Guerra

Cayeron los hombres.
Por un desfiladero se dirigían.
su ambición los hizo entrar en la emboscada.

Los grillos se acallaron al unísono
y les saltaron encima
con sus serruchos cantores.
Mamarantu se desató,
el cielo y los cerros
se hicieron pedrada.

Cayeron los malos,
los buenos,
los selectos, los malditos.
No hubo piedad ninguna.

Los más fuertes fueron los primeros,
los cobardes,
no lograron ponerse a salvo
apesar de su estampida.

Carnicería el desfiladero,
todos quedaron detenidos.
La sangre sólo caminaba.

La sangre de ambos bandos,
como Pillkumayu*,
y era toda parecida.

Picotazo,
festín de los cuervos.
Pobre gente enviada a morir.
Ojos que quedaron a mitad de la huella
mirando cielos que no alcanzaron.


Cayeron los hombres en su ceguera,
por sí mismos,
desde la cumbre.

Carnicería el desfiladero,
todos quedaron detenidos.
Todos menos quien relató esto,
que fue preservado para contarlo.
Testimonio para que no olvides.
Él,
perdonado por los cuervos,

el que aún llora sangre.


(Buenos Aires, diciembre 2007.
Por la conciencia y la cordura de la paz)


Pillkumayu: Castellanizado Pilcomayo. Significa Río Rojo. Así fue bautizado el río que divide parte Bolivia y Paraguay con Argentina, respetando el nombre originario.

 

La sangre destila en cada palabra,
en cada recuerdo de la masacre que apoyamos los seres humanos,
los que no corremos, los que corremos y los que no estamos invitados a correr.

La causa existe y mientras alguien lo diga
o lo escriba, siempre existirá alguien que escucha...

Gracias por escribirlo...