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Viendo entradas en la categoría: MELANCÓLICOS

  • José Valverde Yuste
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    Si tú te alejas, no sé si las rosas de mi jardín
    volverán a brillar, o perecerán con tus cenizas
    tu perfume no volverá a despertarme con su fragancia
    sólo quedará su indolente olor en mis sábanas.


    Si te marchas, flor de mis ansiedades nocturnas

    quedaré silente, frustrado, buscándote en mi agonía
    y el colibrí no volverá a posarse en mis pacíficos blancos
    como tú, ternura mía.


    Si te vas con otro sol, otras nubes,

    serás fruto que se desprende maduro
    cuando ya ha absorbido todos los nutrientes
    y deja al árbol desguarnecido, se ha ido parte de su vida.


    Cuando no estás, soy pez de aguas profundas

    nadando tranquilo aunque haya maremoto en la superficie
    no existe el miedo, se ha desvanecido, como un soldado
    abatido en una guerra sin sentido.


    Cuando vuelas de mi lado, sólo quedan tristes días

    la luna ya no es espejo, solo melancolía,
    los días opacos y fríos.

    Necesito aprender de nuevo el arte de la felicidad
    las angustias deben ser borradas
    de las hojas de mi calendario.


    Aunque nunca lo confiese
    siempre estarás en mi sangre

    en mi devenir del día a día.

    Te veré en el árbol, en la montaña
    circularás por el riachuelo de mi alma,
    porque la dicha que me diste debe permanecer
    para siempre guardada.


  • José Valverde Yuste
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    Me levanto con la aurora,
    contemplando la belleza del amanecer,
    en un solitario banco, lleno de polvo,
    de recuerdos que cubren su frágil madera.


    En la quietud de las flores y algún gorjeo,
    la nostalgia
    me abraza,
    como agua de lluvia o la niebla envolvente,
    mágica, solitaria, como yo en esta mañana.


    Un tono de penumbra me acompaña,

    susurros de antaño se desvanecen,
    son ecos en el aire, no pasa el tiempo
    ni la espina clavada en mi costado,
    son serenatas cuando el sol se ha despertado.


    Así corazón de esperanza llegas a mi,

    posándote como la brisa sobre mis mejillas,
    suspiro intenso,
    bocanada de aire deshaciéndose con el viento
    sobre mis mejillas sonrosadas.


    Inocencia que encumbra al alma solitaria,

    mujer de hielo, manos frescas como brisas norteñas
    sé brasa en mi chimenea sin carbón;
    tráeme la lujuria, el pecado, en un forro de esperanza.


    No quiero traficar las caricias,
    emborráchame de pasión,

    mujer velero, abrázame en este rincón.

    Resplandece mi morada con los rayos de tu sol

    soy nube de flores suspirando por ti, hechizo de luna
    llévame al paraíso donde vivamos tú y yo
    lejos del manzano de la perdición.

    A Ana Fabiana y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    ¡Oh amiga! silenciosa y muda,
    testigo de mi llegada a la luna,
    historia de mi vida, vaina encendida,
    eres un pistilo viviente;
    convertida en milagro, petrificado.

    ¡Oh amiga! eres mi despegue,
    un avión de plástico volando
    con el viento, que guarda mil historias,
    en cada uno de los recovecos que azotas
    con tu tormento.

    ¡Oh amiga! atraviesa el sonido,
    trae tus colores a mis pupilas,
    revolotea sobre mis sentidos,
    sé un enigma que se desliza
    entre mis sombras infinitas.

    Alegras las notas de mi mar,
    palpitando tus flores melodiosas;
    eres mi cielo volando, mi alegre euforia;
    caminos de vida compartidos
    en calles empedradas de sutileza.

    Soy pecado de tus sentidos,
    órdago de tu infinito,
    floración de tu jardín;
    soledad, amor, tristeza, empatía,
    una luz salida del alma que te arrulla.

    La escuchas y patinas, la lees y dinamita tu cuerpo;
    si me hundo en la ría, tus alas de colores
    se posan en una flor que se deshoja.

