Malquerida alma...

Malquerida alma,
tú, que andas buscando por los errores de la vida;
tú, que no comprendes los dominios compartidos del bien y del mal.
Tú que te has perdido en el sinsentido,
tú que eres clara y oscura, luz y tinieblas.
Tú, que has perdido el rostro en la batalla contigo misma.
Tú sola, tú niña, tú flor marchita...
que envejeces como los sueños.
Sufres sin querer, haces sufrir sin querer,
no sabes...
Encarcelada con barrotes de tu propia duda,
¿qué esperas de la vida?, porque no te comprendo.
¿Quieres la muerte?, pues muere,
pero no me lleves contigo.
No te lleves todo.
Envejezco,
y tú en mi sigues aún niña.
No puedo ya más sujetarte
sin caer yo también al abismo.
Me he ennegrecido.
Ya no sangro, me pudro.
Se necrosan todas las heridas,
se vuelven una.
Grande.
Negra.
Me salen gusanos por todos los orificios de ti.
¿A dónde nos lleva toda esta miséria?
Malquerida alma,
guerrera vencida.
Sálvame tú esta vez o muérete para siempre.