Penumbras en la palabra

Allí quedan los besos de su boca,
su figura encendida en la arena,
la hierba que crece sin más respuesta
que el perfil de su alma en mis letras.
Se trenza la brizna en la madrugada
con los acordes de los dedos arrugados
que rozan la memoria lesa y cautiva
con palabras que hablan de su mirada,
me hablan de aquellos sueños imposibles
que oprimen la razón con su desdicha,
cargan con el lastre de unas horas febriles
enumerando una a una las heridas
de aquello que quiso ser amor en los latidos
y solo fue el cadáver en una tarde cualquiera.
Allí quedan los rastros de su alma,
la caricia de sus dedos delicados,
la risa alegre en los huecos del cristal
que se rompe ante el reflejo de su mirada,
el vaho de su boca cuando se emociona
y me dice con su silencio de nuevo adiós.
¡Debe ser que la vida no es más que un sueño
donde navegas en un bote salvavidas
unida a las manos de quién tanto amas!
Debe ser que no te alcanzo y te alejas
en aquella mar sin rumbo con tu amado
dejando atrás la dulzura de mi amor
suspendido en el cielo de un mundo
que me ata y desvirtúa en las nubes rotas
buscando su sueño en el crisol del recuerdo.
¡Debe ser que las palabras a veces sangran
en la memoria de los ángeles caídos
que se cortaron las alas del corazón!
Viven como frases sencillas mas incompletas
y a solas, a tu lado esperan, te esperan,
siguen allí en la penumbra de la palabra.​

 

Hermoso y melancólico poema, amigo Oskar. Un abrazo desde la tórrida Sevilla. Manuelo.