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Perfiles Psicológicos (Relaciones personales)

Publicado por Robsalz en el blog El blog de Robsalz. Vistas: 78

Hoy decidieron jugar a las sillas musicales en la oficina. El primero fue Fabián, que se levantó para cambiar la silla con uno de los campos que estaban disponibles. Dos minutos después fue Vinicio quien cambió el mouse de la computadora con el mismo campo que lo había hecho Fabián. Cinco minutos después, volvió a levantarse Fabián, esta vez ocupaba cambiar la silla, así que se desplazó por toda la oficina jalando la silla, parecía una azafata ofreciendo los snacks en un vuelo.

- ¡Desgraciada! – le dijo Sandra a Fabián cuando se enteró de que este había regalado la alfombra que tenía en la casa y que Sandra había pedido por si algún día quería deshacerse de ella. Si no podemos tratar mal a las amistades, no tienen razón de existir en nuestro entorno.

Cinco minutos después, era Isabel quien se unía a la conversación.

- Debe estarse despertando – dijo Isabel, sobre el pobre Enrique que aún no hacía acto de presencia – ayer dijo que hoy venía – madrugar es una crueldad que no todos agradecen, además se encontraba al día con sus trabajos, había descargado ya un poco del estrés acumulado.

Mi intención nunca ha sido el divertirme a costas de los chicos, mal escribo estos borradores por si llegado el día, debo irme de este sitio, para recordar que la gente, dentro de un ambiente laboral también puede sacar un rato para sí mismo, para relajarse.

Descubrí que Vinicio y Sandra, ya no solo comparten su afición por ir al baño a la misma hora, ni usar los íconos sobre personajes en sus aplicaciones de trabajo. Consiguieron cepillos de dientes iguales, así como los forros de sus teléfonos. Lo cual no me sorprende, dado el vínculo psicoafectivo que han desarrollado como necesidad a la interpretación social que reciben uno del otro. De aquí a que se les ocurra hacer cambios de pareja, creo que aún queda algo de tiempo.

Por lo que hoy Romeo vino con vestuario que me recordaba a las grandes épocas del cine, con colores claros, sin tantos detalles (de seguro algunos ojos, en alguna esquina, se posaron sobre él), Paolo arribó con un traje azul, como aquellos marineros de las películas que dejan amores antes de zarpar a altamar. Aunque Evangeline lo comparó con uno de esos maestros de antaño, vestidos de manera formal, con cierto aire escolar, a mí me dio más la impresión de un azul marino o capitán, depende del punto de vista (tal vez sea un fetiche).

Justo cuando Donato preguntaba por Enrique, este apareció en la oficina, de la manera más jovial posible, se completaba el círculo de la esquina, con todos sus miembros de cuerpo presente.

A veces, pasa que noto alguna mirada de uno al otro, por encima del escritorio, cuando pasan al lado, algo hay de sentimientos en este lugar, algo de amor en el aire, de deseo, de fantasías por cumplir, pero son cosas que me reservo, aún no me corresponde escribirlo, las cosas que se notan a simple vista no siempre necesitan ser escritas. Porque aquí, hay quienes desean invitar a un compañero (a) a bailar con ellos, algo así como Uma Thurman a John Travolta en Pulp Fiction. También hay, como el caso de Sandra, que su fantasía no trabaja de manera regular en la oficina, lo hace de manera externa, en el área de programaciones, por lo que su vista tiende a relajarse con menos frecuencia que la de otras personas, ya lo habrá recorrido visualmente más de un par de veces, como el Nilo recorre a África.

Hoy hicieron de la oficina una batalla campal, un sitio donde Enrique se atrevió a decirle a Fabián las verdades en la cara y el otro, por instinto, se defendió contra todos los pronósticos. Pocas veces he visto a Enrique desenfundarse de esa manera, sacar las uñas, y a Fabián, espero que la valentía le dure esta vez, al menos lo que tarda un partido de futbol. Podría contar al menos un par de personas a las que veo en un futuro disfrutarse mutuamente, pero me reservo cualquier observación.

Tuve un espacio disponible a mediodía, y pensé en que Fabián, Vinicio, Sandra y Enrique hicieran terapia grupal, pero luego me acordé de mis nervios, venidos a menos durante las últimas semanas, yo ocupaba descansar.

Me sorprendió Nicolás, que se mantuvo aparte de las distracciones, quizás le falta aun afianzarse dentro del grupo, porque se nota que lleva rodaje a cuestas.

En ocasiones gasto hasta tres hojas de papel en estas anotaciones, luego cuando saco la basura, reviso, por si alguna anotación se me fue, por si recuerdo algún detalle adicional, ya me ha pasado, recuerdo alguna risa, alguna mirada o simplemente los veo sentados cada uno, en su asiento, porque, aunque no hay asientos fijos para nadie, los grupos están ya formados, como en la escuela o en la familia.

Finalmente, he pensado en pasar una hora de terapia con cada uno, no para analizarlos como ellos creen que son, si no como realmente son, pero lo dejo pendiente para luego.
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