Humano

HUMANO​

Sucede a veces, que al hablar o escribir sobre edades muy remotas, en cierta manera, nos son más próximas que cuando hablamos o escribimos sobre épocas mucho más recientes. Es curioso y significativo el por qué esto es así; y es así, porque esas edades tan lejanas nos son comunes tanto a los hombres de ahora, como a los humanos de civilizaciones muy anteriores a nosotros.

Cuando hablamos de los “orígenes”, intentamos describir de manera generalizada acontecimientos nada claros, pero suficientemente reveladores de lo que fueron cambios durante millones de años, y que llevaron a la familia humana a ser, lo que comenzó históricamente hablando hace unos diez mil años, la base de toda cultura y civilización. Curioso es también que decidiéramos subirnos a los árboles, para después, poco a poco y muy lentamente, debido a la necesidad de alimento, ir bajando de ellos para explorar un medio distinto buscando sobrevivir.

Imagino al Hombre de Neanderthal, o al Homo Sapiens, tallando su piedra, organizándose en grupo para la caza, refugiándose en cuevas, construyendo cabañas; dominando el fuego, enterrando a sus muertos, y plasmando su magia, su incógnita y misterio en las pinturas rupestres. Lo imagino, y lo imagino como algo mío. Sin embargo, cuando hago lo mismo con culturas y civilizaciones como la mesopotámica o la egipcia, la distancia que me separa sicológicamente hablando, es mucho mayor que la que nos separa de la edad de piedra (paleolítico superior). Esto sucede debido a la cronología histórica; y debido también al conocimiento que el ser humano ha adquirido a lo largo de esa historia.

Cuando en el hombre se despierta el instinto primario, estamos siendo tan primitivos, no como los hombres de las civilizaciones mesopotámica o egipcia, sino como nuestros antepasados homínidos; instinto que tampoco debió ser ajeno a aquéllos, ya que ni cultura ni civilización nos relata nada sobre los primeros humanos, que pueda ser comparado con el hecho cultural que nos hace catalogar las épocas históricas.

Ha sido un pensamiento que he querido reflejar en unas cuantas líneas, y que me lleva a la conclusión de que el ser humano no se encuentra muy lejos de la edad de piedra pese al discernimiento adquirido, ya que se nace sin un conocimiento previo del medio que nos rodea, y es sólo en los albores del neolítico que podemos hablar del inicio de lo que más tarde serán los tiempos históricos y sus diferentes culturas y civilizaciones. Ello no quiere decir, ni supone, que los cambios se dieran a la vez en todas partes, ni que haya una línea divisoria demarcando claramente esos cambios culturales de otras épocas más remotas; pero sí hay un cambio, aparte de los distintos procesos evolutivos en cada lugar, que arranca en ese período, a partir del cual se asientan los cimientos de la civilización.