1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Confesión de un náufrago.

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por PAIRO, 1 de Octubre de 2010. Respuestas: 1 | Visitas: 593

  1. PAIRO

    PAIRO Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    1 de Julio de 2010
    Mensajes:
    163
    Me gusta recibidos:
    11
    Confesión de un náufrago.



    Soñaba que naufragaba en una isla desierta sin comida, ni agua. Todo era muy confuso, el sol me calentaba como si estuviera en el mismo infierno y la brisa que me alcanzaba era sofocante.
    Creo que ya habían pasado un par de días, no encontraba comida y me quedaba muy poca agua, por lo que decidí explorar la isla, caminé durante varias horas hasta que llegué a una cueva que conducía a un profundo subterráneo, me pareció un buen refugio en virtud de que estaba fresco, por lo que concluí pasar la noche en ese lugar.
    Hallándome en el subterráneo y habiéndose metido el sol, me recosté sobre unas rocas para tratar de conciliar el sueño; sin embargo, en el fondo del subterráneo comenzaron a escucharse ruidos extraños, como animales gruñendo, al principio pensé que era mi estomago pidiendo alimento, pero eran tan intensos los gruñido que me convencí de lo contrario, no obstante, no me moví de aquel lugar hasta que logré conciliar el sueño.
    Al día siguiente, tenía la duda sembrada en mi cabeza, de que eran aquellos ruidos extraños que había escuchado la noche anterior, me preguntaba si esos ruidos podrían ser mas que peligrosos, mi salvación, ya que llevaba tres días sin probar alimento y aquello que escuché, podrían ser animales o quizás bestias, pero al fin y al cabo, alimento con el cual podría sobrevivir mientras ideaba una forma de salir de aquél lugar.
    Diría que era medio día, pues el calor estaba a todo lo que daba, mi estomago pedía algo de alimento, estaba ya muy hambriento, por lo que sin mas, decidí quitar aquella dudada de mi cabeza e ir en busca de los causantes de aquellos ruidos extraños, por lo que tomé un madero y me adentré en el subterráneo.
    Caminé durante varias horas adentrándome cada vez mas en el profundo subterráneo, ya no podía ver nada y solo me guiaba a tientas. Seguramente afuera ya se había puesto el sol, no lo podía saber puesto que en aquél lugar siempre fue de noche, estaba muy oscuro y no veía nada, solo caminaba tratando de escuchar algún ruido o percibir algún movimiento.
    Estaba exhausto, hambriento y mi poca fe estaba por agotarse, cuando a lo lejos, escuché unos pequeños gruñidos que salían de una pequeña fosa ubicada a unos cuantos metros, por lo que me acerqué lenta y sigilosamente para averiguar lo que escondía aquella fosa. Al llegar, agaché la mirada para ver que dos pequeñas sombras se movían, parecían crías de algo, no podía distinguir lo que eran, tenían el tamaño de un lechón, se veían completamente indefensas y ciertamente si no hubiera sido por la maldita hambre que tenia seguramente no los hubiera tocado; sin embargo, mi necesidad de alimento era tal que solo me dejaban pensar en satisfacerla, pues esas sombras representaban el calmar de mi hambre y consecuencia de ello, mi salvación y el poder volver a ver a mi familia, por lo que me apresuré a tomarlas entre mis manos sin siquiera pensar que esas crías probablemente tendrían quien las cuidara, quizás un enorme macho que me sacaría las entrañas en cuanto sospechara de la barbarie que cometería con sus ellas, simplemente no pensé en ello.
    Con las pequeñas bestias en mi mano, me apresuré a dejar el lugar. Caminé por la oscuridad durante algún tiempo hasta que cansado decidí aparcarme entre unas rocas y puse el botín en el suelo, extrañamente noté que las pequeñas crías no tenia pelo y no emitían chillido alguno, como si sintieran cierta seguridad a mi lado, cosa a la que no le tomé ninguna importancia, pues en ese momento sólo eran comida que saciaría mi necesidad de hambre.
    Estando las presas en el suelo, las coloqué una encima de la otra, todo lo trataba de hacer lo mas rápido posible y sin razonar, sólo quería hartar mi hambre, pues prácticamente estaba convertido en un animal cubriendo necesidades básicas, por lo que tomé el madero, di un fuerte respiro y sin ningún recato descargué un fuerte garrotazo, golpeé una y otra vez, se escuchaban espantosos chillidos, las sombras se retorcían de dolor, pero yo no me detuve, seguí golpeando aquellos pequeños bultos de carne hasta que ya no se escucho chillido alguno, sólo el sonido del madero haciendo contacto con la carne muerta, sólo entonces me detuve.
    Una vez que paré, noté que una sombra se acercaba rápidamente, corría despavorida hacía mí, por lo que nuevamente tomé el madero y esperé hasta tenerla a distancia, cuando llego el momento solté un fuerte golpe que hizo detener su marcha bruscamente. La bestia quedó tumbada en el suelo retorciéndose de dolor, pero no podía arriesgarme, por lo que me acerqué y seguí golpeándola hasta que quedó completamente inmóvil y yo fuera de si.
    Cometida mi atrocidad e inmerso en una locura, sin remordimiento alguno, me abalancé como bestia hambrienta a devorar mis presas, no me importo que la carne estuviera cruda y ahora que lo pienso, realmente no me importaba nada, sólo me deje llevar por mis instintos, por mi necesidad de devorar, simplemente mis manos comenzaron a arrancar pedazos de carme para introducirlos a mi boca de forma repetitiva, una y otra vez, hasta que mi hambre cesó.
    Habiéndome saciado hasta el hartazgo, quedé tendido junto a los restos cual fiera colmada en su necesidad, recobrando de nuevo la razón y pensando que quizás, gracias a ese alimento podría volver a ver nuevamente a mi familia, hasta que me quedé tranquilamente dormido.
    Al despertar, me encontraba en mi sótano, totalmente ensangrentado, con las manos apoyadas y ese sabor tan desagradable en mi boca. A mi lado, yacían los pequeños cuerpos de mis hijos totalmente descuartizados y unos metros adelante, yacía el cuerpo de mi esposa con un bate incrustado en el cráneo. No entendía lo que pasaba, la noche anterior estaba en una isla desierta luchando por sobrevivir con el fin de volver a ver a mi familia y al otro día, mi familia yacía sin vida en ese sótano, no sabia que hacer, mi alma se partió en mil dedazos al ver tan horrenda escena, sólo me llevé las manos al rostro al tiempo que me lamentaba, comencé a gritar como loco, y después no supe mas de mi hasta que desperté atado a esta cama. Eso es lo único que recuerdo…

