Colonizar las plagas

Decían que era un espejo roto, inmaduro cuando debía superar una caída. Solitario, refugiado en las sombras, ocultando sus sentimientos al margen.
Contaban historias sobre el, acusaciones, querían que no brillara. Ya que por mucho que les costara aceptarlo, él era como un hermoso ruiseñor atrapado en una jaula.
Cada mañana despertaba admirando la belleza de la naturaleza, alimentaba sus sueños con fe.
Aunque nadie lo comprendía, el tenía una voz interior inspiradora, que nadie podía silenciar.
Olvidaban que era un maestro de la vida, ignoraban que era creador, un escultor humilde.
En un pueblo tan pequeño, las palabras superan el espacio.
Una mañana, cuando despertó, un sentimiento que sin duda era enriquecedor, inspirador e innovador, hizo que decidiera transformar lo que tenía en mente en una escultura. Comenzó a transmitir en esa pieza de arte, todo lo que su corazón le decía. Nada lo detuvo, porque nunca le dio valor a los comentarios negativos de los demás y de esa forma dichas palabras venenosas no existían.
Todo ese tiempo que la gente torpe gastó en burlas, el lo invirtió en fortalecer su alma, hablar consigo mismo, encontrar su riqueza espiritual, se hizo indestructible. Nunca fue egoísta por decisión propia, sino porque ante prejuicios, todo lo que el quería transmitir se plantó en la nada cuando hicieron oídos sordos, prefirieron reir. Se quedó con el vacío y la decepción.
En un lugar así, es más fácil sobrellevar masas de personas que no piensan por sí mismas. Lo diferente pareciera que sobra.
Unos días después, vieron su escultura. El sonriendo esperaba a todos, ya lo sabía.
Lo que mas les llamó la atención, fue la perfección que tenía dicha escultura. Era casi un clon de aquel hombre, podían apreciarse lagrimas.
Tanta admiración cautelosa, se quebró cuando este artista en voz alta dijo: "Abandono este pueblo, fui rechazado, criticado y humillado. Nunca me queje, nunca solté una sola lagrima, pero llegó el momento de encontrar la felicidad y la tranquilidad que no pude sentir aquí".
Nadie se atrevió a hacer un comentario ante la confesión que terminaban de escuchar. Luego concretó su marcha, diciendo: "Todo lo que me hacía mal, toda la tristeza que ustedes me causaron por no seguir sus pensamientos, incluso la depresión que vencí está en esta escultura. Simboliza mis horrores internos, petrificados fuera de mi donde no me harán daño". Sin más, todos comprendieron el daño que hicieron.
A lo lejos su silueta se disolvía en la distancia. A kilómetros estaba su felicidad, su camino, y su talento podría florecer. Pero aún mas su sabiduría ante la vida.

 

Es una prosa bonita, profunda y filosófica, para aprender. Pero creo que debería agrandar las letras, cuesta de leer, están muy juntas.

Un placer haber pasado y saludarla.

 

Gracias por el aporte, ahora acomodo ese error. Muy amable.