Un Maquiavelo

Te eregiste como centro

primoroso del universo

pides abrazos

mendicante del infierno

saboreas el néctar

de los buenos sentimientos

sigiloso Maquiavelo

laten las celdas en tu cetro.


Suicida en el pináculo

en torres del recuerdo

saludas al abismo

con sarcasmo y desprecio

pobre suplicante

polluelo friolento

Te mofas de los vivos

exiliado eterno.



Lloran por tu suerte

mientras solo te disfrazas

sorbiendo un cóctel loco

de almas destrozadas.

Forjas un puñal

con acero de lágrimas

preparado con cariño

para aquellos que te aman.



Ventana sombría

con heladas empañada

exprimes el jugo de la atención

con untuosa prestancia

tus tristezas son señuelos

de tus embustes y patrañas

matorrales donde famélico

te ocultas y aguardas.


Hábil estratega

estadista del Averno

embajador de Nerón

en el imperio de los tormentos.

Enamorado e incomprendido

caballero triste de Cervantes

voz suave y tersa

que abren los portales del infierno.


Áspid voraz

de los desiertos del alma

Salamería y lisonjas

justos enojos , son tus armas

sonríes con deleite

bajo sábanas perfumadas


al notar que tu abismo

nadie lo sacia.


Crees que la sangre

que brota de las heridas

es el sueño de las musas

es bella poesía

cuando lo divino es un guerrero

que entre tanta ruinas

entre tantos muertos

sonríe a la vida.


Arcilla blanda entre tus manos

las vidas

forjas con arte

un mundo que te sirva

en el molde de tus pretextos

das forma a tus vasijas

Quieres beber su tiempo

hasta que el fuego se extinga.


Hablas del suicidio

yunque de tu martillo

con que golpeas y esperas

que brote la amargura

como de la bruta piedra

salpica la chispa.

sobre las mustios hierbas.

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