    Risas al al atardecer, tiempo cristalizado,
    capullo alumbrando tu vida soy, tímida claridad
    que me acongoja, indiferencia que me lastima,
    tus no, son mi tristeza melancólica
    servida en sorbos de alegría.

    Mi ansia, una garganta inagotable
    llamándote y no vienes;
    eres éxtasis del sonido que no llega.

    Contigo quisiera viajar en olas de nostalgia
    donde se proyecte nuestra vida
    en una pantalla de lujuria.

    Cama de sauce, vientre de petunia,
    no paro de pensarte, mis tristezas las disimulo
    cuando te canto.

    Eres mi miedo guardado en la maleta
    una estación aparcada en mi mente
    que te desea,
    bajo el manto de una noche estrellada, silenciosa
    y muda, donde dejes de ser un milagro petrificado
    y te conviertas en sueño dorado.
    A Ana Fabiana, andrearivera1 y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Me marcho con mi trabajo,
    con mi escuela, mis niños,
    mis soledades encubiertas,
    con mis amigos de antes.


    Con tus sensuales versos,

    con tus humedales y las auroras,
    heridas del corazón incrustadas
    en mi alma imperecedera.


    Me marcho, te dejo tus soledades

    tus sueños, tus vanidades
    de cristales que la lluvia limpia
    y vuelven a ensuciarse de lastimeros gestos,
    de amores insondables.


    Tu rostro es el rostro del viento

    mirada ávida de amor, incomparable
    sed de vida, hambre de sentimientos,
    caricias trémulas, zigzagueantes
    cómo reptil en la pradera.


    Ya no trinan los jilgueros en mis párpados,

    sólo escucho el graznar de cuervos,
    muerte lenta, sin alimento; no hay amor
    que resista la acometida de la sierra.


    Me marcho con mis paredes vacías,

    mi estómago hambriento,
    y mi alma muerta de esperar
    lo que espero, de desear lo que deseo,
    de morir por lo que no tengo.

    A Javier Alánzuri, Pi-Radianes y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Eres la vida de la flor ensombrecida de mi alma
    el faro de mi amor transeúnte,
    la lámina divisoria de mi mundo,
    ráfaga de peces luminosos esparciendo
    el plancton de la furia.


    Una cálida bienvenida al solsticio de invierno,

    lloroso atardecer de colores intensos
    amasan mi visión de lobo hambriento,
    caníbal de tiempos remotos.


    Deterioraste mi vida con tu hacha dorada,

    tallo de flor pisoteada, amante de lo clásico
    perversa como el vino, venenosa como la serpiente
    cuando otea a su presa y no se detiene.


    Corriente de sudores turbios, calcinados por los efluvios

    de tu mirada, melancolía de plásticos en la hondonada
    de tu alma sedienta de revancha,
    embaucadora de peces de plata.


    Vidrioso anochecer de humedades perversas,

    sonidos estridentes en nuestras mentes deshechas
    de opulenta envidia callejera, notas en una servilleta.


    Llegará la primavera del alma,

    en barcos alados con fanfarrias,
    me verás y huirás porque en el fondo
    soy tu ansia, tu ser, tu divinidad en la tierra.
    A Alde le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Si no fuera por ti que me acaricias con la brisa,
    me acomodas con tus versos
    y sobre ti descansan mis penas,
    ¿Qué sería de mi azorado corazón?,
    eres fulgor de arcoíris en mi atardeceres sombríos.


    Dónde hundiría mis raíces, qué humedal

    socorrería mi seco huerto de arrecifes,
    en un mundo deshecho de maldades infructuosas ,
    de cavidades sin dueño, aparcadas en el ostracismo.


    Quién daría luz a mi vida, aflorando el oscuro sueño

    de mis noches de insomnio, de vela
    esperando que alumbre tu antorcha,
    las estrellas se estremecen al ver mi alma revuelta.


    Dónde sellaría mis labios, mis pasiones, mis desvelos;

    en qué santuario de tu insondable mirada,
    aparco mi bullir constante, derramando la angustia
    que me persigue en la hora de mi desdicha.


