Como una hoja sin piel

Hace más de un año la suerte le sonrío por un instante a éste chamo. Con ocho horas de caminata y mucho esfuerzo, encontré en el Yasuní un tesoro. Mientras la canción Let Her Go de Passenger armonizaba febriles ideas, me movía como una sombra entre la maleza después de la matada que me di en el lodo traicionero.

Arboles cargados de años con la marca del tiempo en sus cortezas, miraban los decadentes pasos que se rendían al cansancio y al camino faltante, algunas gotas de lluvia rezagadas por las ramas caían en forma de cristalinas bendiciones, de manera que no supe si era sudor, agua o lágrimas lo que mojaba mi cara.

Un repentino bip!! , me despertó del sueño monótono de la caminata y me di cuenda que la música era remplazada por un murmullo de selva viva; por monólogos del viento al mover las ramas; por canciones inéditas de las aves, que alegres trinaban al cese de lluvia; y, por el bip incesante de la batería de mi celular que marchaba.

Aún recuerdo el lugar donde esta hoja luchaba por no morir en el lodo…
El suelo húmedo estaba tapizado por hojas que dejaron de aferrarse a las ramas, se podía percibir en el aire el sutil aroma del canelo mesclado con el bálsamo inconfundible del Eterno, la maleza en ese lugar se había rendido ante la presencia implacable de los arboles erguidos al cielo, mientras el viento que danzaba en lo alto los acariciaba robándoles hojas. Las gotas de lluvia adheridas a todo, le daban un matiz escarchado al ambiente natural.

Y allí estaba, impávida, tendida como un ave herida en el suelo mojado, congelada en el tiempo, esperando el fin de un destino que no merecía, sofocada por los recuerdos de sus días gloriosos, aislada de la realidad para menguar un poco su dolor. Lejos del lugar donde pertenece por culpa de hormigas que le quitaron la piel, que aprovechándose de su inocencia, saciaron sus vanas paciones. La arrastraron lejos de su verdadero presente, sin pensar en el bienestar de su corazón.

¡! Ha ¡! , pero jamás perdió la forma que Dios le dio, nadie le pudo quitar los vástagos y nervaduras que marcan su carácter, ni el color de su sonrisa. En su mirada se puede ver cómo ha luchado contra la tempestuosa lluvia…… y sobrevivió.
Entonces, te das cuenta de que no es una hoja común, porque su existencia encierra una valiosa metáfora.

Sé cómo la hoja, aunque las hormigas de este mundo te quiten la piel del corazón, nunca pierdas la forma que Dios te dio….