Hondas trincheras de la noche

Serpenteando en lodosos
zanjones, simas profundas,
protegido de las frías esquirlas
de sus manos.
De sus ojos acuosos en la nada.
Escapando de la dura agonía de
sus cuerpos.
Salvado, hundido en los zigzagueantes
laberintos de los sueños.
Pero ellos están, interrogan anhelantes
sus congojas, invitan, reclaman exigen.
Arroparlos a todos salvarlos.
Pero no puedo.
Pero no puedo.
Pertinaces estallan
en el cielo las bengalas.
Próximo blanco,
tendido sin resuello me rescato.
Un instante más, uno solo.
Postergo.
Imploro.
Huyo sin mirar atrás, tapando los oídos
sin escuchar el estallido de sus voces.
Aunque me uniré próximo a ellos
seré carne de su carne inexorable.
Boca arriba hundido en las trincheras
de la noche.
Las bengalas, bellos veleros de luz
nos señalan.
Próximo blanco, vivos y muertos.

 

Nelson le comprendo esa noche,
un lujo leerle en esta tarde quieta,
abrazos tricolor en la distancia,