Ultimatum.

Demasiadas sensaciones ardientes,
Demasiadas condiciones impuestas,
Demasiadas bendiciones pospuestas,
Demasiadas oraciones silentes.

Ultimátums primordiales consienten,
Ultimátums sensoriales hieren,
Ultimátums comerciales resienten,
Ultimátums demenciales profieren.

Cuando todo está concluido, atado,
la desazón al pensamiento propio,
la ira al puño y el tiempo así rematado,

ya no queda otra más que ser impropio;
quizás sea el mejor intento refutado
de hallar sentido al ruinoso expropio
y arder sin miedo en tu mismo fado.