Nada a cambio

Dilemas que no son tales, sensaciones que se soslayan a una hermosa realidad.
Prohibidos que se permiten ante una mirada perversa, suspiros y respiros recortados por los pocos centímetros que los distancian.
Tu lengua en su cuello y la respiración agitada acompañando el calor creciente de su piel. Imágenes imborrables, huellas marcadas de pasión.
Atada sin permiso a tu vida, molestando como piedra en el zapato, pero nada puede hacerse, cuando se quiere de verdad las consecuencias son inevitables.
“Porque te quiere a ti, porque te quiere!” decidió lanzarse y quedarse a tu lado, aunque no estés de acuerdo.
Insistís en llevarla a los rieles del tren en el que venía viajando, ni siquiera notaste que Penélope en el Andén levantó la mirada atenta a la frialdad con la que ella toma la decisión de bajarse a acompañarte.
Querés herirla sin quererlo, llevarla a empujones a abandonar lo que la vida le fue dando en piezas sueltas y que con afán meticuloso ella fue armando.
Le contás historias de personalidades, de conveniencias, de lo correcto y lo incorrecto. Le decís que no estás bien, que no podes darle nada. Que no todo lo que brilla es oro. Que las cosas duelen y que la vida es cruel. Que en el mundo no hay lugar para estas cosas, que no están bien vistas. Que los valores y la ética se presentan por la noche a pasar factura. Y por la noche también los fantasmas hacen estragos... menos mal que existen “los medicamentos para pensar derecho”
Pero no te diste cuenta que la factura de la ética, la moral y los valores no son más que elementos del raciocinio y no de los sentimientos.
No te diste cuenta que ella lleva en el pecho la idea de quedarse hasta donde le de su propia existencia.
Y un día cualquiera, que ella prevé que será pronto, decidirás irte de su vida de repente, y aún sabiendo que va a extrañarte no piensa dejar de pensarte, quererte, sentirte. No es difícil entender que alguien vele por la felicidad de otro. Solo le resulta difícil entenderlo a quienes no saben vivir.
[FONT=&quot] No quiere oro, ni siquiera mucho tiempo, no pide que hagas lo que ella haría, ni que pienses parecido, menos que sientas lo mismo. Quiere estar siempre que lo necesites, que lo requieras. Cada vez que la vida pese, cada vez que oscurezca aunque el reloj dicte que son las tres de la tarde. Quiere asegurarse que algún día comprendas que a kms de tus sábanas, en una lágrima, en un rezo, en una sonrisa hay alguien que desea tu entera felicidad, que te quiere sin pedir nada a cambio y que siente quizás mucho más de lo que dice... pero que la “ética, moral y valores” no le permiten expresar.