Mañana

Mañana

Debería empezar por decir que fue un día más de esos en los cuales los nervios amanecen templados y rígidos como una toalla que seca las prendas de colegio a última hora.

Hace un tiempo no experimento una mañana sin la conciencia de culpa que desde hace un tiempo me obliga a entregarme a las pasiones libidinosas de la carne, y por eso hasta donde la memoria me alcanza, este temperamento fuerte que poco a poco se marca como una geografía reveladora sobre el desierto, no me permite despertar con la tranquilidad de los pájaros de la mañana, o con la de roció sobre la hierba intoxicada por el apacible humo que despiden los carros.

Ese tono que cada vez más se apodera de mi prosodia, el mismo de querer coger a patadas lo que se acerque a mi camino, una vez mas fue controlado por la opresión de mi carrera, porque como es posible que un estudiante de psicología no controle sus nervios…; pero los nervios siguen latentes y son acompañados por la habitual somnolencia, esa fobia mañanera a la tableta fría, a los retorcijones de la cagada, a las primeras gotas de agua sobre mi cuerpo. Todo ese ritual harto que tiene como fin repetir esa monótona cotidianidad, y ver a los mismos hombres, modular como un zombie a ese hombre que ayer tanto se parecía a mi y se encontraba a esta misma hora tan exasperado como yo.

Hoy fue distinta la rutina (o bueno ayer, porque ya es madrugada). Esta se repite particularmente cada ocho días. Voy a la universidad, me he despertado tarde y eso aumenta el malestar que he venido tratando de explicar. Tengo clase con una profesora encantadora, tan ogro y tan tierna como se pudiera imaginar a la vez, y brillante en su conocimiento de la conducta anormal, en su tratamiento conceptual de la vida, su postura epistemológica radical del comportamiento humano, su fobia infantil y su risa particular: algo como un joajoajoa, la cual podría hacerla pasar por tarada si se desconociera su talento.

El tema es fácil de digerir, ansiedad... tanto conozco esa palabra como los cambios en las aceleraciones de mi corazón, o como caen continuamente gotas de mis sobacos y se deslizan frías sobre la piel, impregnadas de antitranspirante.
¿Qué me deparará el dia de mañana luego de caer esta noche de nuevo en mi adicción salvaje?