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Añejo futuro

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por ivoralgor, 30 de Abril de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 335

  1. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    Estaba manejando rumbo a la ciudad. El cielo estaba grisáceo y todo empezó a verse añejo. Los carros, que iban y venían, tenían ese halo de los años sesentas. Todo estaba avejentado, de un color amarillo melancólico. Miré mis manos para tener un punto de referencia y hasta el reloj de pulsera estaba avejentado. Suspiré lentamente. Me sentía dentro de una fotografía vieja, con rostros pálidos, sombras tenues y un gran sentimiento de soledad. La fábrica de cal se transformó en un silo de concreto, los árboles dejaron caer sus hojas, los barandales de los puentes se convirtieron en madera de pronto. El pecho se empezó a oprimir, se me dificultaba respirar. La visión estaba quedando más opacada. Mi carro estaba ralentizando su andar. El señor que andaba en bicicleta tenía un aspecto corrugado.

    Llegué a la desviación para entrar a las Industrias No Contaminantes. La caseta de vigilancia estaba vacía y se veía derruida por el tiempo. Continué hasta llegar al estacionamiento de las Oficinas Corporativas en donde trabajaba. Seguía todo añejo. Me bajé del carro y caminé lentamente. De súbito, los colores se volvieron más vivaces. Los aspersores que regaban el jardín daban vida. Pasé mi gafete en el lector y el vigilante me saludó. Respiré aliviado. Llegué a mi escritorio y el galerón estaba lleno de bullicio como cada mañana. Me vi las manos y estaban avejentadas. Fui de inmediato al baño para verme en el espejo. Mi cabello estaba cano, el rostro arrugado, los dientes eran falsos: estaba viejo. Regresé a mi escritorio y decidí escribir mi epitafio. El día transcurrió sin aspavientos.

    Ya era de noche cuando llegué a mi casa. Mi esposa estaba dormida y me había dejado la cena en la mesa de la cocina. Le di un mordico al pan dulce y un pequeño sorbo al chocolate, que ya estaba frío. Antes de ir a la sala, dejé mi epitafio sobre la mesa del comedor. Encendí la televisión y cerré los ojos. Soñaba que estaba en un fotografía vieja, con rostros pálidos, sombras tenues y un gran sentimiento de soledad. Mi abuela Isolina estaba friendo pescado y mi tía Neldy estaba cortando los limones y la cebolla. Mi abuelo Héctor me sonreía con la cuartita de corona en la mano. Mi bisabuelo Aurelio resoplaba cuando le quitaba las agallas a los pescados. – Siéntate Calín, vamos a almorzar – me dijo mi tía señalando una vieja silla de madera. Mientras fría mi abuela le contaba un sueño:

    - Mamasolina, soñé que estaba en un lugar en donde se supone que trabajaba. Había cosas que no conozco, ni sé cómo llamarlas. Además tenía un carro moderno y hasta esposa tenía. ¿Qué significa todo eso?
    - Atisbos del futuro hijo, pero no lo tomes muy a pecho. Mejor come que está fresquecito el pescado que compró tu abuelo en la playa.
    - Mamasolina.
    - Dime.
    - ¿Se puede morir uno durmiendo?
    - Qué preguntas haces chamaco. Mejor sigue comiendo.

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