1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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  1. Pensándolo bien, una obra de teatro sería algo muy costoso de llevar a cabo, escenografía, vestuarios, maquillajes, no dudo de la versatilidad de la oficina para interpretar los papeles, pero tendría que empezar con un guion y siendo realistas, soy una chica bastante idiota en lo que a las letras se refiere, no es lo mío.

    Pero… bueno… qué pasaría si cada uno de ellos fuera una película, mi filmografía sería brutal. Tendría películas, cursis, melodramas, comedia, ciencia ficción, vaya, tendría hasta películas para adultos. Si ellos fueran películas, tendría que buscar un soundtrack que se adecuara a cada uno, teniendo entendido, que quizás en algunos casos, sería fácil, en otros no tanto. ¿Qué dices Bianca?... perdón, voy a tachar mi nombre, no es adecuado que quede escrito, aunque los escritos sean para mí. Decía que cada película tiene un soundtrack que lo identifica, esa canción que la escuchas en la radio y de una dices “qué buena peli”, porque seamos francos, no existiría Titanic sin ‘My hearth Will go on”, o Star Wars sin su banda sonora, lo mismo Indina Jones, Men in Black, The Breakfast Club.

    Quizás la secadora aun no termina de dejar seco mi cabello e imagino estas cosas. A algunos tal vez les gustaría saber las canciones que encontré adecuada para ellos, a otros en cambio, podría parecerles hiriente. Pudiera ser también que estos leggins me marquen demasiado la pierna, y aunque solo vaya de compras, no quiero ojos recorriéndome como si fuera un mapa. Pero es sábado y podría por un día a la semana, ser esa mujer que deja que la miren viva y no medio agonizante, un poco atrevida, sin caer en la vulgaridad.

    Además, esto de las canciones, me puede dar ánimo, el suficiente para pasar un buen día, anoche hice una playlist, sin ningún orden en específico, sin darle prioridad a ninguno de mis buenos muchachos, y ojo, porque en muchachos incluyo también a las mujeres, no encuentro necesidad de aclarar los sexos en una oración. Debo decir que para Sandra se me vinieron muchas canciones a la cabeza, “El apagón” de Yuri, “Todos me miran” de Gloria Trevi, pero terminé por darle una canción más personal, lo mismo me pasó con Fabián y Enrique a quien en un principio me inspiró “Corazón Partío” de Alejandro Sanz, pero terminé cambiando, Isabel y Evangeline fueron de las más difíciles, vaya que cuesta encontrar una canción que las refleje o se acerque al intento. Incluí también a Mateo, Paolo y Romeo, siendo que a ellos aún me falta conocerlos mejor y ver qué tantos delirios emocionales puedan tener.

    Casi me voy de compras sin apuntar la lista de canciones, por si se me daña el teléfono y pierdo de vista alguna canción. Esas cosas pasan. A Sandra finalmente decidí dedicarle “Tu reputación” de Ricardo Arjona, “El triste” de José José debería ser un himno para Fabián, Rebeca es un alma libre, siento que “Bonito” de Jarabe de Palo le va bien, aunque en un inicio también pensé en “Flaca” de Andrés Calamaro, pero pudo más el jarabe, ‘Mayores” de Becky G y Bad Bunny está hecha para Vinicio, escuchando a Los Rabanes, adopté “My commanding wife” para Evangeline, “Las de la intuición” de Shakira, para Paolo, “Madurar el amor” de Pedro Guerra debe ser para alguien difícil de atrapar en su juventud, así que Isabel te la dedico, Donato podría darle voz a Alaska con “A quién le importa”, Pimpinela no puede faltar en una playlist y si “Como la tele” no está hecha para Mateo, no sé cuál canción darle. A Amalia, le dejo “Nube viajera” de Alejandro Fernández, ‘Diablo” de Alejandra Guzmán es el tema ideal para Nicolás, y con los dos restantes, tuve mis conflictos para hallar sus canciones, pero Estopa con “Vino tinto” podría escuchársela yo a Romeo en un karaoke. No, Enrique, no me olvidé de ti, por eso te dejo “Infinito” de Bunbury. Me voy, porque se me hace tarde.

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  2. Entre todos los curiosos y poco convencionales casos que atiendo en esta oficina, no encuentro alguno con el que poder entablar una conversación sobre este crucigrama de las quejas que Paolo me comentó la otra vez. Es obvio que no es Paolo quien se queja, puesto que he conversado con él y no es persona de quedarse callado, es fiel creyente de decir las cosas en la cara, tiene un estilo tipo Scotland Yard de fruncir sus cejas cuando su humor comienza a cambiar, su manera de caminar sin mirar al piso, no podría venir de él la queja.

    Y aún sigo creyendo que serían pocos los pacientes con tendencia a trastornos mentales que no trato en este sitio, y mira que aquí he encontrado varios síndromes clínicos: obsesiones, trastornos sexuales, abuso de sustancias, depresión, trastornos afectivos y bipolares.

    Después del tercer cigarrillo, de ver un video para adultos y comer pizza, tiré dos cartas a la mesa: Romeo y Mateo. Son mis dos posibles cartas, Mateo se encarga de depositar las planillas, cada quincena mide la belleza de Amalia y Evangeline en base a su salario y el tipo de cambio del dólar, tiene fuerte tendencia a la frustración y la histeria cuando se une a los juegos de mesa.

    El otro candidato es Romeo, que creo que entra en el gusto de algunas compañeras, siempre anda con buena presencia, viste de manera sofisticada y yo diría que es la versión masculina de Isabel, si se puede considerar eso. Tiene aires de Don Juan, de premio inalcanzable, pero es poco lo que he llegado a conversar con él, tal vez tenga algún trastorno que aún no noto.

    No quiero pedirle detalles a Paolo, prefiero poner a prueba mi intuición. El resto de casos, todo normal hasta ahora, Enrique y Sandra no coincidieron conmigo esta semana en la oficina, tampoco Rebeca; Isabel y Amalia empiezan a integrarse al grupo de Vinicio y Fabián, nada bueno hay en ello, Evangeline está recuperándose de la sesión de fisioterapia (le dieron un punzonazo en seco y ella ocupa lubricación) y Nicolás, Vinicio tiene razón, es una mosquita muerta, es peor de lo que aparenta.

