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Viendo entradas en la categoría: AMOR

  • José Valverde Yuste


    Yo los vi anoche,
    se les apagaba el amor por los caminos,
    las nubes heridas buscaban una nueva voz,
    hilos de dolor envolvían sus sombras
    en un alba disuelta condenados
    al tormento del néctar descompuesto del beso.

    Esperaban con devoción una ola
    de suave magnitud,
    pero las corrientes los arrastraban
    ante el velo lúgubre de la luna.

    ¡Cómo lloraban al atravesar las llamas
    puras de lo incierto!
    El resplandor de la oscura noche
    quemaba el aire de dos corazones mustios
    que transitaban a través de un sueño
    en la oscuridad de la luz,
    una tortura abierta en las huellas de la huida.

    Una prisión de muros grises con aire denso
    cargada de agonía amasaba las razones ansiosas,
    sin brújula interior, ante la sombra de un grillete
    que les oprimía el incendio de la flor.

    Soñaron con ser de nuevo raíces
    apegadas a la tierra, la catarata de un manantial
    que cruzó el cielo sin derramar lluvia,
    el ancla que se agarró al suspiro
    del postrer lamento de un firmamento hueco.

    El pozo del dolor los aprisionaba
    en su cauce hondo,
    la brisa de la ausencia los carcomía
    y el tiempo era sólo un lúgubre lamento
    en la selva apagada llena de mariposas muertas
    donde navegaba el amor entre oscuras bóvedas.

    No encontraron cuerda ni consuelo,
    ninguna luz que les devolviese esa atmósfera
    llena de ayer, con fecundas miradas de incendio.

    El dulce sueño de la vida lo bebieron
    en aquella copa de dulce cristal,
    aún resuenan los roces de la piel
    en el borde donde se quedó el placer
    que adormeció el vuelo de un sueño
    ya sin lecho.

    @José Valverde Yuste
  • José Valverde Yuste


    Me duele el vacío de tus ojos,
    cuando penetran en los míos
    ya no crecen amapolas en sus prados
    están preñados de aliento de ola.

    Aún recuerdo tu nombre
    de habitación vacía
    y aquellos largos veranos
    donde el tiempo ardía
    en el manantial que yo adoraba.

    Esos ojos manchados de oscuridad
    tienen demasiadas escafandras que retirar
    en el contraluz de la aurora.

    Embrujado entre tus piernas
    con hambre de comensal
    solo encuentro aliento de pastor en tu mejilla.

    La inconclusa visión de una realidad
    de cuerpo sumergido en párpados
    con orbitario de cine.

    Cansado de la inocencia
    de tus aguas cristalinas
    contemplo el mundo a través
    de lo que me ahoga
    en el profundo morir de mi pecho.

    La pureza ensalzada de tu alma
    invita a soñar con el asfalto,
    ardo en tus desiertas avenidas
    cuando no amaneces a mi lado.

    Sangre de vena herida
    que antes de ser surtidor
    subió a mirar los ojos a la vida.

    @José Valverde Yuste
  • José Valverde Yuste


    Un cuerpo sobre una ola
    en una cascada de estrellas,
    humedad que camina sobre el suspiro
    cuando el aliento está ausente de la piel
    y un éxtasis recorre la libido.

    Un deseo que no conoce el freno
    en un rito de pasión sin voz
    donde se queman
    las ansias de la luz ovoidal del cielo.

    Mis labios bajan sin freno
    exploran la meseta que se encuentra
    justo donde se desmenuza
    la consistencia frágil del misterio.

    El sudor nos cubre,
    la sed revive con vehemencia,
    los contornos desfallecen
    en medio de la tiniebla.

    La lengua con su huella húmeda,
    ya rendida, vibra en el orgasmo,
    se apaga el sol mientras
    se comprime la voz en mi oído.


    ©José Valverde Yuste
  • José Valverde Yuste



    Amor deshecho en amaneceres de sueños helados,
    olas en arena muriendo con frialdad de iceberg
    en bahía de trago amargo
    deshilando las abominaciones de un sol
    que se rinde desgastado cuando los anhelos son polvo.

    Sentado con alma abierta en barrizal profundo
    esperando la respuesta inacabable de marejada
    esposando mis emociones
    sobre costas desgajadas
    con barcas olvidando sus remos.

    En muelle herido donde las gaviotas vierten
    la sal de las lágrimas
    en penuria de anocheceres, al otro lado
    donde se hunden los cimientos.

    Agarrado a un sorbo de destello de pasión
    en el paisaje de la otra calle
    donde las reliquias siguen asustando.

    Amor de luna baja
    bebiendo sorbos de sonrisa desdibujada,
    promesas de ascua rápida,
    travesía bajo fronda de rosales podados
    por la inercia de las aguas inquietas
    con sus redes muertas por fascinaciones de antaño.

