dos pesos

Entró en el videoclub
y solo quería dos pesos.
Estaba drogado,
y parecía necesitarlos.
Dependía de esos dos pesos
que nadie iba a darle.
Todos sabemos,
él era
el niño del semáforo.
Pero el miedo reemplazó
a la lastima y él
se fue resignado.
Yo no podía…
no podía correr,
y decirle que yo lo veía.
Que disfrutaba
de su show en el semáforo.
No podía porque eso no lo hacen las nenas buenas,
y porque era peligroso.
Mi papá dijo
que aquél muchacho
había desperdiciado su vida.
Yo pensé
que el destino
lo había desperdiciado a él.

 

muy bueno.

 

Siempre he sido seguidor de tu contundente arte y esta no ha sido la acepción. En cada situación de la vida nos encontramos con espejismos a elegir:

1) El de criticar bajo la ignorancia de pesares que llevan a ciertas personas en la adopción de conductas.
2) Mantenerse el la delgada y segura línea de lo que la sociedad cree correcto en una especie de selección natura-artificial que se amolda muchas veces a una conducta instintiva sin escrupulos.

Un placer pasar por aquí.
Un fuerte abrazo.

 

Buenas letras, cuanto talento en poca edad, saludos...