Adivino

Me enfundé en tus penurias,
un ser invertebrado, sin piel definitiva,
y aunque lloré por ti, nunca fui compatible
con las ruinas del llanto, después me quedé en ascuas,
más tarde me acostaba, en duermevela,
sin humedad, crujidos de madera, ni tictac.

En otros pensamientos fui forjando mi carácter,
ahora soy sincero, no un amigo cualquiera,
yo nunca me perdí, solo experimenté.

Curiosamente ahí fue cuando te alejaste.
Nunca busco culpables,
están siempre a mi vera,
nadie me ha dejado aún con un palmo de narices.

Nada que no esperara.
Yo siempre con la verdad en la mano.
Pero esto no es bueno, no puede ser propicio.

Todo es reversible, menos la ambigüedad,
tú tienes erigida una torre en mi sala.
Y ella es un rascacielos.

Pongo fin a esta relación,
a la que me hace humano,
y a la que me mantiene vivo.

Mira, tú putón, todo lo que has logrado.

Me he psicoanalizado tantas veces,
en todos los sentidos,
que no regalo nada, solo perspectiva.

Me guardo mucho más de lo que escribo,
me guardo mucho más de lo que hablo.
Jamás sabré por qué me guío,
si me dejo llevar, os perderé de vista.

No es suicidio, qué va.

Mi mente no está aquí,
no se puede hacer nada,
estos son mis delirios.

 

La entereza de mantener lo que por dentro se derrumba.
Una cáscara indeleble...

Saludos.

 

Más o menos, lo dejaré en tablas.