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  3. Nuestra historia nos lleva a una zona rural, ubicada entre potreros y carreteras de tierra, donde la luz eléctrica solo se ve a lo lejos en el centro del pueblo, ahí encontramos la pequeña iglesia, un mini super, una cancha de futbol que usan más los caballos y las vacas que pasan, que las personas, y por supuesto no puede faltar un bar al frente. Es ahí donde un hombre humilde se enfrenta a un dilema moral, cristiano y espiritual, hechos paranormales lo acechan, día y noche, en especial de noche, los susurros que resuenan en las paredes no dejan dormir, donde algo más grande que un perro de caza camina por el techo dando vueltas hasta que sale el sol, y donde ya ni los grillos se escuchan por el miedo a lo que ronda esta granja….

    - ¿Hola campesino, por fin decidiste aceptar mi oferta?
    - La estuve pensando, pero me temo que ocupas más que lo prometido para terminar de convencerme.
    - Riquezas y poder tendrás, no existirá nadie más grande que tú en este pueblo olvidado por aquel a quien llaman Dios. Pide, y yo proveeré, pero recuerda, el precio también subirá.
    - A mi edad, es poco lo que el mundo puede ofrecerme, he saciado mi vida de muchas formas, pero supongo, que nunca está de más la posibilidad de crecer, al final, si el mundo fuera de los cobardes, estaríamos en la Edad de Piedra, por eso los valientes, los que se atreven, usurpan el poder. Pero veo que hablas de subir el precio, ¿qué tanto lo subes?
    - Así que te preocupa tu edad, y qué tal si pudiera devolverte eso que el tiempo con tanto empeño te quitó, será un joven por otro, dime viejo campesino, a dónde te gustaría volver, qué edad te gustaría tener.

    El viejo campesino miraba sus manos, mientras su piel callosa le recordaba todo lo que había vivido... la sombra de aquel que ronda en la oscuridad se movía entre las paredes al tiempo que las llamas de la fogata parecían cobrar vida propia...

    - No cualquier melocotón puede hacerme sonreír, pero he visto con ojos buenos a la hija del viejo Zacarías, pero su abolengo está muy por encima del mío, aún si yo tuviera la juventud para cortejarla, el viejo no permitiría que cualquier mozo se acercara. Por lo tanto, no sólo necesitaría juventud, ocuparía buenos terrenos y si de paso... añadieras infamias para aquellos que me han visto con ojos de enfado, podríamos sentarnos a conversar de buena manera.
    - Oh ya veo, creo que podemos llegar a un acuerdo, sé que el hijo del dueño del bar se interesa en esa joven, también el sobrino del Cura, tráemelos a ambos, uno por la joven, uno por tu juventud, y llegaremos a un acuerdo.......

    La figura del ser oscuro se esfumó en el aire, saliendo de la cueva, al tiempo que el sol se asomaba en el horizonte.

    Dudó el viejo durante la noche, si aquello que pretendía valía tanto como para empeñar el alma. Pero entonces se dejó llegar el amanecer, y se pensó “aquél a quien llaman Dios, ha olvidado este viejo lugar, hace décadas que no se le ve llegar por aquí”. El tiempo había pasado y la vejez no era buena compañera. Se desayunó un pan con café, se vistió y salió a caminar. Se encontró con Angélica, con su juventud, sus ojos color chocolate, su piel morena, como si el Sol la hubiera pintado con caramelo, sus trenzas a media espalda, si existía una mujer que hubiera sido tallada por alguien con poder celestial, era ella. Ni Ezequiel ni Dionisio eran merecedores de aquella belleza, había que sacarlos del camino, la felicidad es un premio para los que luchan por conseguirla.

    Se acercó al bar y ahí, limpiando las mesas estaba Dionisio, con un paño sobre su hombro izquierdo, el viejo sabía lo que debía hacer. Pidió una cerveza, se sentó en la barra, era el único cliente.

    - Sabes Dionisio – luego del primer sorbo – me es inconcebible la manera en que manejas lo que los otros dicen de ti, yo estaría indignado.
    - ¿De mí? – dijo el otro con cara de asombro.
    - Sí, sí, te digo que no sabes cómo envidio esa compostura tuya.
    - Pues creo que sabes más que yo.
    - No quiero ser quien cree un conflicto, pero he escuchado que Ezequiel, está interesado en Angélica y que además se ha dejado decir que él es el único hombre que podría conquistarla, que tú eres joven, pero que tu empleo es poca cosa y no tienes nada qué ofrecer.

    Dionisio tomó el paño, se secó su frente y mirando al viejo, se sentó junto a él.

    - Nunca me ha caído bien ese Ezequiel, sabes.
    - Mira Dionisio, yo creo que lo de él pasa por ser sobrino del Cura, esa gente cree que Dios está de su lado.
    - Así que soy poca cosa para Angélica.
    - Mira, en esto de las mujeres, hay que andarse con cuidado por las ramas, tú entiendes, pero, si en algo puedo ayudarte, sabes que estoy contigo.

    Terminado el trago, satisfecho por los pormenores que había tratado con Dionisio, se dirigió al templo, era apenas mediodía de jueves y a esa hora casi asustaban en el lugar, se quitó su sombrero y se sentó en la segunda banca de la fila derecha, se hincó y estaba medio dormido cuando escuchó que alguien hablaba en el templo.

    - Me asombra verlo por acá, su visita no pasa muy seguido.

    - Hola Ezequiel, las enfermedades me han alejado un poco de estos sitios, pero hay cosas que atormentan mi alma y vengo donde Dios a pedir su iluminación, por mí, por ti.
    - ¿Por mí?
    - Sí Ezequiel, por ti, por las calumnias que escucho decir sobre ti.
    - Creo no entender.

    Como si la voz del mismo diablo le hablara al oído susurrándole qué decir, tomó la mano del chico, se limpió las rodilleras del pantalón y sentándose como es debido, comentó que había escuchado hablar a Dionisio.

    - Así como te lo cuento Ezequiel, dice Dionisio que tú no pasas de ser un chiquillo envuelto en las enaguas de tu tío, que para ser hombre te haría falta que alguien te diera clases. Por eso vengo acá, a pedirle a Dios que limpie tu nombre.
    - Yo mismo puedo limpiarlo, no ocupo a Dios en esto.
    - Justo ahora pasé por el bar para pedirle a Dionisio explicaciones, pero me dijo que un viejo como yo era peor que un chiquillo como tú, que a él le sobraba escuela para enseñarte a crecer.

