/En este alboroto de ternuras//

Galante, regalas vida
a esta mágica ciudad,
olores de mil flores
que bajan de Galipán,
testigo de esa noche
bajo la luz de la luna,
en que un beso primerizo
me robó el corazón
entre tus sombras.

Rodeas con tus brazos mi Caracas,
cuna de mis ancestros
y me aprietas entre tus
días verdes y soleados,
bordando a mis ojos
tu grito de esperanza.

Caballeroso guardián de mis sueños,
compañero de aventuras
de amores y de anhelos,
me asomo a tu cima
y me pregunto si podremos
aun ser los mismos algún día.

Si veremos de nuevo la sonrisa
en los rostros y esa mirada
cálida que invita al sosiego,
quizás yo ya no esté allí
pero tu permanecerás
altivo y generoso,
como ayer, como mañana,
como siempre.

Ana Mercedes Villalobos
​

Son tus manos, tus ojos o la luna
es tu risa, tu amor, un cielo claro
tu boca que me besa con descaro
tu cuerpo entre mis brazos, mi fortuna.

Es la brisa que sopla inoportuna
y deja nuestros labios al amparo
de los besos que encienden como faro
la caricia en la piel que las acuna.

Es el café que impregna la mañana
o ese lirio que en mayo nos florece
asomando su olor por la ventana.

Tu rostro que a mi rostro se le ofrece
tu mirada en la mía, tan cercana
o tu amor que a mi amor le pertenece

Ana Mercedes Villalobos
​

Es vivir sin ti lo que me hace ausente,
brindar cada día con la copa vacía,
anhelando los minutos en que tu boca,
llene de música mis labios.

Es tiempo de nacer entre tus manos,
de que el mar y la luna nos cobijen
sin que nada importe,
improvisando la amorosa
quietud que sosiegue nuestro tiempo.

Es como enredarse las miradas
que se hunden en la carne,
como un náufrago que llega a su destino,
y no lo sabe, es ese místico dialecto
del amor que nos reclama,
que ata nuestros sueños en un mismo lazo.

Es ternura ese pozo sin agua
donde se apagan los lamentos,
o es la curvatura de tu espalda
lo que me duele, calladamente,
hasta el punto de luz que se abre
sobre el manto azul del universo.

Afuera hay otro mundo,
otra tierra huérfana de nosotros.

Ana Mercedes Villalobos
​

Me miras e iluminas la esperanza,
el brillo que comienza en tu sonrisa,
es sueño que en mi pecho se da prisa,
se rebela y se rompe la ordenanza.

Encontraré la luz de la enseñanza
si me asomo sin miedo a su cornisa,
me acaricia las manos como brisa,
y renueva en el alma la confianza.

Un mágico revuelo de mañana
oculto entre el follaje y el silencio
como un río que busca su camino.

Es que siento la vida más cercana
y a través de sus ramas yo presencio
la vasta geografía que imagino.

Ana Mercedes Villalobos
​

Es un verso que nos habla, o es una
historia, una mirada, un desamparo
es la brisa, o la tenue luz de un faro
es tu palabra, quieta y oportuna.

Digamos que son todas o ninguna,
esas musas que llegan sin amparo,
se instalan en mi pluma con descaro
esculpiendo mis letras, una a una.

Se va inventando así la poesía
que se escapa, presta de mi mano
hilvanando en amor la fantasía.

Se entrega como un beso muy cercano,
un reclamo o simple rebeldía,
dulce y cálido soplo de verano.

Ana Mercedes Villalobos
​

Con mis ojos repletos de mañanas
encuentro al nuevo día,
mi corazón late alegre, emocionado,
en la esperanza
de tantas ilusiones abrigadas,
que sentadas en la esquina,
esperan pacientes su cita.​

​

Llegando al otoño
- desde una primavera
que apenas se apostaba -
mis manos son ventanas sin cerrojos
sembrando vientos
que van quedando anclado a otros aires,
donde el camino se bifurca.

En la vieja casa - mi casa -
se asoma otro Diciembre,​

y en ese hilar de horas en que comienza
a tejerse un nuevo año,
celebro este regalo de vida
que renueva mi ilusión.

Ana Mercedes Villalobos
​

​

Llegará la noche y yo estaré aquí
mirando la montaña,
tejiendo sueños que,
como si fueran ciertos,
se abrazan a mis manos
aunque no sé muy bien por qué.

Es como aferrarse
al rayo que nos parte,
pobres sueños que navegan sin mi,
otra vez,
haciéndose a la mar
sin voluntad.

Estás en casa, nuestra casa,
y cuando creo que me escuchas,
me llega la vida desde adentro,
con cada brote de memoria,
entre las líneas blancas
de un poema sin nombre.

Me gusta que me ames,
como esos amores
que se viven sin sufrirlos,
solo se disfrutan,
se sueñan,
se estrenan todos los días
y por qué no?

Es ese olor a primavera
lo que extraño tanto de ti.​

Ana Mercedes Villalobos
​

Se acuesta al lado mío cada noche,
callado pero atento me acompaña,
me brinda su calor sin artimaña,
atiende mis deseos sin reproche.

Viajamos aunque no tenemos coche
me ha llevado a la playa o la montaña,
le gusta aconsejarme, no me engaña
y es sabio, pero nunca hace derroche.

No se que haría yo sin este amigo
que alimenta en mi alma fantasías
y me ofrece en sus páginas descanso.

