Soneto putativo

siempre quise, desde niño, poder ser terriblemente hijo de puta
pero no me salìa, estaba condenado a la bondad, me habìan enseñado,
extrañamente, si sos bueno sos un boludo, un buenudo, entonces,
la pasaba mal, me forreaban, me basureaban, por ser bueno me ponìan


a la miseria, me comìan todas las galletitas, me dejaban sin nada,
si me metìa en una pelea, me cagaban a trompadas, no habìa nada
que hacerle: era bueno, un estùpido; ya de grande, continuè con la misma
tesitura: pero esta vez me armaban causas, sumarios, procesos màs o menos injustos:


trataba de ser hijo de puta, pero no podìa, por alguna razòn extraña,
no me salìa, era un prìncipe idiota, no podìa mentir, estafar, siempre
me metìa en causas perdidas, siempre en el lugar inoportuno, en el momento


màs inoportuno: no habìa nada que hacerle: estaba condenado a la bondad, a la
estupidez, mi abuela me habìa enseñado eso: no mentir, no robar, etcètera,
estaba condenado a ser bueno, entonces me recagaban, me orinaban encima, por pelotudo reverendo