    Alentado por el viejo, emprendió Ezequiel camino y se encontró con Dionisio terminando de asear el bar, ambos se enfrascaron en un dime y responde, tanto que empezó la gente a alborotarse frente al lugar, de pronto, empujó Ezequiel a Dionisio contra la barra y este, sin pensar lo que hacía, sacó de detrás de la barra su revólver y disparó dos veces contra el inocente sobrino del Cura.

    Entró corriendo el Cura, pero Dionisio estaba enardecido y al oír los terrores que Dios haría con su alma, disparó también contra el hombre de Dios y luego, perdiendo la cabeza, abrió su boca y se metió un tiro, antes de que su padre pudiera hacer algo por evitarlo.

    Aquella tarde hubo luto en el pueblo, pero para el viejo, era una tarde de victoria, esperó durante toda la tarde, sin importarle que la lluvia venía desde el Sur, cuando no hubo nadie en el cementerio, se acercó con una pala, y durante gran parte de la noche sacó los cuerpos de los tres involucrados, los montó sobre su carreta y jalando el mecate de su mula partió al mismo sitio donde había entablado conversación las veces con el demonio, hincado lo llamó y al cabo de unos segundos, un aroma a azufre empezó a llenar aquel sitio. Luego como si de magia se tratara, las llamas de la fogata cobraron vida, y el mismo Diablo salió de entre las sombras aplaudiendo.

    - Has hecho un trabajo envidiable. El detalle del Cura ha sido la cereza sobre el pastel.
    - La chica vale el sacrificio de esos dos infelices. He hecho mi parte, te pido que hagas la tuya.
    - Sí mi viejo amigo, solo te falta un último paso, y para cuando termine esta semana, ya estarás disfrutando de lo que más anhelas.
    - Dime, ¿qué más debo hacer?
    - Tomarás cada uno de estos cuerpos, y los enterrarás en tres puntos distintos, el del Cura, cerca del puente de piedra, justo en el centro del cruce de tres calles. Los de los jóvenes, deberás enterrar uno detrás de la iglesia, en el cruce entre la panadería y el cementerio. Y el otro, abajo en el pueblo, en el cruce entre la lechería y la salida del pueblo.

    Durante esa noche el viejo tomó el cuerpo del cura y lo subió a la carreta de nuevo. Luego, hecho a andar, su espalda le punzaba con cada vez más intensidad mientras cavaba, rezándole al Dios que el mismo decía que lo había olvidado, que nadie lo viera, fue así como al amanecer se retiró del cruce y se dirigió a su vieja casa, la cual parecía que el más mínimo viento la derribaría, se quitó las botas llenas de tierra y se dejó caer sobre su viejo catre, durmió todo el día, y al atardecer subió el cerro, fue allí donde se dio cuenta que las arrugas de sus manos ya no eran tan marcadas, sintió que mientras subía el cerro sus piernas y su espalda ya no se quejaban tanto –De seguro ya está haciendo efecto el sacrificio- pensó mientras subía.

    Esperó en la caverna a que la noche se hiciera más oscura, luego tomó el segundo cuerpo y bajó por el cerro. Llegando a la iglesia, sintió miedo, no se había acercado a Dios en muchos años y ahora estaba justo atrás del templo enterrando al sobrino del Cura, que sus pecados habrá tenido, pensó que era una falta de respeto lo que hacía, y su mente se llenaba de pensamientos que le pesaban en la conciencia, sin darse cuenta de que algún borracho que pasaba lo pudo haber visto, y no sólo el borracho, sino que también alguno que otro campesino que pasaba por allí. Para cuando terminó se dirigió de nuevo a su humilde casa, entró y encontró grandes piezas de oro debajo de su cama, el trato ya estaba siendo devuelto, luego se fue a dormir, y durmió durante todo el día. Mientras esto pasaba no se dio cuenta que en el pueblo ya la voz se había corrido, lo habían visto sepultar algo detrás de la iglesia. Al mismo tiempo la madre del pobre Ezequiel se dirigía al cementerio a visitar a sus parientes, sin embargo, encontró las tumbas movidas.

    Durante la noche el viejo volvió a toda prisa, tenía el aspecto de alguien de treinta años y su cuerpo erguido y lleno de energía le permitía correr colina arriba, ahora tenía más oro del que había en la mañana, y esto lo motivó a apurarse a enterrar al joven Dionisio. Tomó el cuerpo y sin pensar en que apenas y estaba entrando la noche, lo subió a la carreta y apuró a la mula a caminar colina abajo, cada minuto sentía aun más energía, tomó la ruta larga, dando la vuelta al potrero, llegaría a eso de las nueve de la noche al cruce frente a la lechería.

    Al mismo tiempo en el pueblo ya se juntaban los familiares de los fallecidos que a este punto no sabían del paradero de los cuerpos, y salieron quienes decían haber visto al viejo rondando la noche anterior detrás de la iglesia con una pala. La reunión se extendió hasta largas horas de la noche, y terminó cuando uno de los jóvenes que cuidan la lechería entró corriendo, había visto al viejo enterrando un cuerpo en el cruce, todos salieron a toda prisa, pero cuando llegaron ya el viejo no estaba, aun así, se dispusieron a desenterrar lo que al viejo le había tomado horas en enterrar, con horror los presentes confirmaron que era el cuerpo del joven Dionisio, un viejo que nadie estaba seguro de haber visto antes se acercó gritando.

    - El viejo hizo un pacto con el diablo, él convenció a Dionisio que matara al cura y a su sobrino.

    No faltó quien confirmara haberlo visto hablando en la mañana con ambos jóvenes antes de que el caos comenzara. Todo el pueblo se formó y caminó hacia la vieja casa del viejo. Llegaron unos minutos antes del amanecer. El viejo dormía sin saber el problema en el que se había metido.

    Salió aún medio dormido cuando escuchó los gritos que clamaban por él, no se dio cuenta que al momento en que desenterraron el cuerpo de Dionisio esto significaba que el trato no se había cumplido, por lo tanto, no notó que su cuerpo ahora se veía igual de viejo que hace tres días.

