Encumbrada miseria.

Sobre caballo negro el cuarto jinete galopaba y en su mano una balanza y daba vueltas sobre el campamento de refugiados, de desheredados atestados, todos desnutridos y flacos, sucios y desterrados, pero el fiero jinete se alejó acobardado y temeroso de la inexpugnable fortaleza.
Las almenas de los torreones del hambre no se alcanzaban a ver pues las nubes se arremolinaban en su cresta de tal altas que eran.
Las murallas del dolor eran tan gigantescas, gruesas y fieras que si los gigantes que construyeron las murallas de Troya las vieran rabiarían de envidia.
El foso de miseria tan profundo y putrefacto que la laguna estigia parecería una gota de rocío en un amanecer claro.
Las puertas de roble tachonadas y reforzadas de hierro cerradas a cal y canto mantenía a los refugiados cautivos, apátridas y prisioneros .

" Estad tranquilos, el hambre dará vueltas pero no se atreve a entrar en tan encumbrada miseria".