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    Contorno de la gracia humana,
    perplejo me quedo mirándote,
    mancha inexplicable azul cielo,
    corazón de dragón cuando ruges en el infierno.

    ¿Por qué me miras mar?,
    con tu espalda plateada
    ondulando al hablar tus montes de espuma,
    canción romántica o furibunda dependiendo
    de tu estado de ánimo, estimado compañero.

    El frágil cristal de tu mirada taciturna
    me envuelve en añoranzas del pasado;
    mar malhumorada, espumosa,
    gas lacrimógeno son tus lanzas.

    Quiero ser cómplice compartiendo
    tu silencio de hada inquieta;
    mi infinito dolor te contempla
    en tu línea divisoria entre lo finito y lo infinito
    que mi vista alcanza con su catalejo de proa.

    Cajón desnudo, sin paredes, ni muros,
    alma inquieta que inquieta la morada de los mortales.
    Tú, inmortal, escribe con el corazón de la mirada
    y el amor de los pájaros cantores.

    Espero la salida del sol en tus cabellos,
    la sangre en el mar de los indefensos,
    la claridad de tu amor hecha verso.

    Algo sentí, un golpe de voz, una suerte liviana,
    inexpresivo caracol de cremas afrodisiacas
    insensible mar, vomitas barcos hundidos,
    náufragos perdidos, amores encolerizados.

    Quebrado pececillo contorneado, colores de ensueño
    en arrabales marginales de tus profundidades,
    olas que acarician destruyendo a su paso:
    húmedo lago de sueños imposibles, amarres deshechos,
    cadenas destruidas sin rosas ni claveles.

    El confuso enigma de tus virtudes envueltas en melancólicas
    historias macabras, en tu vientre han deshojado la margarita
    de ogro marino.

    La noche te ensombrece, la luna te emerge
    y tu bramas dulcemente a los amantes
    en tu acantilado alado donde acaba la corriente,
    donde la sangre es feliz, y los amores
    se marchitan de angustia luminosa, radiante como tú.

    https://josevalverdeyuste.blogspot.com/
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    #1
    José Valverde Yuste, Hace un minuto
    A Maramin y Alde les gusta esto.
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    ¡Oh, mujer!, que los antílopes y gacelas
    de la noble sabana huyen de ti,
    cuando te ven tan ardiente.

    Apagando tu llama con aguas delicadas,
    gelatinosas, de contrastes variados en su sabor,
    dependiendo de la alimentación
    a la que tú, me sometes.

    Los dioses, huyendo despavoridos
    quieren ser mi cuerpo, en ese momento álgido,
    de venas hinchadas,
    corazón latiendo a velocidad de la luz,
    glándulas sudoríparas funcionando
    como un motor a propulsión.

    Quiero ser valle que ilumine tu mente
    con mi amor de pirata, con mi dicha de nube azul,
    que nos sirve de techo a este amor limpio,
    colorido, como mis campos en primavera.

    Ese amor que se desliza por tu cuerpo
    como el río se desliza por la cuenca de tu valle ,
    regando las plantas de tu vida,
    el alma henchida de nuestro sueño,
    de Alicia en el país de la Maravillas.

    Quiero recorrerte como las nubes
    recorren el universo, contemplarte,
    deleitarme, con tu belleza, que tiene
    a las montañas del valle bailando sainetes,
    cuando nos ve abrazados en la alborada
    del día, cuando el valle se despierta .
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    Te he querido, flor mía,
    como los pájaros vuelan amando
    la libertad del preso
    que no ve a su hijo,
    solo destierro compartido con grilletes
    de nostalgia en noches de luna llena.

    Te he amado
    como el águila ama a su nido,
    allá en lo alto, dónde las montañas vierten
    sus lágrimas blancas, cuando el sol las castiga
    con su inclemencia .

    Soy tu paz, tu guerra
    tu vida y tu muerte
    en este camino que vivimos
    entre tú dicha y mi pasado,
    entre los lagos tenebrosos
    y los lagos de glaciares limpios,
    claros, como tú corazón de corso.