    - ¡¡¡Ahí está!!!- gritó el padre de Dionisio, y se lanzó a darle un golpe.

    El viejo intentó correr, pero sus rodillas fallaron, trató de defenderse, pero su fuerza era la de un viejo, y el linchamiento que le propiciaron, lo dejo agonizante. Metieron su cuerpo aún con vida en la vieja cabaña, tomaron el oro que vieron y se lo llevaron, luego le prendieron fuego a la casa, y del viejo nunca nadie volvió a hablar. Mientras que en el cerro una risa maligna retumbó entre aquel lugar olvidado por Dios.

    La tragedia marcó al pueblo para siempre, y desde ese día todos saben que si salen después de la media noche y cruzan por alguna intersección o detrás de la iglesia, el diablo se aparece y pregunta:

    Y tú ¿qué anhelas tener?

    (Colaboración del youtuber Montaraz Oscuro)
    https://www.youtube.com/@MontarazO

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  4. - He notado que después de los treinta, me puse mejor – Vinicio y Fabián voltearon a verla – mejor en la parte física, en cuanto a condición, - aclaró Evangeline – después de los treinta, las mujeres tomamos un segundo aire.

    Fabián venía tomando su tercer aire, ahora usa las escaleras para llegar al cuarto piso, y acaba de bajar al baño del primer nivel, junto con Vinicio, que también tomaba aire, pero parecía en mejor condición que su compañero.

    Eran las diez de la mañana y seguía sin rendirle el día a Fabián, pero era imposible, llevaba treinta minutos destornillado de la risa junto con Vinicio, ambos entraron a la reunión y las primeras palabras de Donato fueron “ese grupito de atrás”, y aunque bajaron el volumen de sus risas no lograron conseguirlo del todo, a Fabián por poco se le sale un gallo cuando le llegó el turno de hablar, a eso los llevó la chica a la que vieron cuando fueron al baño y cuya dentadura no pudieron olvidar, intentando averiguar si sus dientes eran reales, prótesis o si ella había pegado cada diente con goma blanca a sus encías.

    Hoy volvió Sandra por un breve espacio a la oficina, ha estado enferma, vino a sesión con la fisioterapeuta, con shorts, tipo playero, enseñando unas piernas tan tristes como un tango de Gardel, apenas pronunciando palabra, su sesión fue luego de la de Evangeline, quien salió directo a la farmacia, en busca de un analgésico para el dolor de sus contracturas, el estrés, el cansancio, todo se une y forma un ejército que se fortalece con el paso de la edad.

    Parece que los nublados del día quieren un poco de sol para Fabián, la muchacha a quien le di su número telefónico devolvió la llamada y consiguió concertar una cita, le recordé la importancia de saber protegerse, en caso de que la susodicha posea un grado de urgencia parecido al de él por contacto físico. Dicen que siempre hay una despeinada para un espejo roto, tal vez sea cierto.

    Isabel envió a Vinicio y Fabián a comprarse leggins y camiseta roja, para combinar con sus zapatos y sacar su Chapulín Colorado interno.

    - Amalia, usted se la come en una sentada – dijo Isabel, sin percibir el doble sentido.
    - Y sí, de una sentada – sonrió Amalia, sirviéndose una de las donas que aún quedaban en la caja que acababan de comprar Vinicio, Nicolás y Fabián.

    Pero entonces algo pasó, estaba yo almorzando con Evangeline y Amalia cuando Paolo se acercó, se sentó a mi lado a almorzar y me dijo:

    - Doc, vieras que he recibido quejas sobre usted.
    - ¿Sobre mí?
    - Sí, quejas por personas a las que no ha incluido dentro de sus citas diarias.
    - Páseme el detalle por privado, para valorar si necesitan atención y ver los casos uno a uno.

    Creí tener a todos los pacientes que consideré que necesitaban ayuda, pero parece que algunos se han escapado al diagnóstico.
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  5. Isabel le dijo la verdad a Fabián, le dijo que andaba sensible, que prefería no hablar y en tono de burla, les pidió a Vinicio y a Fabián, que le avisaran el color de zapatos que iban a traer a la oficina para él combinarse también.

    - Y no sólo andamos los zapatos iguales, compramos el mismo collar - le dijo Vinicio a Isabel, haciendo clara referencia a Fabián, quien reía sentado al lado, estuvo Isabel a punto de preguntar si no habían organizado su ropa interior, a fin de llevarla igual, pero se detuvo al pensar que pudiera ser, que Sandra, anexada a ellos, también organizara su ropa interior a fin de coincidir en estilo o color con Fabián y Vinicio, acto que representaría una imagen no apta para su mentalidad.

    - Esa app de Rebeca, es un relajo - se quejaba Donato con Isabel, recostado a la pared de vidrio - terminaba de ver una película y empezaba otra, por fin como a las once de la noche cuando estaba roncando en el sillón, le tomé una fotografía y se la mandé a Rebeca, con un mensaje que decía "una clienta feliz".

    Por allí vi las fotografías de los cumpleañeros del mes y dijo Amalia que ella no sabía qué foto enviar, así que envió la primera que encontró. Querida, relax, una como mujer solo busca las fotografías que más le favorezcan, tú tranquila, elegiste bien. Al que vi decaído en la reunión virtual, fue a Nicolás, pensativo, no se le escuchaba palabra, muy serio para la juventud que tiene, parece tener un potencial innato para ser atendido por mí, yo prefiero a los pacientes así, agazapados, porque de ellos son los pecados que no se dicen. Evangeline sigue disgustada con Fabián, por el comentario de su poco atractivo físico como maestra, a cada oportunidad se lo reprocha y me dijo Fabián que iba a mandarle un mensaje por WhatsApp, disculpándose, aunque sentía que tenía razón, habían elementos más interesantes en la oficina de al lado.

    Y Vinicio, luego de Colombia, se le ve alegre, ahora se dio cuenta de que el problema en el amor, la pasión y el romance no es él, es la geografía, porque en Costa Rica no saben apreciar la calidad de cuero que es él, lo suyo es internacionalizarse, ser un American Idol, un bocado internacional. Tal vez pase el mismo problema con Fabián, aunque en su caso, creo que el problema sí es el, porque ligues le aparecen, pero donde manda el arrepentimiento, nunca mandará el placer.

