Pan de escribir

Son los años recuerdos cuando llegamos a viejos
que nos hacen pasar los ratos entre buenos y malos,
recordando pasados, repasando momentos,
y vivimos muriendo en el mar del destino
sin que llegue a alcanzarnos esa muerte camino.

Esperando, esperando a la ausente
voluntad de vivir, sin el ánimo fuerte,
con la soga apretando; y en el alma algún mimo
aún nos hace reír, sobre el monte sin diente,
sobre el río del fin, que nos habla de aguas y limos,
y nos sacia con pan de escribir.

 

Verdad que sí. Me recuerda tu poema al escritor Hermann Broch, uno de los pilares literarios de la época post austrohúngara, cuando afirmaba que cuanto escribimos tiene su fuente en los primeros años de la vida (tú lo afirmas en tu poema) y que en la etapa de la vejez, volvemos hacia allá. ¡Cuánto placer se encuentra en esos recuerdos! Son los latidos más fuertes. La intelectualidad conduce al hombre por el sendero de la observación y análisis de lo que percibe de la vida, y ve la vida desnuda, descarnada. Bendita sea la acefalía, que no trae efectos de repudio al fenómeno de la existencia por sus crueles procesos. Al que, solo la literatura, vuelve digerible.
Ya no le sigo amigo. Qué su lector se interne entre sus versos y mire lo que su capacidad de análisis y comprensión le permita mirar.
Felicitaciones por el poema.

 

Debe usted tener razón en todo lo que dice, y sobre todo tan bien dicho. Yo no escribo lo que quiero, sino que lo que quiero y quise escribe por mí... Volver hacia atrás es volver a nacer en una segunda oportunidad que da la experiencia de haber vivido... ¿Habrá mayor felicidad cuando el sentir del escrito atrae presencias que lo entienden así?

Un gran abrazo