Reflexión 17

Asintiéndole a las lluvias,
porque la tristeza domina,
que no hay horizonte que se resista,
a los lamentos de los días,
a los vientos suicidas de las noches,

negado el tiempo,
negado el aire,
negado el habla,
peor que morir,
una última manera,
respirar silencio,

vivir mintiendo,
soñar despierto,
no hay peor pesadilla
que la que se experimenta
en unos segundos

a punto de morir,

observar tu semblante embellecido
por la blancura de las estrellas,

besar tu sonrisa con mis ojos,
promover el amor
como necesidad primera,

adiestrar toda emoción,
para acaecer con bondad
en las puertas de tu paraíso,

caminar por los volúmenes de tus curvas,

conducir tus emociones a mis cauces,

penetrar con sabiduría toda realidad,
sin carencia de motivos,

aún se escuchan a los pájaros cantar,
aún camino lentamente,
con las sombras de mis días,
y las luces nuestras, de noches ensoñadas,

y aún le temen al pecador,
por pecado y no por horror,

silencios diurnos,
le hablan al noctambulo
en lenguaje de señas,
porque no se nos enseña a no perder,

perderemos la vida
si nuestro tiempo no vale lo necesario,

si las condolencias
son vivencias imborrables,
cuando un trauma nos vuelve frágiles,

miro al cielo,
y cada estrella esta igual que yo,
igual que tu,

los astros retrasan sus pasos,
como si el cielo pesara una eternidad,
los claustros de tus ojos me revelan
un arte que fue, ahora ya olvidado,
toda enseñanza de este orbe,
toda hazaña pobre,
que no sostiene su palabra,
que por lenguaje se seca,
su conocimiento bendito,

petrificada quedará la historia,
a punto de no ser recuerdo,
a punto de morir,

se deshace
entre presentes que serán futuro,
la virtud y su cima,

se desploman nuestras ruinas,
mota a mota,
sin tiempo que nos cuente.