    Sin embargo, porque siempre hay un sin embargo, Fabián me pidió algo, algo que él no se atrevía a hacer, darle su número a una muchacha, yo sí pude (diría el Chavo del Ocho), falta ver si mordió el anzuelo.

    Postdata: Sí mordió el anzuelo.
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  6. Dice Fabián que el morbo es encontrar a alguien con quien puedas hablar rico, de todo, sin pudor, con toda la confianza, o sea… poner en el micro la carne para calentarla. Mientras Fabián sueña con el morbo, Vinicio lo conoció.

    La semana anterior hizo viaje por el Sur del continente, a Colombia, la tierra del café, el aguardiente y la diversión. A Cartagena, un viaje a la playa, libre del estrés del trabajo, de los tumultos de San José, lejos de los trajines diarios. Un viaje para encontrar a su yo interno, y si se puede, a alguna interesada en las danzas del amor. Enfiestado con varias chicas en un yate, viviendo la vida que Costa Rica no le daba.

    - Vieras Fabi, al final conseguí el contacto de una venezolana, una argentina y una alemana.
    - Y yo aquí pasando frustraciones, ¿y tiene fotos?

    Por supuesto que las tenía, y tenía más, tenía anécdotas de una semana entre bares, cervezas y amigas que lo habían invitado a repetir el viaje en unos meses. “Hay que ponerse con Dios” le dijo Evangeline, pero Fabián y Vinicio soltaron una sonrisa y continuaron con la charla. Entonces Vinicio le dio el teléfono a Evangeline para mostrarle la foto de una chica recostada en sus piernas, algo comprometedora, pero dice Vinicio que el ángulo en que la sacaron favorecía la perversión de la mente.

    - Mi pareja y yo, duramos cincuenta y cinco minutos – dijo Donato cuando escuchó el relato de Vinicio – eso sí, cincuenta minutos con lengua porque si no, no puedo rendir – y se sonrojó él mismo, luego de poner atención a su propio comentario.

    Me contó Isabel, que el pobre Nicolás la había pasado fatal el día anterior, solo en la esquina, sin el séquito a su lado, únicamente se había presentado Enrique, pero él no tiene la particularidad de ser la persona más conversadora en el planeta, por lo que el día había sido algo largo para Nicolás.

    Entonces volvieron a sonar las risas, habían advertido a Vinicio que no se le ocurriera llevar a Sandra a esos viajes, Colombia no estaba preparada para ella, no me podría imaginar yo a Sandra borracha en una discoteca colombiana a medianoche, buscando un hombre.

    Dice Fabián que los hombres no tienen memoria, pero Donato acababa de recordar un viaje a Medellín, hace muchos años, “era riquísimo”, dijo acordándose de un momento en particular, mientras las mejillas se le ponían rojas por el pudor.

    En Colombia, Vinicio había descubierto algo, en una hipotética obra de teatro, él sí era capaz de encarnar el papel de Sandra y con algo de suerte, podía llevar ese papel un poco más allá.
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  7. Donato acababa de deja sin palabras a la pobre de Isabel, primero se había acomodado su pijama, sí, cuando las reuniones tocaban de manera virtual, Donato tenía la sana costumbre de reunirse haciendo uso de alguna de sus pijamas, a veces en pantuflas o en medias.

    - Isa, ¿usted tiene ropa elegante como Rebeca?

    La mirada fría de Isabel tardó cinco segundos y luego, Donato se contestó a sí mismo.

    - O sea… no hace falta saco y corbata, como Amalia, la primera vez que vino a la oficina.

    Los dueños de la empresa llegaban al día siguiente a la oficina y había que dar buen aspecto, se había seleccionado a aquellos empleados con más antigüedad en el lugar para que asistieran a la oficina, entre ellos Rebeca, Evangeline, Isabel y Amalia. Dos por cada departamento.

    Nombrar a Amalia, había sido traer a la memoria su primer día, no estuve ahí, pero cuentan las leyendas que llegó enfundada con ropa formal, enagua hasta los talones, blusa de manga larga, fuerte maquillaje y zapatos de tacón, de manera que al caminar todos sabían cuando se movía, por el sonido de los tacones contra el piso. Luego se daría cuenta que con un jeans, abrigo y tenis era más que suficiente para presentarse a trabajar de manera normal.

    Y tomar a Rebeca como punto de comparación, resultaba de cierto modo, fantasioso, Rebeca siempre lucía impecable, bien peinada, con la ropa aplanchada, pantalón de casimir o falda de vuelo largo, yo no podría imaginarla con la ropa manchada por comida o por sudor, no me la imaginaba tampoco con ropa americana (tan usada en Costa Rica), para dormir me la imagino con uno de esos pijamas que incluyen pantalón y camisa con botones, sus uñas bien pintadas y perfume, porque el glamur no debe perderse ni para ir a dormir.

    La moda es muy circunstancial en este sitio, Evangeline por ejemplo, es seguidora de la cultura romana, por lo que en reuniones importantes aparece vestida de esa manera, cual Espartaco moderno, llamativo el atuendo. Como dije, la moda es muy circunstancial en esta oficina, el negro por ejemplo es un color sumamente usado, me cuesta imaginar a Enrique con otro color, sentado frente a su escritorio, con sus bebidas, apenas perceptible detrás de su computadora y esa mueca que quiso ser sonrisa pero se quedó a medio camino, Sandra es devota también de los tonos oscuros, pero ya empieza a usar el verde, como un modo de renacer creo, aunque hay resurrecciones que son mucho más lentas que las de Lázaro. De Fabián, ni hablemos, la moda no es un tema que pase por sus manos. Nicolás y Vinicio, no andan tan perdidos en esto, tampoco serán modelos de televisión, pero andan dentro de los parámetros normales. Tampoco hago bien en tomarme como ejemplo, puesto que rara vez ando bien peinada, o con ropa elegante, a veces parezco una caja fuerte, sólo yo sé la combinación, y en la mayoría de las veces se me termina olvidando.

    - Ve, doc y usted me dice que no me sienta mal, que yo me veo bien.

