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Viendo entradas en la categoría: Lo que hoy escuché

  • Pedro Olvera
    Era una lúdica mujer impúdica,
    era muy sádica y sentimental,
    era purísima como las vírgenes
    y era tan frígida como un comal.

    Parecía cínica, pero era mística,
    era católica de corazón;
    parecía un pétalo su cara rósida
    cuando hizo su primera comunión.

    Comunicábase como los pájaros;
    cánticos bellos nos hacía oír.
    Era simpática, pero tan tímida,
    que nunca en público quiso salir.

    Eran blanquísimos sus blancos dientes,
    era tersísima su tersa piel.
    Cuando sus párpados nos parpadeaban,
    hacíanos daño su crueldad tan cruel.

    El péndulo de sus anchas caderas
    arrebatábanos al caminar,
    y ella, muy plácida, se hacia la sórdida
    cuando chiflábamos sin respirar.

    Hasta en el púlpito el que sermoneaba,
    se le olvidaban sermón y oración;
    cuando la célibe se presentaba,
    llenábase el templo de animación.

    Hasta una vez el señor Jesucristo
    gritó: ¡Desclávenme por compasión!,

    y allá en el céfiro y cálido cielo
    personalmente le doy comunión.

    Enajenávance los asistentes
    ante la bellísima aparición,
    y ella, con cáustica mirada pícara,
    arrodillábase con devoción.

    Así pasábanse los largos años
    y marchitánbale sin compasión,
    pero llegóse un hombre entrado en años
    que destrozóle su reputación.

    Era diabólico, decían las beatas,
    pero la pérfida le dio su amor;
    justificábalo siempre en sus pláticas:
    Es un arcángel que me envió el señor.

    Habilidoso que era el forastero;
    rompióle el cristiano y casto pudor,
    y hacía una límpida tarde de enero
    huyéronse de nuestra población.

    Por ahí contábase, por ahí decíase,
    por ahí hablábase murmuración:
    Que relajábase y que desvestíase
    en citadino Congal del Peñón.

    Conservaba sus sólidos principios,
    y cuando al tálamo se iba a entregar,
    los bendecía pa' que llegaran límpidos,
    y previamente los hacia rezar.

    Y así la mística y púdica célibe
    fue consumiéndose de inanición.
    Murióse loca cuando diose cuenta
    que cobrábase por su profesión.

    Era una lúdica mujer impúdica,
    era muy sádica y sentimental,
    era purísima como las vírgenes
    y era tan frígida como un comal.


    Autor: José de Molina




    Astrid Hadad
    La cuchilla
    Discos Continental, México, 2003.​
    A Grace le gusta esto.