La farola que ciega

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La farola que ciega


Enangel, synalar,
suniderma, adventan;
filetes de anchoa,
mantequilla hacendado,
leche pascual.

Brotes germinados,
mermelada de fresa,
arroz de hace dos días,
plátanos, aceituna gazpacha,
maíz dulce en grano… y sandía.

La mochila de Mario
sobre la escalera pequeña;
las tortugas a la izquierda
junto al comedero de la perra.

Ahí fuera, junto al árbol frondoso,
de hojas tiernas, y otras secas,
la farola que alumbra,
la farola que ciega.

En la casa hay silencio…
Es de noche, y no quiera,
mirar a la luna
que me guiña algún ojo,
y me enseña blancuras
alumbrando de veras.

Las pomadas primeras,
locuras lo curan;
yo pasé del ungüento,
me quedé en la cancela,
sin entrar en más cuentos
del aceite en las muelas.

Y en la luz hacia el viento,
era un alma, un alma que vuela,
que alumbraba farola,
la farola que ciega,
el fragor de la luna
en la noche que niega.​

 

Aplausos, estrellas y reputación.

 

Sólo puedo decirte que gracias, y gracias... me has emocionado. Decirte que lo escribí en la madrugada de ayer estando en la cocina, y junto a la ventana que da a la farola. Un fuerte abrazo

 

Maravilla de trabajo excelente.