    Me diría Fabián si alguna vez llegara a leer esto, pero como eso nunca pasará, no me preocupo, me aseguraré de que ellos nunca lean estos garabatos que escribo y que se empiezan a convertir en un pasatiempo más habitual de lo normal, me temo.
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  8. Algunos de mis queridos chicos, cuentan ya por años, el tiempo sin tener sexo, ¿cómo hacen?, yo me mantengo casta por dos semanas y siento que se me envenena el cuerpo, mi psicología no funciona allí, "mi cuerpo pide salsa" canta Gloria Estefan y no soy quién para contradecirla. Ya sé por qué veo una luz en Fabián, una chica se sentó con él en el bus, de madrugada, cuando el alma es más sensible, le montó conversación sin dejarlo dormir y bueno, él dice que no fue coqueteo, pero luego buscó a Johanna en Facebook, pero como no obtuvo apellidos, no logró culminar la búsqueda.

    - Doctora, creo que usted tiene una imagen equivocada de mí - me dijo Sandra - he cambiado.

    Por suerte, mi resistencia fue mucha, estuve a punto de escupir el sorbo de café que tenía en la boca, pero lo sostuve y no reí en frente de ella. Deberían avisar cuando le van a decir algo así a uno. Para que Sandra cambie, haría falta que Moisés vuelva a abrir el Mar Rojo, sumergirla en las aguas y golpearla en la cabeza con las tablas sagradas de los diez mandamientos.

    Justo hoy, volvió a hablarme Enrique, no lo vi al inicio, pero su parecido con Fabián es delirante, ambos viven en un mundo donde amar es complicado, Fabián tiene el problema de satanizar todo, a Enrique le cuesta expresarse, y se niega a aceptar cualquier emoción cursi que le haga sentir vulnerable, tiene dificultad en enamorarse. Lo de ambos, tiene aire a nostalgia interna. Porque Enrique, no creo que le huya al amor, lo que pasa es que, al igual que a Fabián, les da miedo sentirse bien, la felicidad les parece un cuento de terror.

    Por cierto, entre pasillos escuché que a Fabián, le cambiaron el sobrenombre, antes le decían "El Tiburón" porque devoraba a las mujeres, ahora le dicen "El microondas", sólo las calienta, no las cocina.
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  9. Si te preguntas por qué no escribo sobre mis pacientes de otras oficinas, la respuesta es fácil, llevo sus apuntes en otra bitácora. Esta es exclusiva para mis chicos y chicas de Avenida San José, Edificio 303, piso 4, oficina Sunshine.

    Llegué temprano a la oficina, tenía cosas que preparar, papeleos. Llegué con Fabián, nos topamos en el ascensor, venía con un ánimo cambiado, con cierta valentía, espero que el ánimo le dure todo el día. Vinicio y Nicolás estaban en el pasillo, tendidos boca arriba, como dos tipos tostándose al sol en una playa.

    Luego, pasó lo que temía, el fin de semana fue demasiado para Sandra, el baile del viernes, la caminata del sábado, era obvio que le iba a costar sobrevivir de buena manera, debe ser por eso que no vino hoy a la oficina, el cuerpo no le dio para reaccionar a tiempo. Cuando la vea, voy a decirle que escuche "Hoy no me puedo levantar" de Mecano, esa canción le va como anillo al dedo. A la caminata asistieron algunos de mis ilustres personajes, Sandra, Vinicio y Enrique. Estos dos últimos sí soportaron el trajín, aún no tienen el cuerpo tan abollado.

    Queriendo ser graciosa, le sugerí a Vinicio que él, en una hipotética obra de teatro podría actuar el papel de Sandra, entonces se puso las manos en la boca y riendo me dijo "ay no, me estás diciendo zorra, al suave", los dos reímos, menos mal que estos apuntes son solo para mí, de cualquier manera, estoy segura de que Sandra se lo tomaría con el lado divertido. Y luego vino el eterno dilema, el amor, aunque dice Vinicio que la diferencia entre él y Fabián, es que Fabián busca a alguien para su vida, él no, él está bien en su soledad. Y Nicolás, pues cayó en la tentación, tomó el lugar de Sandra, se sentó en la esquina y anexó sus risas crónicas a las de Vinicio y Fabián, parecían los tres mosqueteros, caídos en batalla.

    Fui por agua y sin querer, escuché a Evangeline y Amalia, conversando en la cocina sobre asuntos de parejas, pero como dice la abuela de Amalia "cuando la mujer dice no, es no", sin embargo, estas dos a veces parece que no han terminado de aprender la lección.

    Enrique, en un acto de asombro, conversó conmigo, pero el tema de conversación escapa a los temas de los cuales llevo registros en estos borradores. En un principio no creí tener la posibilidad de hablar con él, pero a veces Dios tiene la necesidad de reír y nos toma en cuenta para su cometido.
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  10. - ¡Manuel! !abra esa puerta ya!.
    - Ay papi, usted sí es exagerado.
    - Le hablo en serio, es ya.
    - Pero apenas es un paquetillo.
    - La calle no es el cuarto suyo, para que lo tenga hecho un chiquero.
    - Pero eso lo recogen después.
    - O se baja y lo recoge o se devuelve para la casa. ¿Qué le he dicho yo que uno no hace?...
    - Lo que no le gusta que le hagan.
    - Y a usted ¿le gusta que le tiren basura encima?
    - Diay, no... pero...
    - No, no hay pero, si todo el mundo son unos cerdos dejelos así, usted no es un cerdito para que haga unb asurero, para eso está en la escuela y tiene papás para que le enseñen educación.
    - Papi, pero me da pereza.
    - No le dio pereza botar la basura, la basura es suya y la lleva hasta que lleguemos y la echa en un basurero.
    Aprenda que no hay otro planeta donde vivir, si fuera que este planeta se muere y nos largamos a vivir a
    otro, pero no, si lo dejo que usted tire la basura, usted va a dejar a sus hijos que la tiren y después sus nietos.
    - Anita bota la basura y yo no veo que el papá le haga un bochinche.
    - Bueno... es que usted no es Anita ni yo soy el papá de ella. Si le dije que la recoja, la recoge. ¡Vio! no le costaba nada recogerla, no se le dobló el brazo ni se enfermó.
    - ¿Usted cree que todos deberían de recoger la basura que botan?.
    - Por supuesto, uno muestra la educación cuando está en la calle.
    - Voy a decirle mañana a Anita...
    - Sí, dígale que cuando sea grande va a agradecer que todavía exista aire limpio.
  11. Hay gente tan descarada que da risa, ayer mientras estaba pasándome una mascarilla de pepino en el rostro y quitándome el frío con un cigarrillo, me escribió Rebeca por privado. Resulta que Isabel le hizo el comentario de que yo llevaba unas notas y quería ver la posibilidad de que yo, esquivando mi ética, le pasara una copia para ojear si existía alguna anotación sobre ella.

