Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

¡Saludos!

En esta ocasión, por si no tuviéramos bastante con las liras en cuanto a poemas de cinco versos, vengo a proponeros de hacer una cadena con quintillas ligadas. Seguiremos en las quintillas el esquema abaab, aabba, ababa o aabab ; estas deben ser de arte menor (ocho sílabas o menos), con rima consonante y no se permite terminar en pareado ni que hayan tres versos seguidos con la misma rima. Una vez empezada la cadena, la siguiente persona cogerá la última palabra del último verso de la anterior (es decir; la unidad de rima b o a) y deberá incorporarla a su vez al final de su primer verso a.

Sin más dilación, os hago llegar la primera quincalla.

Piedras del muro caídas
por la lluvia son lavadas;
ni las batallas vencidas
ni tantas vidas perdidas
dan sentido a las espadas.​

 

Riegan con sangre la tierra
en las luchas y controles;
los caídos en la guerra
negro suelo los entierra
donde crecen girasoles.
​

 

Tiernas hojas de col
refractan los destellos
de los rayos del Sol,
metidas en un bol
que irá con los jusellos.​

 

Para hablar de los jusellos
primero habría que saber
si son feos o son bellos
y hasta si emiten destellos
o son algo de comer.

​

 

Los platos bien caldosos
se han de comer con pan
pues están deliciosos
y son más sabrosos
si de postres hay flan.​

 

Hola, estimado Cirhián,
te saludo y felicito
por tu magnífico plan,
los poetas volarán
a lograr este nuevo hito.

 

*Hola, estimado Cyrano. Como se indica en el primer hilo del post, hemos de incorporar la última palabra del último verso al final de nuestro primer verso, de la siguiente manera;

La lluvia del nubarrón
los huertos y bosques riega;
los arroyos en moción,
canales de irrigación
con que la natura juega.​

 

Ya comprendo a qué se juega,
me ha confundido la lira.
Este poeta de pega
humildemente te ruega
tu perdón o se las pira.

 

Lo quemaron en la pira
al enigmático Bruno
fue por decir que no gira
con el sol al centro y vira
la Tierra, qué inoportuno. ​

 

¡Visitante inoportuno!
Hombres de tan gran descaro
no había visto ninguno;
si es que he conocido alguno
yo no le daría amparo.​

 

Si, me enamoré de Amparo,
ojos verdes, piel morena;
le pregunté por Elena
aquel día allí en el faro
y se alejó de la escena.

 

Las huellas en la escena
del crímen horroroso
nos llenaron de pena;
bajo la Luna llena
se dio algo espantoso.​

 

Definamos espantoso:
horrible, feo, fatal
repugnante y peligroso,
explican muy bien al oso
de Leningrado natal.

 

De su tierra natal
no quedan si no ruinas;
solo queda un trigal
que se salvó del mal
a salvo entre colinas.​

 

No tiene miedo al hado
mas se ha quedado sola
aunque espera a su amado.
que nunca le ha fallado
y que mucho le mola.​

 

Es bonita la vidriera
que miramos cada día,
en mitad de la escalera,
sobre aquella vieja estera
tejida en Andalucía.

 

Venida de Andalucía
mi abuelita trabajaba
y las letras aprendía
a ratos cuando podía
mientras los niños cuidaba.

​

*Recordemos, estimada Luciana, que hemos de utilizar la última palabra del último verso del o de la participante anterior al final de nuestro primer verso.

​

 

Se reía
muy contenta
pues leía
noche y día
muy atenta.​

 

Como luciérnaga atenta
a la noche y su misterio
es la vicepresidenta.
Se ilumina, muy contenta,
disfrutando el adulterio.

 

Este divino perdón
resulta más bien barato:
recibes la absolución
con la sola condición
de rezar tranquilo un rato.

 

Levitó tan solo un rato
como la hoja otoñal.
El muerto tuvo el recato
del alma en anonimato:
juró no ser fantasmal.