Mi ridiculo consentimiento.

La enredadera del palacio, entre niño y obseno, pasando por obseno para rodar entre el arcoiris, como, los primates en cena o adoracion. Imitando al ave se recuerda el sueño eterno entre capsulas cilindricas y mi amanecer sulfurico.
Se nota la falta de silencio en las cobranzas matutinas dependiendo de una mujer cinica a la mujer adulta. Oculto entre el crater vive el primer padre, aquel que designa la corteza inflamable de lo que se cuenta, hago notar de adultos mayores aquellos que descontinuan el paso de los zurcos por los rios verdaderos.

Antes de ayer que, por repetir el sol, freno, pasa la muchedumbre de pobres alborotadas dando discurso al primer regimen de batalla: mi enseñanza. Y ruge el temblor de descontento por parecer cena algun dia de la vida, comiendo de los poros en las nubes, arriba de las nubes, frente, a esa mala espuma del color rojo y de aquella que pretende dar fruto a lo que recuerda en su baño. He de recordar que para morir son robustos esos pequeños tactos de la naturaleza mas concierne a la plantacion su ridiculo vestido y mas noble problema. repito.
Soy de carne balanza profunda entre el mar y el angel, disponiendo de hazaña entre esa locura.