Aherrojado (A la secuoya de Silos)

Enhiesto surtidor de sombra y sueño
[…]

El Ciprés de Silos
Gerardo Diego​

Aherrojado
(A la secuoya de Silos)
(Jotabé con estrambote)

Creciste intemporal en la aventura
extendiendo tu alfombra de frescura

sobre el muro macizo y empedrado
del suelo. Siglo a siglo aherrojado,
sereno, vigilante, buen soldado,
al otoño despides de tu lado,

ya que intacto conservas el paisaje
reteniendo en tus ramas el follaje.

Sigiloso guardián de la clausura
a la vez que refugio descansado
del que busca monástico hospedaje.

Antiguo en el linaje
y en hiedras enraizándote profundo
emerges poderoso sobre el mundo.
​

Variaciones sobre el tema La secuoya de Silos publicado en este Portal Literario

 

Bello poema a ese longevo arbol cuya existencia no conocía, pero los arboles sostienen la vida en a tierra y nosotros les pagamos a su generosidad como siempre lo hacemos los humanos con la más deleznable acciión, es decir destruyéndolos. Quizá todos deberiamos escribir un poema a los arboles. Mi saludo cordial.

 

Muchas gracias, Rigel Amenofis, por acercarte a estas letras mías dejando tan certero y amable comentario. Te indico que este ejemplar de secuoya se encuentra a las puertas del Monasterio Benedictino de Santo Domingo de Silos y se eleva por encima de los tejados como en un intento de saludar al también centenario ciprés al que cantó Gerardo Diego y que se encuentra en el claustro románico del citado cenobio.
Con todo afecto, un saludo muy cordial, nuevamente agradecido.
Salvador.

 

Efectivamente, querido maestro, el introducir mi poema con el primer verso del emblemático soneto de Gerardo Diego induce a confusión pues la secuoya a la que van dedicados estos versos míos, por cierto algo modificados siguiendo los consejos de Juan Benito, está situada a las puertas del citado monasterio benedictino y el ciprés dentro del claustro románico. Ambos ejemplares ya se saludan salvando los tejados del monasterio alejándose del suelo. El título "Aherrojado" viene porque la secuoya emerge de un recinto que creo recordar está vallado por una verja y de una preciosa alfombra de hiedra. He tenido la oportunidad de convivir con los monjes en ese lugar y es una experiencia realmente inolvidable, entre otras razones por la delicia del culto con canto gregoriano.
Un muy fuerte abrazo con mi admiración y gratitud cada vez mayores.
Salva.