La pesadilla

Ella duerme para que la pesadilla devore su alma
desde el refugio silencioso que está bajo sus párpados.
Lame su mente como quien mancilla un terreno sagrado
y, con dientes de bestia y aroma de ángel, despliega sus alas.

Alza el vuelo para engullir más sueños inocentes, miedos
que, en la noche, hacen de alimento para el vampiro invisible.
Pero ella no le teme; acoge a la pesadilla y le dice:
"Haz de mí tu santuario. Déjame ser tu tenebroso cielo

y protegerte de una realidad que te detestará siempre.
Soportaré tus mordiscos y el delirio de este dolor
porque soy la única capaz de encontrar belleza en tu horror.
Mi perfecta monstruosidad, que hace que mi razón se quiebre".


Ella atrajo a la pesadilla con ese amor masoquista
y ésta hizo de su mente su cuna. Pobre santuario enfermo,
condenado a la tortura de amar a una bestia en silencio
mientras que sus dientes abren en ella una herida exquisita.

 

Buen trabajo,tus letras son muy expresivas.Un abrazo Sandra

 

resulta conmovedora esa fascinaciÓn por el horror. Hermosa poesÍa. Saludos.