    Qué aromas de amargura, penetrará por mi olfato

    ensombreciendo mis días,
    sacrificando la luz de la armonía;
    quién reciclará mis despojos,
    quién abrirá mi puerta oxidada,
    quién me cubrirá cuando esté frío.



    A Alde le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Hoy el viento golpea
    como un martillo las ventanas,
    los cristales tiemblan ateridos
    posiblemente sea invierno o primavera
    qué más da, nadie puede dar asiento
    a este caballero tan locuaz.

    Soy pétalos muertos,
    que este osado ha robado a mis rosas,
    deshojándose
    penetrando en ellas los silencios
    de los fondos abisales;
    marchitando la fragancia
    que ayer exhalaban.

    Hoy mis pensamientos
    vuelan como las golondrinas
    con el cálido viento
    en busca del ansiado amor
    y acompañar a las olas
    por si cayendo la lluvia
    aparecieras tú,
    penetrando mi piel.
    A Alde y Poeta en Silencio les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Eres mi oscuridad,

    mi amor,
    mi suplicio,
    fuego quemando mi infierno,
    camino que tiembla,
    mi tristeza en el mundo.


    Flecha adorando

    al sol de la complicidad
    alborotando
    el mar de las temeridades
    despojada de ternura en las noches
    donde el crepúsculo
    muere en los altares.


    Alegría perdida,

    esperanza sepultada
    como las raíces, bajo tierra
    perdición del día y la noche;
    inexorable ocaso
    llegando lentamente.


    Días grises
    de agujas y tinieblas

    tristeza hasta en mi frente
    locura en tránsito permanente
    ansiedad a manos llenas

    recorriendo
    los espíritus de mi pasado.

    Hoy mi tibio corazón

    necesita resurgir a la luz,
    dejando atrás la tristeza
    volver a ver verdes valles
    rojas amapolas.


    Dame una luz radiante

    para olvidar mi corazón helado
    ventanas luminosas
    donde entre el aire limpio,
    expulsando a este demonio
    que llevo dentro
    y el alba realice otro milagro.


    A luna roja, Alde y bristy les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Eras calor y frío,
    una mirada ardiente al mediodía,
    una pasión acelerada
    un tumulto en la mañana.


    En la cañada, los gorriones te trinaban

    pedías lo posible y eso era imposible
    comprabas el día y te daban la noche.


    Tus quejas siempre fueron amordazadas
    no podías ulular, ni maldecir
    por el dolor pernicioso de tu pecho,
    por el corazón partido, de vómitos, de indolencia,
    cantares del pueblo, con sus penas y alegrías.


    La luna te llamaba y tú, padre mío,

    estabas solo como la nada, nadie te esperaba,
    eras un desierto en la noche,
    tu cansancio no era nada,
    ni las oquedades de tus ojos;
    eras el esclavo de la manada,
    la que todo tenía y nunca daba nada.


    En el humo de la ribera te veía

    respirabas el cáncer de tu desgracia divina,
    aullando como un lobo
    pero nadie te oía.


    Por la noche, amordazado el miedo,

    los troncos eran tus aliados,
    te hacías disfraces con sus ramas
    el té perfumaba tu azahar
    bendita primavera que llegaba
    con su traje de flores
    y su mantón de manila
    a juego con su cabellera.


    Ya no hay mesa, ni pan compartido

    ni plato al centro de la mesa,
    todo está vacío,
    como tu chaleco colgado
    en la percha del olvido.


    Viviste en un aire ahogado

    en un agua que no refrescaba
    sudor silente resbalaba por tu cara.


    Cuando dormiste eternamente

    los serafines lloraban,
    esparcían tu amor por la tierra
    adoraban tu divino tributo,
    y el aire se estremecía al reconocerte.


    Entonces comprendí que

    morir no significaba nada,
    es una palabra, sólo eso.
  • José Valverde Yuste
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    Miro las hojas caer sobre la tierra desnuda,
    sus destellos deslumbran las fotos
    de nuestra nostalgia, amores volando
    en un valle de plata, sinsabores con pedigrí
    en una oquedad agitada.

