La hija del sacerdote

LA HIJA DEL SACERDOTE

La hija del sacerdote
comía del congal,
vivía en un sucio lote
a orillas del infeccioso canal,
sembrando rosas blancas;

se bebía el destino
mezclado con licor barato,
su padre tomaba vino
con sangre de garabato,
ante miradas atónitas;

la vida se le iba en fiesta,
siempre con un anfitrión nuevo
y el deseo vuelto siervo
mientras el amor toma una siesta,
a pesar del rechinar de la cama;

se perdía cada mañana
y se vestía presurosa,
se inventaba una hermana
y escribía la vida en prosa,
lejos de la latente oferta;

y era la juventud su confianza
que se escapaba en hilos de plata,
siendo una condena sin fianza
con una entereza que hacía falta,
para cumplir los sueños de infancia;

no vio su belleza volverse experiencia
en el mohoso e insensible espejo,
dejó secar las flores con su esencia
cuando la traicionó el reflejo;
y al vender el resto, llegó mi tristeza.

¿Dónde ha quedado mi fe, mi santa,
mi salvadora?​

 

Un gran poema para reflexionar, deducirlo, es una estupenda obra intelectual importante.

 

es un poema muy elegante y muy razonado.

 

Bonito versar nos dejas con tu letras tan profundas.
Ha sido muy grata mi visita a tu espacio.
Te dejo estrellas, un beso y un abrazo.
Tere