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El cuento de Rigoberto

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por joanmoypra, 23 de Marzo de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 2880

  1. joanmoypra

    joanmoypra Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    13 de Octubre de 2011
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    Hace tiempo un amigo me conto, este cuento que les cuento,
    nunca sabré si fue verdad o simplemente un invento,
    lo que puedo asegurar es que es una pasada si es cierto.

    Rigoberto se llamaba y eso es lo único cierto;
    y todo lo demás no importa lo que interesa es el cuento,
    que comienza como todos explicando el personaje este enrevesado argumento:

    -Tras casi un año de salir con mi novia, el próximo mes me caso!

    La madre de mi novia o futura suegra es genial (además de estar
    terriblemente buena). Ella solita se ha ocupado de organizar toda la
    boda: iglesia, música, fotógrafo, banquete, flores, etc.

    Hace poco me llamó y pidió que fuera su casa para revisar la lista de
    invitados y anular algunos de los de mi familia pues estaba superando
    nuestras previsiones. Cuando llegué, revisamos la lista y la rebajamos
    justo por debajo de los ciento cincuenta invitados. Fue entonces
    cuando me dejó boquiabierto: Se quedó en bragas y sin sujetador y me dijo que siempre le había resultado un hombre muy atractivo, que
    dentro de un mes ya sería un hombre casado y que antes de que ello
    ocurriera, quería tener sexo salvaje conmigo.

    Entonces se levantó, caminó sensualmente hacia el dormitorio y me
    susurró que yo sabía donde estaba la puerta de salida si lo que quería
    era marcharme.

    Me quedé de pie, inmóvil, aproximadamente unos tres minutos y
    finalmente decidí que sabía perfectamente qué camino tomar.

    Me dirigí corriendo a la puerta, salí a la calle y... ya fuera,
    apoyándose en el capó de mi coche estaba su marido, el futuro suegro, sonriente y con una escopeta de dos cañones cargada.
    Creo recordar que:
    me explicó que únicamente querían estar seguros de que su querida hija se casaba con el hombre adecuado, honesto y se les ocurrió esta
    pequeña prueba que yo felizmente había superado con éxito. Me tomó del hombro, y después me abrazó, me dió un talón de 100.000 euros sin yo poder reaccionar ni hablar aún aturdido por las emociones.


    MORALEJA:

    Menos mal que fui a buscar los condones al auto, que si
    los llego a tener encima, hoy estaría muerto...


    joanmoypra
     
    #1

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