Lapso Sentimental

Si bien cientos de veces mordí
con hambre y dejé cual código de piel
mi marca emotiva, en mi inconforme
anhelo sentimental, no quedó huella alguna.
Ni un rasguño siquiera. ¿Suerte o desgracia?
No lo sé. Lo que sí sé, es que de algún modo
ello también se sufre.

Te preguntas por qué este ‘injusto’ dique
sensiblero mío intenta contener tu ímpetu.
Pensarás, y con razón, que contigo justamente
me vengo a poner moralista. Contigo, que buscas
nada más que el disfrute de una buena revolcada.
“¿Y qué otra cosa?”, dices. Pero resulta que contigo,
y en decoroso papel, y aquí caigo nomás en error
y riesgo del pacato formador de dignidad ajena,
decidí morder y paladear, catar de una vez
por todas el legendario don del amor
que conozco de oídas.

Es que creo que te quiero de verdad,
y será por no haber, Ser ni cosa más idiota
que el hombre enamorado, que presiento en ti
a alguien favorable y buena para mí. Alguien
que me asusta, alguien difícil de retener
y que no creo merecer ni por casualidad
(como todo lo que verdaderamente
me ha gustado en mi vida).

¿Me comprendes ahora?
Sí, pero no te importa, ¿verdad?
Tú quieres lo tuyo como sea. Y además:
¿quién diablos me dijo que tú me amas
como para tanta historia? De todos modos
y contra mi voraz instinto fálico de partirte
en placenteros pedazos ya mismo, decido
hoy, como paciente pescador o pusilánime,
esperar un poco más por mi sirena.

Es que si te doy el gusto,
te pronostico lo que vendrá:
Si no es a mi modo, a cambio de ceder,
te voy a enamorar y después ya no te querré
o no me querrás y me iré o te irás, lo sé muy bien.
Y como según tú, “te gusto a morir”, entonces,
por inicio de un amor el cual descrees y yo no,
te pido: persevera por él también hasta ver
si tengo razón, porque esta vez deseo
sinceramente, redundo, no regalarme
de nuevo, sino gozar sin revés el ser
amante y amado como un Dios.

Por lo tanto, dependo de este lapso
‘drástico’ que tan inoportuno te parece, así que,
primero: despégame de la nariz tu chicle globo
reventado, sácame tus cabellos de la mejilla
y tu boca caliente tan cercana a mi saliva,
y tus senos detonadores de mi pecho
y tu aroma sensual, porque contra un
apático mañana de mente poblada
de ti y cama demandante de ti, yo
te necesito irracionalmente bien,
¡pero bien fall in love!

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