    Esto sucedió un día luego de que Isabel y Sandra me dijeran que tenían unas historias buenísimas que contarme, Sandra volvió a ver a Enrique quien estaba hablando con Vinicio y guiñó el ojo izquierdo. Lo que me lleva a pensar que Isabel y Sandra han estado husmeando en el consultorio los días que yo atiendo otras oficinas. Pobres novatos, los apuntes los cargo conmigo como si fueran un tesoro.

    Evangeline vino a contarme que está con un nuevo pasatiempo, la arquería, un arte difícil de dominar, como evidencia me mostró su brazo, tenía un moretón, dice que es culpa de los entrenadores, por la forma en que quieren que siga las instrucciones. La próxima semana vendrá con un moretón en el cuello y dirá que ese deporte es muy peligroso. Ojalá su esposo le crea todo.

    Y Vinicio dice que lo de Nicolás es falta de confianza, que en el fondo es más terrible que él, con amistades así, no se necesitan enemigos. Recordé algo que dijo mi madre cuando supo que quería ser psicóloga:

    - Si usted va a ser psicóloga, sepa dos cosas, la primera chiflada es usted, y segundo, recételes a todos pan.. Diazepam, Lorazepam...
    - Mamá, los que recetan son los psiquiatras, no los psicólogos. Mi trabajo es escucharlos y orientarlos.
    - ¿En serio?, !qué estupidez! , para esas pendejadas se consigue uno un perro o un gato.

    Pero no, un perro y un gato no se divertirían tanto.
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  12. Entonces, a la distancia, vi dos ángeles que descendían de lo alto, cada uno con un arco, flechas con fuego en la espalda y sandalias doradas. Cada uno de ellos se posó a un lado del atolón, tomó una flecha y luego de mover sus rostros en señal de afirmación, lanzaron las flechas hacia arriba, se abrieron las nubes que estaban sobre ellos y las dos flechas se convirtieron en mil, cada una cayó en medio del atolón, sacudiendo el agua con tal fuerza que empezó a formarse un remolino.

    - Eh aquí, que quien te ha dado el sueño, solicita que despiertes – dijo el que estaba a la derecha desde mi punto de observación, y vi salir del remolino un espanto.

    Se elevó ante ellos una serpiente, de tres cabezas, y en cada cabeza había dos cabezas más pequeñas, y entonces, solo cuando hubo sacado poco más de cuarenta metros de cuerpo, pude apreciar aquel horrible espectáculo, su cuerpo deforme, estaba formado por rostros, rostros que gemían y lloraban, retorciéndose cada uno de ellos de manera tan siniestra que el más valiente de los hombres habría caído ante aquello. Se arrodillaron ambos ángeles y uno de ellos hizo un dibujo en la arena, imperceptible para mí, la serpiente se erigió en su grandeza y se elevó por el aire, debía alcanzar los doscientos metros de longitud, volvieron a disparar una flecha cada uno y el remolino se cerró.

    Bajé un poco la montaña donde me encontraba, aturdido por las cosas que mi mente estaba presagiando y que debían ser tan terribles como las que estaban sucediendo. Empecé a correr desesperado sin tener sitio seguro donde ir, tropecé contra una roca, decidí seguir de rodillas previniendo que de esa manera me mantendría a salvo. Titubeando alcé la vista, sólo para ver como aquellos ángeles terminaban de acomodarse sobre la serpiente, los rostros gemían con más fuerza y en mi agobio, me pareció escuchar el llanto de un bebé.

    Tapé mis oídos, la distancia entre la montaña y el atolón debía ser la suficiente como para tener tiempo de escapar a sitio seguro, entonces, como si de una carrera de jinetes se tratara, escuché retumbar el mar, ser golpeado con fiereza, escuché a la serpiente arremeter en carrera acelerada por las aguas, venía hacia la montaña, mi terror estaba a punto de colapsar, corriendo cabalgada por aquellos dos seres, entró en la playa, se desvió en mi dirección y yo, en mi estupidez, me escondí detrás de un arbusto.

    Cuando la criatura me alcanzó, no me tomó por sus fauces, aquellos rostros que lloraban y gemían desconsoladamente, me devoraban lentamente, yo estaba pegado a su cuerpo sin hallar manera de soltarme, volvió a meterse en el mar, camino al atolón, yo iba sintiendo como mi piel era devorada sin remordimiento, cruzamos sobre el atolón y sin saber el motivo, bajé la vista y pude ver el dibujo que había hecho el ángel anteriormente, era la serpiente devorando a la humanidad. Conmigo empezaba el apocalipsis.
  13. Esta historia, por demás, cierta, sucedió en mi familia, allá por septiembre del año dos mil, a los pocos días de finalizado el novenario de mi abuelo materno, acto que consiste en rezar durante nueve días para que Dios en su eterna misericordia, purgue a aquella alma de sus pecados y la reciba en el Cielo, en las puertas de San Pedro.

    Cada día se acompaña el rezo del Santo Rosario con panes, café y refrescos, al noveno día, los rezos se extienden durante un periodo más amplio, agregando otras oraciones y cambiando los panes con una comida más fuerte, como arroz con pollo o carnes rojas, ensaladas y repostería dulce o salada.

