mi montaña

La furia con la cual
la lluvia aviva el caudal.

El estrepitoso ruido de
truenos merecedores de elogios.

Y el día vuelve como una centella
cuando los rayos no dejan ver la estrella.

El calor de la leña ardiendo
me protege de las luces que fuera
se han apagado.

Cierro los ojos para escuchar
y poder dejar de pensar.

En la oscuridad la montaña deseada
no puede ser observada
quedando arrestada
sin una sola mirada.

 

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