Trincheras enemigas

Soy el ternero en espera de entrar a la guerra
en la trinchera enemiga llena de tantos amigos,
donde me han contado ausente,

Digo en cambio que estoy presente,
porque vivo en la muerte,
de cada bomba que mata en Oriente
los presentes a esa matanza gritan en coro
rompiendo contra todos los continentes:
¡Oye Hermano!.


Y puede ser que nos los haya asistido nunca
pero he oído sus súplicas y visto el cielo
en sus gritos ultimados de dolor,
he sentido en el corazón:
¡Oye Mamá!.


He sentido la desgracia nuestra
a manos de los peor que podemos ser
y he estallado como una granada
de rabia y coraje insuficientes
a miles de voces infantes diciendo:
¡Oye Papá!.

Clamores torturan mi existencia,
ya sin sentido,
salgo a las calles
donde debo encontrar
hombres marchitos de dolor
queriendo evitarlo todo,

mas hemos fraguado tanto
el alma en nuestra modernidad caníbal
que el frio cemento ha sepultado
al verde y azul arrollo
de nuestra honda compasión
Lo hemos perdido todo

Y nadie oye el fusil de la piedad
responder al estruendoso misil
¡Oye Hermano, me están matando!
¡Oye Papá, qué está pasando!
¡Oye Mamá, no me dejes!

 

Gracias el adjetivo, ojalá sea tan tremendo y nos pudiera enseñar algo

 

quisiera pasar este poema otra vez, por el momento tan duro que se está pasando en Oriente medio.