    - ¿Y en su delirio nunca noto algo extraño? ¿Nunca noto que lo que destrozaba y se comía, eran su familia?

    - Juro que todo parecía tan real, la isla, el subterráneo, las bestias, nunca noté nada raro, como iba yo a saber que lo que segaba mi necesidad de alimento eran mis hijos, mi esposa, mi familia… Todo fue tan real, que esto parece ser una macabra pesadilla en la cual ya no distingo si naufrago en lo real, o en lo irreal…
     
    #1
    Última modificación: 4 de Octubre de 2010
  2. joblam

    joblam Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    12 de Marzo de 2008
    Mensajes:
    7.812
    Me gusta recibidos:
    3.844
    Género:
    Hombre
    El relato es trágico y conmovedor. Juega con una serie de imágenes que enrriquecen la narrativa. Este relato puede ser más corto y expresa el mismo fondo porque hay una serie de repeticiones innecesarias. La prosa presenta una ausencia enorme de palabras sin acento lo que rompe el ritmo de la lectura. También hay deficiencia en utilizar en forma adecuada los símbolos de puntuación. No soy partícipe de utilizar tantas palabras terminadas en "mente". La prosa tiene el valor de tocar un estilo surrealista que es de mi gusto. Todos los tópicos tocados son con el fin de hacer una crítica constructiva.
     
    #2
    Última modificación: 1 de Octubre de 2010

Comparte esta página