    Soy el sol que te calienta
    cuando sientes frío,
    en las noches largas del alma,
    cuando se encoge el corazón
    y se hacen nudos en la garganta.

    ¡Oh garganta que gritas!
    como un lobo aullando
    para llamar a su amada,
    eres presa de mis días tristes
    en mis ocasos más largos.

    Sin embargo, tú, rama de mi árbol
    que seduces a la mañana
    con el canto de tus moradores, los pájaros,
    le das la bienvenida al sol
    con el brillo de tus hojas,
    eres la primavera de mi amor
    y el ocaso, cuando me vaya
    de viaje al universo.

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    #1
    Última modificación: Hace un minuto
    José Valverde Yuste, 1 de Febrero de 2024
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    En los ecos de la noche,
    van envueltos mis pensamientos
    girando sobre la luna, como una bruja
    con su escoba de oro de Capadocia.

    Hay en mi luz un resplandor de sentimiento frío,
    un corazón cautivo, un suspiro que llama
    a la tristeza, un amor entrelazado a los susurros
    palpitantes de la vida, de ostracismo, de grano de arena.

    ¡Vete! demonio del desapego, necesito olvidarte,
    echarte de mi sangre, veneno que la muerte traes
    a mi escalera, súbitamente, como las nubes
    tapan el sol de la tierra y en penumbra la dejan.

    No juegues conmigo capricho de la maldad,
    penumbra de mi alma cariacontecida;
    ¿adónde vas solitaria y sin guía?,
    acaso pretendes acabar con el silente cielo
    que me alberga.

    ¡Oh! luz de fuego, quimera de mi ocaso;
    te maldigo, eres un maremoto en mi cuerpo,
    las alegres amapolas del jardín lloran mi hastío,
    enigma infinito de la creación eres, cloaca
    de los sentimientos, un dolor derramando tormentos.

    Soledad, vete, quiero luz y alegría serena,
    caudal de pétalos en mi cama, noches de Perseidas
    en mi corazón sediento de complacencia, en este
    sumirme en la locura, a la que me estás sometiendo.

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    #1
    José Valverde Yuste, Hace 7 minutos
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    Vengo a darte amor
    con la simpleza de una margarita
    acomplejada de su belleza.

    Vuelo

    porque soy un albatros a tu encuentro
    haciéndome dueño de tu corazón
    que es el horizonte entre mi cuerpo y el tuyo.

    Belleza es tu esencia como la duna
    de un desierto, muro inabordable entre tu prisión
    y mis besos, sentimiento de tu corazón,
    soy tu dueño, corazón de cristal, luna de piedra
    amándote sin despeinar mi ego.

    Navego

    por un barco de afecto, lleno de rosas, columpio
    donde te recreas, montaña incapaz de articular palabra,
    cuando me miras y me impactas como un proyectil,
    en la diana de mi corazón enfermo: tus caricias,
    pasión de arte rupestre en un alma de flores silvestres;
    anclada en tu alma, donde se retrata la vida en su pura esencia.

    Los poetas, dueños del amor divino,
    exploran tu universo interior, llevándome a campos
    verdes de esperanza, donde despierta el alma
    en todos los jardines de tu casa.

    Entonces

    el amor florece como las rosas
    como las olas de la mar enfurecida
    como los ojos de la luna, cuando duermes
    en mis brazos desnuda como la mariposa
    cuando se posa sobre ti, amor de mi vida.
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    Bajo las sábanas ¡Oh temblor!
    nuestros cuerpos enredados
    como el hilo en un ovillo
    puedo sentir nuestro respirar
    nuestros corazones palpitar.