    A los pocos días de terminado tal acto de fe, comenzaron los hechos. Fuimos contados por cuatro o cinco las personas que comenzamos a tener pesadillas visionando a mi abuelo, si la cosa hubiese sido aislada, no habría causado el mismo efecto dominó, pero al ser varias las personas en cuestión de dos o tres noches, se tomó un estado de alerta sobre la situación. Yo mismo, lo vi en uno de mis sueños, estaba de espaldas a mí, con una de sus camisas rayadas, su pantalón bien planchado, porque nunca soportó un pliegue mal puesto, sus botines y faja de cuero. Estaba en la cocina de su casa, cuando se volteó a verme, luego de yo llamarlo, su rostro empezó a desfigurarse, como si fuera una figura de algún museo de cera, expuesta durante un tiempo al calor extremo, derritiéndose al acto. Otros sueños similares llegaron de algunos primos y se supuso que la misericordia de Dios no había recibido de buena manera las oraciones a aquella alma que se encontraba en pena.

    Mi madre y sus hermanos conversaron sobre las cosas que sucedían, no faltó quien consideró hablar con el sacerdote del pueblo y quien dijera que aquellas cosas no tenían sentido de ser. Fue entonces, que se decidió hablar con una señora de fe, una rezadora, una mujer de mucha confianza en la familia y quien sugirió que era necesario ayudar al alma de mi abuelo a ser recibido por los apóstoles y mártires. Se acordó reunión al atardecer del siguiente día, con la presencia de mi abuela (que en paz descanse), mi madre y sus hermanos, como familiares inmediatos. Lo que sigue, no lo viví yo, lo vivió mi madre.

    Se reunieron, cada uno en una silla, haciendo círculo, se encendieron velas, se persignaron y comenzaron con el rezo, en la intimidad de la casa, ellos y la rezadora que fungió como guía durante aquella tarde. El aire empezó a cambiar, se sintió el perfume de mi abuelo en el aire y entonces, el mayor de los hombres se puso en pie, con los ojos cerrados, como si se encontrara en un trance donde no era dueño de sí mismo, comenzó a caminar y se acercó a la menor de ellos, quien se encontraba llorando, le puso la mano derecha en su hombro y entonces, la voz de mi abuelo dijo “tranquila, ahora estoy bien, gracias” y cayó desplomado al piso ante el asombro y terror de quienes se encontraban en la casa. Al despertar, no recordó nada de lo sucedido y escuchó asombrado los hechos que le fueron relatados por sus hermanos. En ese momento, se tuvo la certeza de que Dios finalmente lo había perdonado, había ingresado al Cielo y estaba disfrutando su propia vida eterna. Nunca volvieron las pesadillas y nunca antes fue escrita esta escena tan peculiar, que forma parte del álbum de la familia.
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  14. Curiosamente hoy, Enrique, Vinicio y Fabián lucieron uniformes en la oficina, vestimenta y zapatos de color negro, detalle que se le escapó a Isabel, irse de vacaciones unos días le afectó la alarma visual, deben estar velando a la cordura, incluso Fabián trajo una corona de flores estampada en su camiseta.

    Invitaron a bailar a Evangeline, pero dice que ella solamente baila salsa, el resto de ritmos se le dificultan. Todos van excepto Fabián, puesto que su imaginación lo puso a sudar antes de tiempo, sin darle tiempo para una ducha.

    Fabián no ha vuelto a consulta, no siente la necesidad de seguir contando sus problemas. Vinicio cree que solo aprendí su nombre, en realidad, he aprendido desde sus miradas hasta las maneras de mover sus manos. Sandra tampoco cree que el psicólogo sea su solución, y quizás tiene razón, hay cosas que no se solucionan. Dice Fabián que él debió estudiar para religioso, pero yo digo que no, la Iglesia Católica ya está bastante decaída como para hundirla más.

    De Evangeline también vengo conociendo apenas, pero a veces parece sumida en sus pensamientos, de una manera que me recuerda a mí, ríe como dudando, como si el acto de reír se viera opacado por alguna idea que llegó de improviso, sin avisar.

    Nunca va a suceder, pero en mi mente he visto una obra de teatro, cada uno de mis chicos interpretando a alguno de sus compañeros, intercambiaría los sexos, para que se sientan un poco más seguros. Y siendo que son cinco hombres y cinco mujeres, podría repartirlos con facilidad, veamos: Enrique interpretaría a Isabel, Vinicio sería perfecto para Sandra, Fabián podría ser Amalia, Donato tomaría el papel de Rebeca y Nicolás podría ir por el de Evangeline. Veamos a las chicas: Isabel no suena tan descabellado para ser Vinicio, a Rebeca tal vez la pondría como Fabián, Sandra luciría bien como Enrique, Amalia podría darle vida a Nicolás y Evangeline sería un buen Donato. Casi orino de la risa imaginando estas divagaciones mías, debe ser la falta de café.
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  15. - ¿Usted tiene demonios? - me preguntó Fabián, por supuesto que los tengo, todos los tenemos. En mi caso, los míos no pasan hambre, siempre se alimentan de mis pensamientos, no recuerdo la última vez que los tuve en ayunas.

    En dos ocasiones estuve con psicólogos. La primera, durante mis años de adolescencia, mi madre no entendía que yo no saliera los fines de semana, que pasara en mi habitación oyendo música o viendo televisión, lo normal era que buscara gente para salir, para socializar. Eso lo hice unos años después, cuando conseguí pareja y encontré motivos para salir, antes de eso, no habían razones.

    La segunda vez, ya habían pasado varios años, me marché un día temprano, tomé bus a media mañana hacia la capital, y de allí, bus de mediodía al Caribe, a Puerto Limón. Llegué cerca de las tres de la tarde, almorcé, tiré mi teléfono a algún basurero y esperé a que anocheciera, para ir al tajamar, lanzarme en el Mar Caribe y morir. Eran tiempos de mucho estrés, de muchas fluctuaciones en mi vida. Las dos veces no funcionaron mis sesiones, seguí siendo la misma persona, aunque en ocasiones trato de disimularlo.

    Por eso estudié psicología, busco dos cosas: tratar de entender a la gente y tratar de entenderme yo, si la segunda es complicada, la primera no lo es menos. Las personas creen que los psicólogos no luchan contra ellos mismos, es como pensar que los médicos no se enferman o que los sacerdotes no sienten lujuria cuando ven a alguna mujer atractiva. Todos somos humanos, en eso se resume todo.

    - Doc, vamos, venga - y me toma de la mano, Donato, para llevarme al comedor. Hoy celebran los cumpleaños del mes y hay pizza y helados. Algo dulce para que mis demonios descansen un rato.
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