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La huida

Tema en 'Microprosas' comenzado por cesar curiel, 11 de Julio de 2012. Respuestas: 4 | Visitas: 727

  1. cesar curiel

    cesar curiel Poeta que considera el portal su segunda casa

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    La huida

    Era casi la media noche, Juan Esteban Miramontes echó un vistazo a la recamara de los niños; dormían como un par de angelitos los dos. Claudia y Ramoncito, como le decía él a su pequeño muchachito de apenas un par de años de edad. Claudia, la niña más grande contaba apenas con cinco añitos; era una niña tierna, cariñosa, atenta y observadora que trataba de imitar a mamá en lo que más ella podía. Gloria, la esposa de Juan también dormía sobre un viejo sillón que se encontraba justo frente al televisor, en la sala de aquella humilde casita en un barrio pobre y peligroso de un suburbio de la ciudad de Chicago, muy cerca de la misma urbe, en donde se podían divisar los grandes edificios que pereciera y tocaban el cielo con sus puntas. La familia dormía, cansados, exhaustos por la rutina y el trabajo de un día anterior.
    La pobreza era un problema para ellos al igual que miles de indocumentados en ese país capitalista llamado, Estados Unidos. Juan, en su desesperación, había hecho amistad con unos vándalos, paisanos de su tierra para poder hacer unos negocios y así, salir un poco de la pobreza y darles a sus hijos y esposa una vida un poco más digna, algo que ellos y el merecían. Pensó, recordó cuando estando aun en su tierra, bajo juramento me había prometido a su esposa darle amor, una vida digna y sin sufrimientos. Pero, lejos de eso, habían tenido que emigrar a ese país, a una tierra en donde el idioma había sido el primer obstáculo, parte del racismo, las humillaciones y el menosprecio que tienen que vivir y soportar la gran mayoría de los hispanoparlantes que radican en el país más “poderoso” del mundo. Juan, sentado no dejaba de pensar, en ratos se levantaba del asiento y daba pequeños y frágiles pasos dirigiéndose a la única ventana con la que contaba el pequeño tugurio en donde vivían. Alzaba de forma discreta la persiana y miraba hacia afuera, a la calle con una mirada pusilánime y discreta. Sus ojos destellaban tristeza, vacio, desolación. Giraba su cabeza una vez más para con su familia y casi inadvertida, una lagrima empezaba a salir de uno de sus ojos la cual se limpiaba de forma rápida y procurando nadie lo fuese a ver, aunque el sabia que nadie lo veía, pues estaba solo, todos en esa casa estaban dormidos, excepto el.
    Tenía que dejarlos, esa misma noche tenía que huir por el bien de ellos. Juan le pesaba la conciencia, le remordía, se arrepentía, lloraba. Se dirigió a donde estaba su esposa y tiernamente me dio un beso suave, casi invisible, sin que sus labios hicieran contacto con la piel de su mujer, la cual dormía plácidamente como un recién nacido. Se dirigió una vez más a la ventana y pudo ver un automóvil que llegaba con las luces apagadas, se paro justo enfrente de su apartamento; en ese momento sintió que la sangre se le congelaba, se le iba el alma, la piel se le erizaba. No había marcha atrás, tenía que salir e irse en ese carro, subir y decirle adiós a los que el más amaba. Solo dejo una nota justo arriba de la mesa; esa mesa en donde por tanto tiempo disfrutaron los cuatro miembros de la familia comiendo, jugando, charlando, riendo, cantando. Ahora, esa mesa solo tendría a tres, Juan ya no. Juan Esteban Miramontes se había metido a vender drogas, a distribuirlas de estado a estado por la unión americana y no podía arriesgar a su familia a nada, por eso decidió mejor abandonarlos, pero siempre con la promesa de estar al pendiente de ellos, de hacerle llegar dinero a su esposa. Con el tiempo, y a pesar de tanto sufrimiento, Gloria encontró un nuevo hombre que se hiciera cargo de ella como mujer y viera por sus hijos, recibía dinero al principio, si, pero le hacía falta lo más importante, la atención, el amor, la comprensión, el cariño. Juan, el fue arrestado y deportado a su país natal después de cinco años de estar en una prisión federal de Estados Unidos. Perdió todo, se quedo sin nada. Muy tarde comprendió que el dinero no lo es todo en la vida, que existen valores que no se compran ni aun con todo el dinero, y eso es el amor, la confianza, la felicidad.
     
    #1
  2. dulcinista

    dulcinista Poeta veterano en el Portal

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    Gran relato mi estimado y querido César,
    buena enseñanza la que le brinda al protagonista
    la vida. Gracias por este regalo.
    Abrazos y saludos para ti.
     
    #2
  3. cesar curiel

    cesar curiel Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias mi estimado amigo, siempre es un placer saludarlo por este medio.
     
    #3
  4. MARISOL PÉREZ

    MARISOL PÉREZ Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Es verdad, no sé porq hay personas que toman el camino equivocado a sabienda de lo q le viene....Son muchos los que corren para Estados Unidos buscando una mejor vida, no lo crítico....porq cada cabeza es un mundo....Pero llegar al tráfico de drogas,me cansó de criticarlo,no es la vía,por mucha necesidad q se tenga.Se quedó sin nada,bueno si con algo...Con su propia vida! Mis abrazos César y saber que al latino lo tratan mal,es cierto hay mucho racismo y descriminan tanto,sobre todo si hay sobresaliente,buscan la manera de joderlos....Hasta pronto amigo César.


     
    #4
  5. cesar curiel

    cesar curiel Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias estimada amiga, Marisol. Un gusto saludarte.
     
    #5

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