    Siento tu amor convaleciente, enfermo,
    volando a la eternidad.

    ¿Dónde estás?

    Cansado de ver fruta podrida,
    falacias tormentosas,
    miradas extraviadas como laberintos
    en un jardín sin dueño,
    salto al abismo de los sueños.

    Percibo tu angustia,
    ávida de visualizar
    explosiones del arcoíris
    como abanicos gigantes,
    construyendo una mansión de ensueño
    donde descansar, dormitar, de este infierno.

    Cuando vas sin atuendo,
    tu enfoque es un cerco tembloroso de sal, l
    a metáfora de la ceguera,
    camino con baches ocultos,
    caer a la hondonada de la vida.

    Una alberca de espuma sin salida.
    A bristy, Melementos y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Duro será el triste destierro de mi vida
    acostumbrado a dormir sobre flores
    ahora caigo sobre ellas,
    sintiendo el dolor de rosas sollozando.


    Escarcha reprimida de mis lágrimas,

    mi corazón te reclama enloquecido
    trinar de arpa, sortilegios hechos suspiros
    bellos pétalos colgando de la estela de tu cuerpo.


    Tallo floreciente de flores abiertas,

    abanico que me refresca, cautivándome el alma
    sutil perfume con tu dulzura y fragancia
    una camisa confeccionará sintiendo
    el roce de tu piel que me envenena.


    Se llenan de nostalgias mis horas

    contemplando tu rostro, es añil
    en un mar embravecido donde navega mi deseo
    vestido de mañana o de atardecer doliente.


    Tiembla la noche en tus manos

    acaricia la esperanza tus cabellos,
    enervan las pasiones solitarias
    y claudican en ti el clavel y la violeta.


    La memoria no sabe de historias

    que no llegaron a hilarse,
    que murieron antes de ser vividas,
    sólo añoran el tacto de la piel
    que recubre el silencio.


    Desde el otro lado del océano

    las llamas inician su solitaria travesía,
    abandonando los escarpados Andes
    volando como las golondrinas a cobijarse
    bajo mi manto de hojas rojas,
    naufragando en la lujuria de la noche húmeda.


    Las palabras son corceles briosos

    nuestras almas lluvias que emigran
    con los vientos,
    no se encontraron, pasaron por encima de la vida,
    de los mares atravesaron el horizonte
    ajenas a nosotros.

    Naufragando en la orilla
    A bristy le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Duro será el triste destierro de mi vida
    acostumbrado a dormir sobre flores
    ahora caigo sobre ellas,
    sintiendo el dolor de rosas sollozando.

    Escarcha reprimida de mis lágrimas,
    mi corazón te reclama enloquecido
    trinar de arpa, sortilegios hechos suspiros
    bellos pétalos colgando de la estela de tu cuerpo.

    Tallo floreciente de flores abiertas,
    abanico que me refresca, cautivándome el alma
    sutil perfume con tu dulzura y fragancia
    una camisa confeccionará, sintiendo
    el roce de tu piel que me envenena.

    Se llenan de nostalgias mis horas
    contemplando tu rostro, es añil
    en un mar embravecido donde navega mi deseo
    vestido de mañana o de atardecer doliente.

    Tiembla la noche en tus manos
    acaricia la esperanza tus cabellos,
    enervan las pasiones solitarias
    y claudican en ti el clavel y la violeta.

    La memoria no sabe de historias
    que no llegaron a hilarse,
    que murieron antes de ser vividas,
    sólo añoran el tacto de la piel
    que recubre el silencio.

    Desde el otro lado del océano
    las llamas inician su solitaria travesía,
    abandonando los escarpados Andes
    volando como las golondrinas a cobijarse
    bajo mi manto de hojas rojas
    naufragando en la lujuria de la noche húmeda.

