Escucha, mujer ajena

Escucha, mujer ajena:
No callaré el corazón
Pues tengo causa de razón;
todo riesgo, vale la pena.

Déjate de añejos temores
y confía en tu instinto.
El mundo sí es distinto:
hoy son parcos los amores.

Escucha, mujer ajena:
Esculpí tu cuerpo con sales,
estrellas, bendiciones y males...
¡Te labré en la arena!

Juguetearé con tus rubores
a la salud del vino tinto...
pues mi vida vale un quinto
sin palpar tus sabores.

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Delicado pero contundente
un abrazo

 

Estimado Cesar, excelente escrito acabo de leerte, muy buenas tus letras, de principio a fin, donde muestras bien todo tu sentir.

Te dejo todo mi afecto y un fuerte abrazo.


Hector Alberto Villarruel.

 

¡Ya vez como es uno de necio!...

Gracias Rosario por estar siempre.

Un abrazote.

 

Gracias Héctor por paserte entre estas líneas. Un abrazo.

 

Perfecto como siempre compañero, muy bueno la estrofa final, me supera mi instinto tabernero. aplausos.

 

me parece de esas inspiraciones que surgen muy espóntaneas,
el poeta ve la buena madera, cual cincel, esculpe su poema
con tinta y pluma... buenas huellas nos dejas en tu poesía Jorge.

un gran abrazo chileno

Ramiro

 

Gracias Terrin. Valoro tu visita y comentario.

Un abrazo.

 

No se puede interpretar mejor, mi buen Ramiro.

Precisamente son letras que llegaron solas y en un suspiro quedaron quietas.

Un abrazo.