracia y el donaire de elefante.
No soy materia del ballet de Viena.
​

 

El Padre Tiempo humecta
de tanto en tanto mis pupilas secas.
La vida, ya sabemos, no es perfecta.​

 

Cada vez que tus pecas
veo asomarse por la mascarilla
desearía besarte las muñecas.
​

 

Envidiosa, se humilla
la Muerte al intentar romper los lazos
que nos unen ¡Qué horrible pesadilla!​

 

Es época de abrazos,
de regalos y mucha algarabía,
mas en México aumentan los balazos.​

 

Tienes artillería
como para poder desproteger
mi corazón del don de tu falsía.
​

 

Tu quisiste torcer
de nuestra relación el fundamento,
yo solo quise amarte sin temer.​

 

Me detengo un momento,
pienso en las grandes dichas de la vida
y no puedo evitar estar contento.​

 

Nunca es cuestión de suerte
el éxito si es duradero, amigo,
aunque pocos consigan entenderte.​

 

Me gusta estar contigo
aunque a veces estemos tan callados
y dejemos correr el tiempo amigo.​

 

Le pregunto a los Hados
si de mí compasión tendrán un día,
dejando de mostrarse desalmados.​

 

Eran supersticiones.
Hados, Gremlins y el Grinch eran productos
de mi estado febril sin contenciones.​

 

Gracias por apuntarlo, Pi. Tenía a "superchería" en lugar de "supersticiones" y luego usé la palabra que más me gustaba en lugar de la que rimaba.

 

Te confieso mi anhelo
quiero recuperar fe y esperanza
para encontrar mi paz y mi consuelo.​

 

Siento gran añoranza
de asistir a saraos con pareja
ahí juntos gozábamos la danza.

​

 

De un tal Van Gogh, la oreja
se busca sin cesar entre su historia.
El amor loco se desaconseja.​

 

Se llama “Los despojos”
aquel tango de Sanguinetti y Dames.
Cuenta de un viejo amor y sus rastrojos.​

 

Me dijiste, cuando ames
tendrás el suave néctar, la ambrosía,
y también los dolores más infames.​