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Viendo entradas en la categoría: Rescatados de la basura

  • Pedro Olvera
    Cuánto de piel se arraiga en las caricias,
    cuánta ternura se metaboliza en las manos,
    cuánto de aire y cuánto de sangre se quema al tocarte
    cuánto de bosque y cuánto de paloma
    pierdo en un espasmo.

    Todo es una ciega palpación de reconocimiento:
    eres otra y yo soy de tus ojos casi sin verlos.
    Todo asciende, todo crece con la sombra.
    La espuma de mis labios te llega al cuello,
    el hueco en tu garganta hace olas.
    Nos ahogamos en nombres de eclipses,
    salimos a flote montados en la misma boca.

    Porque somos boca, orillas inabarcables, marisma,
    veredas deliciosas, gelatina de encajes,
    zumo de aliento pasmado de cerezas, tierra viva.
    Nos escarbamos con las uñas, palada tras palada.
    Me entierro en epicentros, cráteres, corolarios;
    te desmadejas en relojes, perillas, decibeles.
    Nos buscamos en puntos cardinales
    que ignoren abecedarios, cielo sobre nosotros,
    mares bajo los náufragos.

    El último pulmón revienta, la escalera destrozada
    rueda por sus peldaños.
    Aquí estás, aquí estoy: eso que somos
    y que tanto nos busca al fin nos encuentra
    con los ojos cerrados.

    13 de mayo de 2011
    A José Valverde Yuste, Anamer, Sasha. y 2 otros les gusta esto.
  • Pedro Olvera
    De acuerdo:
    no soy lo que tú esperabas
    ni eres a quien yo busqué.

    ¿Pero,
    qué tal si te quedas conmigo
    a esperar
    o si te acompaño a tu casa

    para seguir buscando?

    Digo,
    si se trata de hacer pendejadas,
    esto de estar solos
    se aprende mejor en la cama.


    ***
    13 de septiembre de 2010
    A José Valverde Yuste, Alizée, Medusa y 2 otros les gusta esto.
  • Pedro Olvera
    En ella solo entran los caminos andados de rodillas
    y de ella nadie escapaba sino como un gesto
    que cubre las inscripciones antiguas de su rostro.
    Su boca es imprecisa cuando la señalas
    porque anda por todo su cuerpo
    para decirlo a señas con las manos de un alfarero.
    Su lengua es la sanguijuela de sí misma;
    sorbe de su corazón la sangre que escupe en el muro
    para dibujar una ventana y saltar al vacío
    de su corazón repleto de ella hasta el borde.
    Ella envenena los besos que le lanzan al aire
    los dioses suicidas, los dioses condenados a condenarla
    a un catasterismo de medio día.
    Ella es Europa nadando en las tripas de un buey.
    Leda asesina de imbéciles cisnes.
    Gorgona que se lava los ojos en su mirada de piedra.
    Esfinge que resguarda su acertijo de arena
    contra la erosión de los siglos.
    Y es mujer porque la quimera del espejo
    siempre le dispara al lado equivocado del pecho.

    22 de octubre de 2013
    A luna roja, Alizée y Medusa les gusta esto.
  • Pedro Olvera
    Un sábado más sin gin-tonic,
    ajeno a epilepsias de luces estroboscópicas.
    Sin embargo, me doy cuenta
    de que no estoy solo, que al declinar las horas
    prefiero una cadena de ciertas palabras
    a una multitud de cuerpos inciertos.

    Sabemos de las pieles que preconizan paraíso
    para regalarnos el infierno,
    residencias momentáneas para la incineración
    de todo vestigio de nosotros
    que somos el sitio del que somos expulsados.

    Pero digo que prefiero las palabras
    porque, dicen, se las lleva el viento,
    como a ti y como a mí,
    montículos de ceniza viva que se escapa
    cuando el tiempo sopla
    como un poema de olvido en el viento.

    Estoy solo otro viernes que despertó
    en sábado sin haber dormido:
    mi última palabra la pronuncié mucho antes
    de nacer; la primera desaparecerá conmigo
    para callarla
    y que me acompañe
    lo que resta de un domingo en la eternidad.


    14 de marzo de 2021
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    A Alizée y Medusa les gusta esto.