    Los jugos de los besos sacian
    tu cuerpo de expectación
    y te pondrán en camino directo
    del efímero delirio de nuestra unión

    Los dedos, cuan plumeros delicados,
    se deslizan lentamente por tu espalda
    y te encoges, serpentean, tu aliento
    dejas en mi sensible audición
    acelerando tu relajación y paz interior

    La lengua húmeda tu cuerpo, como afluente
    que busca desembocar; recorre, relame, saborea
    dos pequeños promontorios que en tus senos están.
    agitación, piloerección, tus neuronas donarán

    Bajando por tu ondulado vientre, tu ombligo,
    rodeado con suavidad, delicia, júbilo, deleite
    luego más adelante el volcán por su cráter
    grandes cantidades de magma deslizará.

    Terminando con el éxtasis desenfrenado
    que produce en nosotros, el fin de la eclosión
    símbolo de placer y fecundidad.
    Desde los tiempos remotos de la creación

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    #1
    Última modificación: 29 de Octubre de 2023
    José Valverde Yuste, 28 de Octubre de 2023
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    Me encanta dormir junto a ti.
    Cuando me despierto contemplo
    tu cuerpo, de suave algodón
    tu piel, blanca como las nubes
    que el viento trae en su soplar.

    Tu pelo, como las hojas
    de los castaños en otoño.
    tu respiración, imperceptible
    casi sin sonoridad, pareces
    un ángel celestial, que irradia
    de gozo, mi primera imagen
    matinal.

    Cuando te despiertas, sonríes,
    buenos días, me dices
    y yo radiante de felicidad
    me agarro a ti, como el árbol
    se agarra a sus raíces, como
    la madre a su hijo cuando
    en el abismo está, como
    dos ancianos al caminar.

    Por todas estas cosas,
    me gusta dormir junto a ti
    eres la primera vitamina
    y mi fragante elixir.

    Por eso me gusta, compartir
    la vida contigo, hasta el fin
    de nuestra existencia y, cuando
    la vida se acabe, volaré
    en preciosos caballos blancos
    para repetir,
    ese precioso despertar.

    https://josevalverdeyuste.blogspot.com/
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    #1
    José Valverde Yuste, 27 de Octubre de 2023
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    Una sombra en el olvido
    con tus hijos he crecido,
    como un huracán
    se alimenta de los vientos,
    tú me has dado el tuyo.

    Jugando contigo, andaba revuelto;
    he trepado por tu espalda
    y cuando mi amado sol
    en ebullición estaba,
    tapándome con tu paraguas verde,
    me cuidabas.

    He soñado contigo gigante adormecido,
    como sueñan los piratas con gestas desmedidas,
    otras tierras;
    muchas esperanzas cobijé
    debajo de tu falda.

    Cuando más apesadumbrado estaba
    me dejabas ver la luz
    de tu mirada, tan entrañable,
    tan mansa, borbotones de confianza
    penetraban mi castillo de esperanza.

    Caudal de rosas de plata
    son tus hojas de hojalata.
    sabia de mi sangre, enardeciendo
    mi espíritu volador de montañas.

    Le dabas de comer a mi hermana,
    la mula Peregrina,
    con tus frutos de chocolate,
    caviar de animales; riqueza de mi añorada
    juventud de pergamino enrollado,
    mojándome de sabiduría de papel amarillento.

    Padre de mi niñez,
    abrigo de mi esperanza,
    siempre te llevaré conmigo
    en el cielo, en las estrellas,
    o en la inmensidad de mi alma.
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    Hoy estaba pensando
    en la vital alegría de la vida
    las flores bailaban en sintonía,
    la danza de la armonía.

    Las rosas con su olor exuberante
    los claveles con su perfume refinado
    envidia tenía el jazmín efímero
    y la dama de noche, ¿Dónde estaba?

    Las amapolas giraban a mi alrededor
    con sus colores hirientes, paradisíacos

    Los pajarillos cantaban alegres melodías
    las azucenas se revolvían, estupefactas,
    con la sensación que, yo no escribía,
    era música celestial lo que salía
    de mi cabeza y mi pensar
    porque a ti, mi musa, te lo debía

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    José Valverde Yuste, 26 de Octubre de 2023
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    Cuando la noche y el día
    conviven en armonía,
    cada segundo cuenta
    para diferenciar
    cuando es noche
    cuando muere el día.