    Cenizas quemadas por fuego de otro tiempo,
    en el vasto borde de luz de un día sin fin,
    las sombras se alargan
    dibujando cavidades de tiempos idos,
    susurros de espejismos insomnes
    donde me arrastro con pasos de duelo de otoño.

    Iracundo deseo de lenguas en cabeza baja
    donde aquellos hechos
    que nunca nacieron para ser luz a largo tiempo
    deshabitan la encimera del corazón
    donde se entierra la víbora,
    en la boca oscura de un portal sin beso.

    @José Valverde Yuste
    A Poeta en Silencio y luna roja les gusta esto.
  • José Valverde Yuste


    Mi amor va más allá
    de lo que dice el corazón de las palabras,
    va implícito en la forma que mis manos
    buscan las tuyas, tiene más brillo
    que las estrellas cuando, a media voz,
    incendian la madrugada.

    Mi amor es un espejo donde se refleja
    el suave caudal que en el alma luce pleno,
    es la ventana de un viento de otoño,
    la mañana que tiñe de plata
    el follaje de tu cuerpo.

    Mi amor es el silencio de tu luz
    besando las sombras,
    los sueños de las hojas caídas
    cuando las gaviotas graznan
    ante el resplandor
    de tus venas abiertas.

    El refugio sagrado
    donde el otoño compone su poema completo,
    la rama de tu cuerpo viva,
    el juramento que no ha de quebrar
    la voz inmaculada.

    Mi amor viaja a lomos de un arpegio
    tocado por una mandolina flotando en la piel,
    en la nota de un domingo, cuando estás conmigo
    y te siento latir.

    En los soles que giran en torno a tu luna
    en una habitación llena de sueños
    en un cosmos con ojeras de esperarte.

    Es el faro donde suspiran las estrellas,
    la paz del alma desnuda,
    el hilo invisible que une tus pasos con los míos
    es un firmamento, lleno de palabras,
    el velo callado de la senda de tus ojos.

    @José Valverde Yuste
    A El nick le gusta esto.
  • José Valverde Yuste


    Me duele tu anidado silencio,
    ese dibujo de alma sobreviviente
    en esos ojos delgados como el tiempo
    que gira sobre la horizontal hermosura
    y se despliega entre tus cejas
    en la inestable senda
    donde florece lo irreductible de la sombra.

    Acaricio la soledad de tu alma
    la singladura curtida de rojizas horas
    el tapiz donde el deseo habla
    con la inmediatez del olvido.

    Bebo del amor
    la brasa del pétalo que no se apaga
    la risa descabellada del suspiro
    que va a buscarte y halla
    la voz de la muda tragedia.

    Me adormecen los hechos
    que subsisten en el plano superior
    del recuerdo, en el lado oblicuo
    de las pasiones rebeldes.

    Me matan los palpitares inquietos
    de la cascada solitaria,
    la armonía de lo nuevo
    que vive al margen del sentimiento.

    Yo fui una vez pájaro
    en tu huerto, hoy muero asfixiado
    por todos aquellos recuerdos
    que son cristales oscurecidos
    por el tiempo.

    @José Valverde Yuste
    A Zulma Martínez le gusta esto.
  • José Valverde Yuste


    Mi amor va más allá
    de lo que las palabras pueden,
    va implícito en la forma que mis manos
    buscan las tuyas, tiene más brillo
    que las estrellas cuando incendian la madrugada.

    Mi amor es un espejo donde se refleja
    el suave caudal que en el alma luce pleno,
    es la ventana de un viento de otoño,
    la mañana que tiñe de plata el follaje.

    Mi amor es el silencio de tu luz
    besando las sombras,
    los sueños de las hojas caídas
    que no preocupa a nadie, el refugio sagrado
    donde el otoño compone su poema completo.
    La rama de tu cuerpo vivo, el juramento
    que no ha de quebrar la voz inmaculada.

    Mi amor viaja a lomos de un arpegio
    tocado por una mandolina flotando en la piel,
    en la nota de un domingo cuando estás conmigo
    y te siento latir, en los soles que giran en torno a ti
    en una habitación llena de sueños en un cosmos lejano.

    Es el faro donde suspiran las estrellas,
    la paz del alma desnuda,
    el hilo invisible que une tus pasos con los míos
    en un firmamento que nunca tiene fin.

    ©José Valverde Yuste
  • José Valverde Yuste


    Cuando me nombras
    siento en el desgarro de tu voz,
    la llamada de tus arterias,
    me voy de viaje a tus ojos
    que me desnudan como ola tenebrosa.

