El malandro

Robaré a tus labios
la palabra esquiva,
así como el misterio
de tus ojos pardos,
me llevaré en silencio
de tí tantas cosas,
la verdad del por qué
me has traicionado.

Digeriré el hielo
que a mis entrañas queme,
aceptaré sumiso
mi triste congoja,
olvidaré tu nombre...
Tu existencia toda,
serás invierno muerto
y yo seré la tarde roja.

Sorprenderé la mañana
con su nuevo canto,
rasgaré las penas
que me atormentan,
programaré mi cerebro,
anularé la pena,
volaré muy alto
sobre mis quebrantos.

Buscaré unos labios
que no sean tus labios,
miraré unos ojos
que no sean tus ojos,
rebosaré la pasión
en un cuerpo extraño,
me embriagaré de placer
a mis antojos.

Seré marinero
que en cada puerto ama,
danzarín libélulo
en los burdeles,
poeta malandro
con mis poemas,
vulgar caballero
con las mujeres.

Porque fui honesto
en el amor sagrado,
porque fui sorprendido
por tu cruel engaño,
porque sólo supiste
ahogar mis sueños,
porque siempre fui bueno
y me hiciste malo.

Por eso viviré
engañando a las mujeres,
para que a mí las mujeres
¡Nunca más me hagan daño!

Tato Ospina.