    En aquel lugar,
    donde se funden
    el cielo y el mar;

    y los ojos,

    impactados, por la descomposición de la luz
    en tonos rojizos,
    como si manase sangre
    del horizonte.
    lloran de ver ese espectáculo
    tan maravilloso, efímero.

    Ahí es donde podemos apreciar
    ese instante no medido,
    ese fino hilar
    entre, cuando el sol se va
    y la luna comienza a despertar

    entonces,
    la noche ha llegado ya.
    A Melementos le gusta esto.
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    Calle vacía, palomas blancas volando,
    atrayendo la perversidad de una época
    desaparecida, del barrio de la compañía.

    Casas amparadas en un baúl de melancolía,
    reyertas escritas, dolores acaecidos,
    inmundas vidas en un mundo de inmundicias
    donde el pecado era un acto de auroras marchitas.

    Besos dados, abrazos contrastados
    libres de envidia en un mundo
    donde la vida era un respiro sin aire,
    una poesía enmarcada en la cama,
    desesperanza de una vida altiva,
    llena de perfidia.

    La noche, andando, viene a verte,
    recordando aquellas tertulias de antaño,
    fulanita con su fulanito
    ¡hay que ver cómo iba!,
    llevaba las piernas de muestrario
    en la iglesia, y la otra, era la esencia
    de la virgen, pero en el suelo.

    Dónde están los moradores de estos lares,
    donde están, son aire,
    fantasmas que te hablan al oído,
    tierra que a la tierra ha vuelto,
    o rayo alumbrando desde el firmamento.


    .
    A Maramin le gusta esto.
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    No te vayas, digo esto, cuando te has ido
    marchándote en el último tren del olvido,
    la casa llora, te echa de menos, corriente de carcoma
    introducida en mis aires, en mis sentidos.

    No te vayas soy un corazón descosido
    lleno de silencios ruidosos, estrepitosas noches
    solitarias, en un mundo desangelado e inhóspito,
    sin tu presencia, arrullo de mi aurora.

    Mis labios tiemblan, mis suspiros
    se han encogido, vagan como fantasmas
    pensando en tu vida, que ya no existe en la mía;
    es un espectro en la senda de mi existencia.

    Las alboradas son ocasos, y los días , noches
    de lunas llenas de cercos, noches satánicas
    desviviéndome por seguir la estela
    de la luz , del rayo que debe guiarme,
    ausente de la constelación eterna.

    Soy ecos de la memoria adormecidos
    sombra en el mar revuelto;
    la ola voló nunca volvió,
    fue un éter que me durmió
    en mi soledad vigente.

    La ingrata soledad me ha domesticado,
    estoy petrificado en un sillón
    viajando al pasado con mi amor deshecho en pedazos.

    Soy una arqueta, una cloaca sin salida
    que revienta cuando llega la lluvia.

    Un grito que me ahoga la cabeza,
    los rincones habitados por telarañas del pasado
    un cuervo naciendo de una mariposa
    las cadenas enredándose en mi cuerpo

    Tú aferrada a tus sueños, realidad
    u olvido destinada a vivir en tu cabeza;
    un tren sin destino, un órdago a lo mezquino
    de los suburbios del amor.

    Un posible, imposible;
    una voluntad sin deseo,
    en un barco sin destino
    y dos vidas quebrantadas
    por un torpe deseo.
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    Cuando en el banquete te veo
    mi mirada se ausenta del mundo
    y solo pone foco en tu atuendo
    que reluce como el firmamento.

    Tu elegancia al caminar
    tu delgada figura, percibir
    tu dulce fragancia exhalar
    mirarte a los ojos y decir

    ¡Qué delicia!, ¡Qué ostentación!
    el verte levitando por aquel salón
    lleno de manjares y los mejores
    embotellados añejos del mesón.

