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Viendo entradas en la categoría: Lo que hoy leí

  • Pedro Olvera
    No hay forma de imaginar el silencio.
    Aquí,
    porque detrás del ruido de un rifle
    está el llanto de una niña
    que no sabe por qué llora,
    pero ese es el único lenguaje que conoce,
    y bajo el llanto
    hay un dialecto prohibido
    cuyas palabras no tienen equivalente
    al canto; pero mar es igual a furia,
    y más allá, en su fondo,
    se escucha como una transparencia,
    el eco de los pasos de una madre
    que atiende veloz la herida del pequeño Amhed,
    que tiene una vena en el cuello
    que produce el mismo sonido que la llave rota
    del baño,
    pero va debilitándose conforme pasan las seis quince:
    hora en que el padre reza
    (eso se escucha también)
    a un dios que abandonó la religión por las finanzas.
    Y ahí, justo ahí, en esa capa
    inferior
    a todos los sonidos de la guerra,
    estoy yo —tratando de imaginar el silencio—
    y debajo de mí los escombros
    de lo que ayer fue mi casa.


    800px-عهد_التميمي_(cropped).jpg
    Ahed Tamimi (2001), poeta y activista palestina varias veces encarcelada por su posición contra la usurpación y las masacres perpetradas por el Estado israelí. Página en Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Ahed_Tamimi


    Créditos:

    Del texto: Ahed Tamimi
    De la versión al español: Julio César Toledo (los retoques gráficos con fines de divulgación son míos)
    De la imagen: Haim Schwarczenberg
    A La Espartana, Alde y Luis Libra les gusta esto.
  • Pedro Olvera
    Aquí, en la falda de las colinas, ante el ocaso
    y las fauces del tiempo,
    junto a huertos de sombras arrancadas,
    hacemos lo que hacen los prisioneros,
    lo que hacen los desempleados:
    alimentamos la esperanza.

    Un país preparado para el alba.
    Nuestra obsesión por la victoria
    nos ha entontecido:
    no hay noche en nuestra noche
    que con la artillería refulge;
    el enemigo vela,
    el enemigo nos alumbra
    en el sótano oscuro.

    Aquí, tras los versos de Job,
    a nadie esperamos.
    Aquí no hay yo,
    aquí Adán recuerda su arcilla…

    Este sitio durará
    hasta que enseñemos al enemigo
    algún poema de la yahiliya.
    El cielo es gris plomizo a media mañana,
    anaranjado por las noches.
    Los corazones son neutros,
    como las rosas en el seto.

    Bajo sitio, la vida se torna tiempo:
    memoria del principio,
    olvido del final.

    La vida.
    La vida plena,
    la vida a medias,
    acoge una estrella cercana
    atemporal,
    y una nube emigrada
    aespacial.
    Y la vida aquí se pregunta:
    ¿Cómo resucitar a la vida?

    Él dice al borde de la muerte:
    No me queda un rincón que perder,
    libre soy a un palmo de mi libertad,
    el mañana al alcance de mi mano…
    Pronto, me adentraré en mi vida,
    naceré libre, sin padres,
    y tomaré por nombre letras de lapislázuli…

    Aquí, en los altos del humo,
    en la escalera de casa,
    no hay tiempo para el tiempo,
    hacemos lo que hace quien se eleva hacia Dios:
    olvidamos el dolor. El dolor:
    que la señora de la casa no tienda la colada
    por la mañana,
    que se conforme con lavar esta bandera.

    Nada de ecos homéricos aquí.
    Los mitos llaman a la puerta cuando los necesitamos.
    Nada de ecos homéricos…
    Aquí un general excava un Estado
    dormido bajo las ruinas de una Troya inminente.

    Los soldados calculan la distancia entre el ser
    y la nada
    con la mirilla del tanque.
    Calculamos la distancia
    entre el propio cuerpo y las bombas…
    con un sexto sentido.

    Vosotros, los apostados en el umbral,
    pasad, tomaos con nosotros un café árabe
    —acaso os sintáis seres humanos como nosotros—.
    Vosotros, los apostados en el umbral de las casas,
    largaos de nuestras mañanas,
    necesitamos creernos seres humanos como vosotros.

    ***


    Mahmud Darwish (Palestina, 1941 - EE. UU., 2008).
    Versión al castellano de Luz Gómez García.
  • Pedro Olvera
    Ella es de Filipinas y tiene 26 años.
    Come según el tamaño de su estómago, trabaja en una rica casa jordana, lava vestidos
    Lava a Jordania, lava a Oriente
    Lava los cañones sueltos de Rusia y Estados Unidos—espadas rotas
    De vez en cuando busca en internet al hombre de sus sueños
    Montones de hombres de 29 países diferentes
    Le envían fotos de su verga a diario

    Él es de Zimbabue y tiene 26 años.
    Come según el tamaño de su estómago, pone ladrillos sobre ladrillos
    Construye Berlín, adorna París, hace que Europa se ponga de pie—un supermercado tóxico
    De vez en cuando busca en internet a la mujer de sus sueños.
    Montones de mujeres de 29 países diferentes
    Le envían fotos de sus tetas a diario

    Los dos nunca se encuentran
    Ella envejece y Jordania se ensucia. Oriente se convierte en un vertedero
    Los cañones sueltos abren mercados en los callejones y vecindarios, las espadas rejuvenecen
    Los dos nunca se encuentran
    Él envejece y Berlín se hace hueco. París se va al cielo.
    Una rata se come a Europa. El supermercado se convierte en poeta.

    Cada uno es la pareja soñada del otro
    Comen según el tamaño de su estómago
    Nunca encontrándose.

    Autor: Revin Kheder (Kurdistán, 1986)
    Traducción: Isabel López y Jiyar Homer
    A Alizée y Luis Libra les gusta esto.