1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

SEMANARIO DE UN JORNALERO

Publicado por Alonso Vicent en el blog El blog de Alonso Vicent. Vistas: 182

LUNES

Los lunes no salgo de mi asombro,
todo sigue en su sitio menos mi ánimo;
arrimo el hombro y me descubro a la intemperie
al tiempo que emprendo otro viaje.
Suele ocurrir que los lunes
empiezan el domingo por la tarde
cuando nos invade un abismo de esos
de como si el martes no existiera.
Pero los lunes, los transeúntes
también pueblan las aceras
y corren a compartir su pesadilla
con los demás usuarios
por la estrecha frontera en que los sueños
lindan con las peores realidades.
Los lunes cae herido un argumento
y convalece el optimismo y la esperanza.


MARTES

Prefiero un martes cualquiera
aunque se presente en trece,
me va despertando y crece
la ilusión, si es que la hubiera.

Sin desplazar la cadera
permítanme que bostece,
después veré qué se cuece
tanto adentro como afuera.

Tengo los días contados,
siete son, llevamos dos
para cumplir la semana.

Me regalo unos bocados,
almuerzo, contras y pros,
y a por la nueva jornada.


MIÉRCOLES

Llevo una doble vida en el trabajo;
se curte al sol mi cuerpo mas la mente
se escapa, huye, sube y es ausente
para hacer más liviano mi destajo.

Ya después, cuando vuelvo, me relajo,
me amoldo a la rutina que, solvente,
permite que patine por mi frente
el sudor que por siempre fue y me atrajo.

No le cuentes a nadie que me escribo
ni que soy, cuando puedo, un viajero
atado a su caballo y a su estribo.

Que quede entre nosotros, compañero,
que parto, me reparto y me suscribo
sin olvidar que soy un jornalero.


JUEVES

El cuarto día de la semana,
en mi caso el quinto
(porque necesito empezar en domingo
para recargar las pilas),
me encomiendo a los astros,
al más grande y a sus lunas.
Su frío me refresca,
su luz me refleja,
sus nubes me gasifican.

La noche me despierta entumecido.
El amanecer, con sus guiños,
no me sorprende;
llevo ya mi dosis de bar y carretera,
y un ayuno roto y remendado.

A mediodía, improviso una silla y una mesa
con cajones reciclados,
enciendo la hoguera de las ilusiones
y brindamos con un vino de la tierra
(o del supermercado)
los compañeros.
Carne con pan,
músculos y fatigas,
fruta, huesos,
postres, artrosis,
y un café frío y espirituoso.
¡Por Zeus que acabo la semana!

Aúllan los lobos al atardecer
antes de cumplir otro diminuto ciclo
sin haber sido devorados por las tiranías.
Qué suerte la mía
cuando al aullar mantengo a raya
a los demás depredadores.


VIERNES

El mar que veía desde mi ventana
de primaveras y veranos
queda tan cerca hoy que los árboles
impiden que pueda ver sus olas.
Sin embargo, en la distancia de hace unos meses
cobraba su azul cielo
y un horizonte de aventuras.
El sur tenía su peña y sus cabras,
el norte una nube de contaminación lumínica
tan lejana que era prácticamente imperceptible,
el oeste era una puesta de sol incomparable,
y el este un Mediterráneo
visible en los días claros.
Quizás por eso
sigo confiando en una isla
que me salga al paso en cada tempestad.
Sigo salvándome de los naufragios
por agallas
y el tiempo, como la respiración,
es el mecánico arte de dejarse flotar
hasta hacer pie e impulsarse
desde el fondo.
Cada vez queda más cerca el paraíso
para decir las soledades y entenderse
con un interlocutor de esperas y esperanzas.
Puede ser que se acerque el fin
(de semana),
que las horas sean una futura promesa,
que los días se repitan
y tú hayas llegado a mí selva de cansancios
para escuchar mis oquedades
o interpretar mis gestos,
para compartir amaneceres y ocasos.
Te llamaré Viernes.


SÁBADO

Sábado tarde (fin de semana)

Le doy gracias a este cuerpo
que consciente o inconsciente
siente
que se acabó la semana,
en el mejor sentido de la palabra.
Ahora, si acaso, me aseo,
paseo
mi cuerpo y mi alma,
con calma;
para salir de copas, oros o bastos
me basto.
La baraja anda servida
y, con mida,
en la noche me disuelvo
y vuelvo
a soñar como solía.


Sábado noche (cena de empresa)

No sé qué hora será, perdí el señuelo.
Otra cena de empresa con engorro,
y lo único que queda es el socorro
de saber que en las letras me consuelo.

Pasé la juventud, ¿seré un abuelo?
Ya no me agobio; cuando no ando corro
como buen perro viejo, como zorro,
conscientemente, sin armar revuelo.

La gente baila en unas pistas llenas:
tropieza, se disculpa, se respira,
se ahoga, flota (nada) dulcemente.

Y a mí me dio por aparcar las penas,
por sacar un papel, poner la mira
y escribir el soneto pertinente.


DOMINGO

Un día me di cuenta de que tenía rostro
y me dio por escuchar la nieve;
todo un gusto y un regalo,
¡qué bien huele!
Me inventé una casa a ojos vista,
un techo a quilómetros de altura
y una relación que cupiera
en un mínimo espacio.
Uno nunca supo de espacios sin coberturas;
en un metro cuadrado, ¡cuánta vida!
Hace tiempo que mi mundo no es España,
ni Europa, ni el mundo;
solo es un lugar que huele a azahar
y a romeros,
y sabe que su espacio es mi espacio:
un regreso, una huida, un encuentro.
Fuera de la ley, la ley cobra sentido.
Uno se refugia sin dejar rastro,
aunque el viento intuya un recorrido,
aunque deje alguna pista el aliento,
aunque la voz derrita la escarcha
y nos delate el silencio.
Pero qué importa.
Un día fue otro día.
Hoy escucho los pájaros,
es domingo,
descanso.
A Alde, Eratalia, E.Fdez.Castro y 1 persona más les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
  • Eratalia
  • Alde
Necesitas tener sesión iniciada para dejar un comentario