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Caronte (Romance)

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por QUINSONNAS, 6 de Febrero de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 575

  1. QUINSONNAS

    QUINSONNAS Poeta fiel al portal

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    Hombre
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    Entre tinieblas remando
    por noches de cielos negros
    recíproco en ida y vuelta
    va el que llaman El Barquero.
    Pasando por dos orillas
    hace un fúnebre trayecto
    a través del Aqueronte
    a dos monedas el muerto.
    Sirviente de Hades y esclavo
    hoy alguien tomó su relevo
    tras morir de pena dicen
    un antiguo gondolero.
    Al carnaval veneciano
    llevaba a un galán apuesto
    la noche en que la tragedia
    a su vida puso cerco.
    -Acudo a ver a mi amada
    Le decía alguien contento
    -y en la Plaza de San Marcos
    previsto está nuestro encuentro.

    -Yo también tuve una amada-
    Respondía aquél remero
    -aunque se fue hace muy poco
    sin dejarme un solo beso
    y a mi pena en los canales
    la soporto y sobrellevo.
    Se marchó sin despedirse,
    sin dejarme ni un pañuelo,
    navegando desde entonces
    por la sal que lagrimeo.

    Impactado por su drama
    quiso animarlo el viajero
    de forma inmediata dándole
    palabras de gran aliento.
    -¡Aciaga en suma es tu historia!,
    ¡Te mereces un consuelo!
    Así que bebamos juntos
    cuando a la plaza lleguemos.
    Podrá bien aconsejarte
    mi dama sobre ese aspecto
    pues vivió algo parecido
    similar en su concepto.
    Qué me dices buen amigo,
    ¿aceptas mi ofrecimiento?

    Este contempló al muchacho
    indeciso ante sus ruegos
    pero despejado pronto
    aceptó la oferta presto.
    -Señor, sí, con sumo gusto
    tal detalle os lo agradezco
    y junto a vuestra pareja
    ¡Por la vida brindaremos!

    Estrecharon a sus manos
    con apretones sinceros
    arribando ya la barca
    al destino de festejos.
    Bulliciosa y colorida
    era San Marcos ejemplo
    de elegancia y de finura
    tras sus máscaras de ensueño.
    Reunidos en muchos miles
    disfrutaban lisonjeros
    gozando en aquella noche
    inmensa de sentimientos.
    Multicolor tal gentío

    desplegaba sus destellos
    posados ya sobre tierra
    tripulante y pasajero.
    Desde mediana distancia
    una joven los fue viendo
    con formas de mujer únicas
    disfrazada de lucero.
    Chocando veloz con muchos
    corrió nada más al verlos
    besando al samaritano
    sin saber del marinero.
    Desbocadas dos pasiones
    desnudaron a sus frenos
    cuando abrazados en uno
    en su gozo se fundieron.
    Luego calmada la furia
    vino después el sosiego,
    cortésmente presentada
    la señora al gondolero.
    Ella en ese instante mismo
    se quedó parada en seco,
    con la máscara quitada
    y nuestro héroe el sombrero.
    -¡Tú!-Gritaron al unísono,
    -¡Esto no puede ser cierto!
    Estupefactos soñando
    enfrentados e indefensos.
    - ¿Acaso sois conocidos?
    preguntó el joven primero.
    -Por supuesto señor mío...
    …¡Y desde hace mucho tiempo!,
    ¡Pues ella fue la muchacha
    que a mi amor lo quedó ciego!
    Ella es la Eva que os he dicho,
    quien se marchó entre silencios...
    …dejándome Adán a mí
    marchitado de escarmientos!

    De la impresión ya repuesta
    la joven respondió al fiero
    alzando la voz valiente
    y frunciendo el entrecejo.
    -¡Sí, así fue, te abandoné,
    sin sentir por ti ya afecto...
    …y sola y desamparada
    puse rumbo hacia otros vientos!
    Escapé de mi amargura,
    de tus fantasmas y espectros,
    hallando luego tranquila
    un amor de verdad cierto.
    Así encontré a este galán
    y empezamos un comienzo,
    ¡Dichosos y muy felices
    en suma los dos contentos!

    Nuestro Adán, muy mareado,
    hizo amago de ir al suelo
    metido del Paraíso
    a, despiadado, un infierno.
    -Es falso, una pesadilla...
    …¡Esto no puede ser cierto!

    El galán hecho una estatua
    a su lado estaba pétreo
    sin saber ya que decirle
    ante semejante encuentro.
    Ídem ella de lo mismo
    no articulaba ya gestos,
    los tres como unos difuntos
    con los ojos bien abiertos.
    Dudando ya de sus fuerzas
    a nuestro amigo acudieron
    llevándole de retorno
    a su góndola de nuevo.
    Y remó y remó y remó...
    …hasta rasgarse los cueros,
    sus manos hechas sangría
    para los buitres y cuervos.
    Y lloró y lloró y lloró...
    …reavivados sus recuerdos,
    amortajado entre brumas
    con su ataúd de agua negro.
    Una vez que hubo parado
    al mar se lanzó de pleno
    dejándose hundir al fondo
    de aquél bruno cementerio.
    El resto de este poema
    nos retorna hacia el comienzo
    allí donde un tal Caronte…
    …se vistió de gondolero.


     
    #1
    Última modificación: 7 de Febrero de 2017

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