El Monje

Sobre la sierra mora apunta la luna fría sus rayos benefactores hacia la vereda salpicada de gris ceniza:allí un monje cristiano se halla de rodillas implorando con su boca de mudo amor celestial ante la atenta mirada severa de su celoso Dios de la iracundia y del amor salvaje.Pronto empieza a llover como un aluvión ciclópeo sobre los campos de hierba incolora,y es así como nace,arraigando sus raíces de santa potestad perfumada en almizcle,el apoteósico varón iluminado con el rayo de la gracia espiritual.<<Es Él>>,murmura en un vago y somnífero susurro nuestro anacoreta de faz pálida como la difunta madre nocturna de los estrellados cielos relumbrantes y,irguiéndose va presuroso hacia la figura enjuta pero nimbeada con el carmín brillante de los elegidos para salvar el mundo.Se abalanza sobre Él como un frenético enfermo mental y desgarrando su manto de purpurina observa para su horrorosa contemplación el cadáver maloliente del último ídolo que con su retumbante hazmerreir hizo quebrar de vil hambruna las famélicas bocas de las estrellas que ahora gotean sangre en la religiosa túnica de la decadente estatua de sal en la que se ha transfigurado nuestro fiel pero desengañado seguidor de Cristo y Jehová. No volverá a la silueta vital y dinámica hasta que las llamas infernales suban a la tierra para lavar la pegajosa dinastía de la noche sin fin.