    El murmullo iba en aumento
    al anunciarse tu presencia
    con gran pompa y vehemencia
    gran halo de ostentación.

    Al fin la fiesta comenzó
    pude acercarme a ti
    y como un colibrí
    un mensaje de amor
    dejé en tu corazón

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    José Valverde Yuste, 25 de Octubre de 2023
    A luna roja le gusta esto.
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    Cómo quieres que escriba
    si tengo las telarañas oxidadas,
    la sustancia gris está deshabitada,
    no fluye el río, ni la cañada.

    No hay pájaros que cantan,
    están adormecidos, como mi mañana.

    Las colinas me dan la espalda,
    viejos hechiceros andan tras de mi
    quieren apoderarse de mi poder,
    pero yo levitando he de resurgir

    de esas cenizas muertas
    polvo blanco o gris,
    cascada o tumba, que más da;
    todo este devenir es un crujir de dientes
    una maleza que no para de parir,
    un canguro asustado a punto de salir.

    No, no quiero escribir estas cosas terrenales,
    quiero subir a los cielos
    ser trueno, rayo devastador.

    ¡Oh!, Dios dame elocución
    para hablarle al gusano
    a la ardilla, al tirano,
    acaso no son vida, entre los mortales.

    yo soy la muerte en este mundo
    de desvaídos lodos, carnes trémulas,
    omniscientes creídos,
    concupiscentes que no fornican.

    Dios , dame la luz
    para barrer de este mundo ese engendro
    que me tiene atado,
    en este mundo inmundo, de fracasados arraigados;
    nos agarramos a la madera como los náufragos,
    somos un delirio en una noche de tormenta.

    Un saber , sin saber,
    hablar sin querer,
    odiar por despecho,
    escribir para satisfacer egos.

    ¡Oh! mándame al refugio del trino,
    de la ola perdida,
    del barco que camina despacio;
    quiero morir con ese barco,
    a la deriva, pero siendo consciente
    que las letras son mi guía.

    En este barrio de fortalezas caídas,
    de dioses derruidos
    en calles estrechas,
    mentes de porcelana.

    En esta vereda que es la vida,
    montañas encarnadas,
    ríos de plata, cielos provocadores
    hablan a mi mente,
    de poemas de muertos,
    de fantasmas que vuelven.

    Son fantasías de un corazón
    efervescente, en un país de discentes;
    una barca a la deriva me lleva
    a paraderos desconocidos,
    un timón guiado por un elefante
    ha de traer la felicidad a este barrio;
    las niñas ya no van al teatro,
    los hombres se masajean en solitario.

    ¿Tú me preguntas qué quieres decir?
    lo que la mente dicta a estos dedos
    al escribir,
    fluyendo sin pensar,
    escribiendo el palpitar del hombre
    en su eternidad.
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    ¡Ay riqueza mía! como canta
    la cigarra al trino de mi vida,
    es como un laúd
    recorriendo tu entrepierna.

    Hermosos montes,
    tierra agreste, marrón
    triste, como el alacrán
    que se hunde en la piedra.

    Camino polvoriento, desnudo,
    la luna brilla en tu espalda,
    las vides con el viento
    danzan tu melodía del alma.

    Almendros rosáceos, guirnaldas blancas,
    me aturdes la mirada cuando te miro y tú,
    impasible, en el camino, me regocijas
    con tu belleza de lienzo fino.

    Zarza con moras, con espinas,
    eres esencia divina,
    entre las ruinas de la cañada
    tú proliferas, ser de otra vida.

    Valle de horizonte amplio,
    veredas estrechas, río que ríe,
    montaña que drena la esencia
    de tu pasa por la ladera solitaria.

    Entre las olas de tus lomas,
    diviso el mar azul, el marinero
    se quiere morir cuando contempla
    tu blanco azahar, tu verde primavera,
    tu rojo pasión, que la sangre altera
    en los hombres de buena condición,
    voluntad serena.
    A Alonso Vicent y malco les gusta esto.