La nada

Me acurruco y me refugio en mi caparazón como cualquier tarde de invierno en la que el gélido frío se lleva las palabras, me deja sin gestos, sin apenas pensamientos cálidos. Aún así, este frío me mantiene viva, en alerta.

Y me recojo dentro de mi propio refugio sin formas, sin medidas, sin colores y sin mobiliario alguno. Lejos de la frenética velocidad que una y otra vez asalta mi vida y me intimida.

Mis pensamientos luchan entre ellos por protagonizar mi estado de ánimo y yo, lejos de resistirme y abandonarme a ellos les permito que dancen, que posen, que desfilen su ego y se debatan entre ellos.

Dejo que se sientan ignorados por mi, dejo que toda su puesta en escena se quede sin público que les adule hasta que van perdiendo fuerza y el ridículo les invade.

Entonces imagino que color tendrá la nada. ¿Será negra elegante, camaleónica, capaz de pasar desapercibida en la fría noche? ¿Será blanca transparente, ingenua, heróica e irónica, conciliadora, tal vez? ¿Sera rosa inocente, diversa, provocadora? ¿Será azul cristalina, verde oceánica, traerá esperanza esta nada? o tal vez ¿sea amarilla, dorada llena de energía deslumbrante que apenas se puede ver hasta que la vista se acostumbra y empieza a percibir esa belleza oculta donde antes solo habían sombras?

Sigo buscando el color de la nada, mi nada necesaria, mi nada sabia, la que no me intimida sino que me obliga a detenerme cuando ando sin rumbo. La nada que me avisa, la que matiza el ruido, la que irrumpe entre la multitud para susurrar casi en silencio que me detenga.

La nada capaz de regalarme mil colores, de intensidades distintas y diversas, de desconcierto y confusión, capaces de despertar en mi la esperanza.

Los mil colores de las mil veces que podría venirme a bajo para que no sea la inercia la que me obligue a agarrarme a cualquier clavo ardiente, sino que sea algo que sale de mi interior y me obligue a no poder seguir ignorando todo aquello que la nada trae consigo...........

 

De la nada salimos y a la nada volvemos,bello tu escrito