Disfruto de tenerlo aquí conmigo
entre historias pasamos nuestros días
en los libros encuentro mi remanso.

Ana Mercedes Villalobos
​

Despierta el poema
bostezando largamente
sobre el papel.

Hay tanto anhelo
en la palabra
que apenas pronunciada,
muere en la nostalgia.

Nostalgia de esos días
en que cada verso
hablaba de los dos.

Ana Mercedes Villalobos
​

Cada día es un sueño,
que como hálito de vida, me amanece.
Es tan larga la espera despojada de tu abrazo!

Entre tu boca y la mía hay toda una historia
de ausencias, y una incipiente de anhelos,
que comienza a despertar, tímidamente,
como ese rayo de luz tempranero
que se asoma a mi ventana.

Y es que tu y yo no somos una risa,
aunque reímos juntos, no somos partes
del mismo cuento, pero nos gusta
contarlo y saber que el otro escucha.
“Ya te aburrí” – me dices - y no ves
cuando sonrío, la ternura se asoma
a los ojos y no pregunta, sólo sabemos
que está allí, como invitándonos
a abrazarla para protegerla de nosotros.

Los milagros suceden, no se anuncian
y entonces es un temblor en la voz,
un escalofrío en la piel, una magia
especial en la mirada, que nos acerca
al umbral del que tantas veces
nos devolvimos sin entrar,
y me pregunto:

Valdrá la pena atravesarlo?

Ana Mercedes Villalobos
​

Llega tu adiós rozando la mañana
presagiando mi ausencia entre tu llanto
como un amor que ya no tiene nombre
que se esparce en el tenue azul del cielo
frente el mirar impávido del beso
peregrino en el tiempo de un olvido.

Y si fuera la vida un gran olvido
no debiera pensar en el mañana
ni soñar con aquél sencillo beso
que dejé en tu recuerdo como un llanto,
ni en las nubes que nublan nuestro cielo
y anudan mi garganta sin tu nombre.

No siempre es que mi boca no te nombre
a veces he pensado que te olvido,
vacío de colores miro al cielo
esperando amanezca la mañana
con los ojos nublados por el llanto
y mis labios muriendo por tu beso.

Implorando, rogando por un beso,
el orgullo se olvida de su nombre
y se asoma a mi pecho el triste llanto
lamiendo la nostalgia del olvido,
con la noche que escolta a la mañana
y ese sol que sonríe desde el cielo.

A jirones se va rompiendo el cielo,
en este amor, quedó pendiente el beso,
mi corazón se abraza a la mañana
que callada murmura nuestro nombre,
me pierdo en el dolor del gris olvido
desbordando la calle con mi llanto.

Te alejo de mi piel, no quiero llanto
ahora vuelo, ávida de cielo,
me queda de tu adiós solo el olvido
y el asombro de no querer tu beso
mis letras se olvidaron de tu nombre
voy desnuda al encuentro del mañana.

Es antiguo mi llanto ya sin nombre,
despierta la mañana, como un beso
donde olvido las nubes de mi cielo.

Ana Mercedes Villalobos

​

Renaceré en el alba
como un bostezo
que apague la luna,
y andaré entre tus huellas
agitando tu nombre.

Me escribiré en tu boca
como una página en blanco,
como un paraje desierto
que habitado de silencios,
escampe la tristeza
entre los párpados

Seré principio y fin,
inventándome en la voz
que se haga verso,
que se haga luz en los
pliegues de los labios.

Y entonces, me sentiré en tus manos,
en tu boca, en tu brisa,
como éramos, como fuimos,
como en ese segundo
en que me miré en tus ojos
y supe, que te amaría eternamente.

Ana Mercedes Villalobos

​

Esta noche en que la luna se asoma
se alborotan mis nostalgias
como melodías rotas
como una triste canción
que se apaga entre sus muros.

Un breve vuelo me distrae
de todos tus recuerdos,
las lágrimas, las tristezas,
mis soledades,
persisten en el alma
y se adueñan de los versos
en los que desde ahora viven
con esa complicidad del tiempo que los habita.

Más allá del momento,
al borde de un instante,
surgen las preguntas acerca de los vacíos
de las horas muertas tumbadas en los tejados,
del acústico silencio de la ausencia,
de las noches oscuras y quietas
desde donde, a veces, todavía te sueño.

Ana Mercedes Villalobos
​

RECONOCIMIENTO DESTACADO
POÉTICA CLÁSICA

Poema seleccionado
por el Jurado de Mundopoesia.com


FELICIDADES
MAESTRO/A



CON TODO EL CARIÑO DE MUNDOPOESIA.COM



En audaz coqueteo mi alma loca
pretende acomodarse entre tu huella
vuela rauda, veloz como centella
y se queda prendida de tu boca.

En esa confusión - que nunca es poca -
se encuentra tu mirada allí con ella,
bajo la luz azul de tanta estrella
es a mi piel, la que tu piel provoca.

Sembrando en su interior mil fantasías,
recuerdos que se quedan distraídos
y que alivian el peso de los días.

Es también, tu silencio en mis oídos
- frases sueltas que se hacen melodías -
y tu mano abrochada a mis sentidos.

Ana Mercedes Villalobos

​

Busco afanosamente mi historia,
con tanta prisa, la perdí.

He revuelto cielo y tierra
he preguntado por ella,
escudriñé en mi memoria
vacié todas mis alforjas.

Si no aparece,
tendré que ofrecer
una recompensa

Ana Mercedes Villalobos
​