    Siento la desnudez del alma
    donde nace la sangre,
    ese sangre me atrapa
    con sus felinos dedos
    me lleva de paseo
    donde la sombra perece.

    Con todo el mar en tu mirada
    y las pupilas de un sueño de arrebol
    en el horizonte,
    entre balanceos de abrazos flotantes
    se empaña la marea entre mis dientes.

    Soy llama donde florece la vida,
    espejo cóncavo donde el seísmo de la noche
    que bebe de tus labios, grita,
    y el frío se convierte en manto de luz.

    Un pétalo de llamas húmedas
    en la boca del viento.
    Cuando las tardes doradas
    sazonan la piel, el brillo de tus ojos
    se viste de risa y el ruido del mundo
    es la delicadeza de un pájaro en mis manos.


    ©José Valverde Yuste
  • José Valverde Yuste


    Muro henchido de felicidad,
    cárcel de árboles sin espinas,
    colinas tendidas al sol ,
    al fondo del cañón
    manto de luz que destella la sombra
    confuso sin consistencia.

    Piano que suena en delicada cabeza,
    una nota en selva de surtidores
    regando nuevos sueños,
    una tecla que anda suelta
    en una rendija de piano difuso
    en la inmortalidad de una vida
    de esplendor sin lágrima.

    Rueda de molino abocada a la felicidad,
    en tu boca escribo un amor
    de sábanas de perfume,
    en tu lengua el salmo
    donde crece el infierno de fuego lleno
    y tus dientes, piedra hecha del sol del mediodía
    es la puerta de la rutina del beso,
    esa pasión de picadura de abeja
    amamantada con polen de vida.

    No hay lágrimas marchitas en tu vida,
    sólo bienestar y dicha,
    jugo sazonador de letrina
    alabando el gozo de las pestañas
    que abandonan el invierno,
    encontrando palabras ávidas y firmes
    en un mundo de sueños completo.

    ¡Oh, clamoroso amor de vida plena!
    vigorosa espuma que vuelas hasta mi nido
    calla el murmullo de anocheceres
    de lento amanecer,
    dame fuerza para llegar a ser la mirada
    que calma tu furia.

    Húmedo néctar recorriendo el cuerpo
    de sudores lleno, resbalando sobre piel
    de bruma de pétalo,
    caracoles babeando dentro de la casa,
    trigales balanceando su sed insaciable
    de cuerpo en melena desbocado.

    Llévame hasta ese manjar
    de dicha eterna, méceme con él,
    en el aire de los amores
    que llegan a buen puerto
    y seremos eternamente jugos
    que refresquen por siempre
    nuestros sentimientos.
  • José Valverde Yuste


    Corazón herido de ayer
    aborto de sombras, una ilusión apagada
    en cuerpos que fueron fuego, ahora cenizas son
    buscando el abrazo en la luz que los enfrenta.

    Dolor maestro de cruel lección
    dejando huellas de cicatrices en el alma
    ojos empañados en océanos de tristeza,
    yerto balbuceo en toallas de alma quieta.

    Hemos cruzado universos
    sobre caminos desconocidos
    dejando huellas profundas en pena rota,
    estrellas sin galaxia donde el amor se detiene
    y las raíces ahogan la luz que no llega.

    Hemos navegado en cometas celestiales
    de fuego extinguido, donde expira
    la temprana voz nocturna
    sin dejar rastro del universo
    donde sin luz lloran sol y luna.

    Hemos olvidado los húmedos incendios
    entre muros de angustia,
    las raíces ahogaban la savia ya no llegan,
    aíslan los sueños, aunque duela el suelo.

    Montañas que miraban al cielo
    se han convertido en la majestuosidad
    que guarda el desvelo, que abraza al dolor
    y el lirio maduro está floreciendo en el duelo.


    ©José Valverde Yuste
  • José Valverde Yuste


    ¡Oh, burbuja en el jardín
    donde la luz se oculta,
    pistilo neblinoso desvanecido
    entre sueños y éxtasis
    cuando el polen reluce
    en el abismo que engulle
    al renacer sombrío.

    Entre pliegues brotan las rosas
    sobre torrentes y relámpagos
    y las furibundas llamas
    trepan por los caminos salvajes
    donde las venas son todo temblor
    encandiladas por el rocío
    que brota de las profundidades.

    Vientos huracanados, inquietos
    en hoja desnuda de envés, asomados al balcón,
    donde dos cuerpos con diez ojos de luz
    trepan en alud continuo.

    Cuando lo que todos desean se afana
    en ocultarse tras la sombra arraigada
    en vasta llanura, de largo trecho,
    entre linderos atrapados por veneros
    que extienden el gozo
    por la permanente rigidez del iris.