    Las palabras son corceles briosos
    nuestras almas lluvias que emigran
    con los vientos,
    no se encontraron, pasaron por encima de la vida,
    de los mares atravesaron el horizonte
    ajenas a nosotros.

    Naufragando en la orilla
    donde florecen las esperanzas
    de los amantes cautivadores.
    A Alde le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Balcón triste, desmadejado,
    otrora esplendoroso, una belleza
    contemplarte desde la calle
    lleno de bellos claveles, hortensias, violetas;
    la bendición de Dios en la tierra.


    Las golondrinas te trinan, los canarios

    te cantan las bulerías de la alegría
    de tu alma, henchida de felicidad
    como la catarata con su agua.


    Los dioses de la galaxia se arrodillan

    cuando exhalan tu fragancia de perfume
    de anacardos y avellanas, eres sedante
    como el río cuando desciende suavemente
    por su cauce de cañas.


    Eres elegante como una modelo

    de pasarela, delicado, suave, coqueto
    encandilas a los visitantes, le haces girar
    la cabeza y perpetuarte en sus pupilas.


    Tu glamour es superior a Montecarlo

    o la Costa Azul, eres limpio, fluido
    amante de lo eterno y de lo efímero
    un cascabel sonando en fiestas de plenilunio.


    Hoy estás triste

    tu dueña te ha dejado
    se ha marchado en un bajel alado
    a navegar por el océano del olvido
    pero ni ella te olvida ni tú la has olvidado.

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  • José Valverde Yuste
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    Anoche dormí con un fantasma
    las ramas de su árbol cubriendo
    mis oquedades era un esperpento
    muy elocuente.

    Anoche me sentí sediento
    bebí el agua de mi vientre,
    dormido, con escalofríos de los
    tirabuzones de tu bosque.

    Anoche rompí la Vía Láctea
    mis constelaciones oscureciendo
    sus vibraciones y giros se convertían
    en olas de mar enfurecido, reflejos de mis rodillas
    cuando se doblan pero no sudan.

    Anoche Eros me envolvió en su sábana
    sentí escalofríos, recorriendo mi cordillera
    ondas de sonidos, hambre de cuerpo,
    pero nadie venía, sólo ilusiones de una
    estrella polar insaciable, lluvia cayendo en la niebla.

    Anoche vino el vacío, no era nada
    sólo calores de pecho, llamas inusuales
    escondidas en mi alma, llegaron hasta mí
    cómo ejército poderoso que mi sangre desborda
    y me sentí lleno pero muy solo.
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  • José Valverde Yuste
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    Sé que no estás en mi pecho
    para sentir tu calor, la vida se te escapó
    se fue volando hacia el sol.

    No estás en la calle, recuerdo
    vagamente tu estela de hambre y sonrisa
    eras el arcoíris de la vida.

    Sé que después de esta vida
    existe otra, más trasnochadora
    menos disconforme
    donde el silencio es el premio,
    la soledad, la quimera
    y tú, mi bien preciado,
    el sol alumbrando mi preciada cabellera.

    Sé que después de este sol
    viene otro, de lentes más gruesas
    relámpagos brillantes que relucen
    más que las estrellas.

    Existen colores invisibles
    que hieren el iris de tus ojos
    quiero ver esta maravilla contigo;
    ser muerte y vida,
    una resurrección que dure toda la existencia.

    Quise imaginar lo bello
    lo que necesito, tu luz de fantasía.

    Ser el ocaso de tu sangre
    en una tarde llena de colores,
    de sentimientos que afloren por mi cielo,
    despejado, de sombras demoníacas.

    Sé que no estás, vives en tu mundo
    de sombras apagadas, invisibles a mis ojos;
    de caparazones que obstruyen mi mirada,
    navegando por tu mar salada, fría, embelesada.

    No encuentro adjetivos para describirte
    para engalanar tus ojos, acortar la distancia
    que nos separa.

    Ser un rayo de luz que me conduzca
    hacia tu morada, dulcemente,
    como mi vida te ama.
    A bristy, F. Marcos, Pi-Radianes y 1 persona más les gusta esto.