El almendro

El almendro sabe que no dará mangos
y jamás se avergüenza de su almendra
no siente envidia del rosal
ni quiere ser roble o cedro
no se queja del otoño
porque también hay primavera
ni se enemista con la brisa
por las florecillas tumbadas

no le teme al rayo ni al asfalto
le preocupa la tala y la contaminación
aunque siente pavor
por el equilibrio ambiental
mermado en nombre de la urbanización

los pájaros cantan en sus ramas
en homenaje a su constancia
a la bondad de sus frutos
y a la hospitalidad de su sombra

ahí desde su estabilidad
desde su respetuoso silencio
el árbol promueve la hermandad
la que el hombre olvido
y que con todo su potencial
no sabe cultivar.​

 

La poesía de un almendro en flor no la cambio por la tersura de un rosa.
estrellitas armoniosas.