    Luz en imágenes distantes,
    ausencia de abejas de comunión en brasa,
    rutas atrapadas en pliegues como candor
    de mariposa inocente
    sobrevolando la luz del umbral
    donde nada se agota, es imperecedero,
    como dios en su grandeza.

    Ríos de fragancia anclados en playa
    y yo muriendo en esta guerra
    de explosiones donde la llama
    muere dentro en un profundo silencio.

    ©José Valverde Yuste
  • José Valverde Yuste


    Voy a tu cuerpo como río al mar
    cómo pájaro a su nido,
    cómo brota el agua de las montañas
    sin cesar, entre surcos.

    Voy de mis pesares a tu dicha
    bajando al pozo
    donde se pierde el horizonte azul
    entre laudos y cascabeles
    cómo tango con concertina.

    Porque tú cuerpo es tallo y relámpago,
    tempestad y calma,
    oasis de sed donde se desploman los delfines
    y las aureolas de tus montes
    calcinan las nieves del invierno
    floreciendo las primaveras.

    Entre tu cintura y el pliegue de tus párpados
    vuelan golondrinas
    y orquídeas florecen en su jugo
    fragmentos de brillo despiertan la solitaria sombra.

    Arqueando sobre tu flor
    me siento despeñar por el valle donde nace la luz
    y allí, en silencio, a la espera de lo habitable
    mi corazón descansa entre musgo desnudo
    que alimenta al lirio en verano
    cuando se enciende con afán
    la promesa que consuela al alma.

    ©José Valverde Yuste
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  • José Valverde Yuste


    Déjame cruzar el límite de los suspiros,
    redefinir las fronteras de la existencia,
    desvanecer el efluvio de la fuente
    buscando en la cascada
    el otro borde de la pasión.

    Déjame volar entre tus valles alados,
    extender mis alas donde reinan las olas,
    trazar las líneas a través de los sueños
    sobre tu ropa mojada.

    El reino de la lujuria fluye
    en un hilo líquido al otro lado del agua
    extendido hacia donde la pluma traza
    su viaje sinuoso y lento
    en la cola de los ojos.

    Un tapiz de altos y bajos
    adentrándose en tierras invisibles,
    en espacios intermedios,
    buscando en la cascada
    el otro borde de la pasión.

    Soplan las brisas salvajes
    donde el tiempo pierde su flujo
    en esta vasta y sagrada savia
    llena de pliegues de seda
    todo es raudal de dicha,
    mórbido enjambre de relámpagos.

    ©José Valverde Yuste
  • José Valverde Yuste


    Voy a vocear tu nombre
    en la soledad perdida de tu escote,
    como si anidara el anochecer
    entre tus párpados
    y pudiera sembrar mis miedos
    en la luz de un relámpago acostado
    entre tus pupilas vestidas de noche.

    Hoy quiero hablar
    con la tristeza de tu soledad
    como un ángel con alas simples
    y luciérnagas recién aparecidas.

    Me inclino, en ese instante,
    titilando a velocidad de lucero,
    mi sangre entre auroras se despliega
    sobre la almohada y se convierte
    en un placer que emana
    de la oscuridad a tientas.

    Hoy las voces del amor
    son fuego sin misericordia,
    latido de aliento,
    verso que renace en la luz del presente
    y mueren en el recuerdo
    de la manzana mordida.

    ©José Valverde Yuste
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  • José Valverde Yuste


    En las tardes de largas sombras
    alargo mis redes
    donde se agolpan las fibras del corazón
    y el prado florece a grito lleno.

    Miro tus ojos profundos,
    como una raíz hundida,
    donde los sueños fluyen y refluyen
    extendidos hacia la suave luz de la marea
    en olas arqueadas sin aliento.

    Con hilos de anhelo, tejidos
    con lo que sobra del alma,
    capturo tu voz interior
    cuando el sol se esconde
    pintando olas de oro
    que esperan atrapar
    los secretos albergados
    en el hambre de tus venas.

    Comparto mi pecho abierto en canal
    y siento el peso
    de las profundidades de tus aguas.

    En tus pulmones, llenos de mí,
    respiro la fragancia de tu amor,
    un rubor de rosa,
    un clavel desbordado de pasión
    en un mar sin límites.

    Un arroyo nacido de la lluvia
    de un cielo que nace suplicando,
    una nota silenciosa a su pétalo,
    un caótico crujido, breve y fugaz.

    En estos momentos tiernos
    el tiempo se detiene en tus alas abiertas,
    el calor te encrespa,
    los bordes levantan sus brasas
    junto a un latido pintado
    en un cuerpo todo lleno de tormenta.

    En el fondo del anhelo
    se baña el resplandor,
    busco los matices de tu esencia
    y surgen flores en racimo
    donde se evapora la escarcha.

    @José Valverde Yuste