Guerra

Ya debe quedar poco tiempo. Nadie habla, todos esperamos con la dejadez que da el cansancio un final que ya intuimos cerca; ahora sabemos que cada minuto que pasa es un retroceso lento y doloroso hacia la nada, hacia ese mundo de tristeza y oscuridad que sin embargo ansiamos, deseando salir de esta realidad horrible que nos mantiene siempre alerta, alimentando miedos, intranquilidades, sobresaltos.
Hay un intenso olor a muerte que ya a nadie molesta. Al principio se hacía irrespirable esa mezcla de sangre y fuego, ese olor a cadáver, esa visión aterradora de cuerpos que caían rompiendo el asfalto, tiñéndolo todo del color de la muerte. Ni siquiera cuando a ratos quedábamos dormidos podíamos salir de esa atrocidad que nos perseguía hasta en sueños, ese ir y venir de escenas sangrientas, de siluetas oscuras y acechantes, que aguardaban detrás de cada esquina.
Mas tarde nuestro empeño era solo recordar el pasado. Hablábamos de las risas de los niños, de los días de lluvia en la ciudad, de aquella vez que nevó tanto, de lo hermoso del campo en primavera, del calor asfixiante de los meses de estío.
Hablábamos y hablábamos con los ojos cargados de nostalgia de esos tiempos que eran ya tan lejanos, que a veces se perdían en el laberinto de la memoria, teniendo la certeza de que jamás volveríamos a aquello.
Ahora nos aterra mirarnos a los ojos, preferimos cerrarlos para no ver ese abismo de soledad, de vacío doloroso, de amargura y desesperanza...Para no ver en los demás, lo que uno mismo tiene de cadáver que se mueve, que anda, que respira automáticamente.
Sobre nuestros rostros cansados, se dibuja el estigma de la muerte. Ahora solo queda el cansancio, las ganas de acabar de una vez, de abandonarnos a un sueño mortal que nos devuelva al vacío, buscar esa especie de paz de no ser nada, de ser algo diáfano que flota y que no siente...eternamente nada.

 

[FONT=&quot]Haces con tu relato que el lector se sumerja en esa larga guerra en la que ya no puede haber vencedores. Se palpa el sufrimiento propio y de los allegados.[FONT=&quot]
[FONT=&quot]Muy bien escrito para mi gusto Esther, triste pero formidable.[FONT=&quot]
[FONT=&quot]Un abrazo amiga... y tendremos que conformarnos con las estrellas, que la máquina de las rep. está petada, je je.[FONT=&quot]

 

¡Gracias Alonso! Ese relato lo escribí hace mil años, pero el otro día , rebuscando entre mis papeles lo encontré, y me hizo ilusión compartirlo, no se si es muy malo, pero yo le tengo cariño...un beso y gracias otra vez.

 

hermoso como disfrutas dejarte llevar por cada imagen, aún dolorosa, me ha gustado, creo que lo peor es caer en ese estado final, que nada se quiere, depresión general y nadie se mueve por cambiar. Saludos

 

¡Gracias Brise! Me encanta que te haya gustado a pesar del dolor y el pesimismo que encierra el relato, agradezco mucho tu reputación, pero sobre todo, por tu amabilidad al leerme y comentar, un beso.

 

Gran prosa querida amiga
sobre la irremediable llegada de esa amiga
tan poco amiostosa pero que nos abrazará aunque no queramos.
también es silencio y tranquilidad,
quizás sea cierto, un beso,
te dejo reputación.

 

Hola Dulcinista, muchas gracias por tu reputación, pero sobre todo por leerme, ese es el verdadero premio, que escribiendo como escribes digas que te gusta lo que hago yo....¡uf, casi tengo que pellizcarme...! Un beso, Eladio.

 

Magnífica prosa Esther, increiblemente aterradora sin ser apocaliptica por ese relato de cotidianidad que dialoga y confronta con el pasado y con todo lo que se ha perdido, un pasado de paz lleno de maravillosas cosas pequeñas, apenas sensaciones diminutas en un mundo personal y reconfortante.
La guerra es la peor pandemia en cualquier sociedad.
Abrazos

 

¡Hola, Valentina! que razón llevas al decir que la guerra es la peor pandemia que existe en la sociedad, ojalá que no se repitieran nunca, pero eso es tan utópico, desgraciadamente siempre han estado ahí y me temo que siempre estarán. Gracias por leerme y comentarme, un beso.

 

Se hace difícil pensar que a unas cuantas horas de avión hay muchas personas que viven diariamente en un constante infierno, donde la vida no vale casi nada, y donde la esperanza únicamente pasa por seguir vivos un día más.
Es la maldita injusticia y desigualdad que existe en este mundo solo por el hecho de haber nacido en lugar o en otro del planeta. Excelente prosa, compañera. Un abrazo!

 

Hola Libra, este relato lo escribí hace mucho tiempo, yo era una jovencita idealista que sufría por todas las guerras, por todas las formas de violencia que existen, y que pensaba, ingenua, que estas cosas podían cambiar...han pasado muchos años y hay tanta violencia, tantas guerras, tantos intereses en que las haya... ojalá entre todos pudiéramos acabar con ellas, me niego a perder la esperanza. Gracias por haberte detenido en mi relato, un abrazo.

 

Guerra a la guerra. Hermoso.

 

Terrible situación la que hace desear "esa paz de no ser nada" Este relato es muy bueno para defender la paz.

Un abrazo solidario.

 

que bien se lee esther. hermoso. gracias por la prosa.

 

Hola Enzo. Pues ha llovido mucho desde que lo escribí, seguramente andaba por los dieciseis, ahora me da un poco de corte leerlo, pero por alguna razón decidí publicarlo aquí. Yo era ingenua y muy idealista. Algo de eso me queda aún jajaja
Gracias por detenerte en él y comentar

 

entonces guardas eso de ese tiempo... que bien!!! me parecía cuando lo iba leyendo que algo de eso había. Noté juventud, y todo lo que eso conlleva. Bueno igual sos joven. saludos.