Compas

Para hablar tardado, con círculos en la corona, muerden los dientes a su más llegado anfitrión, el único que niega haber adorado juzgar. Como lo niegan las estrofas, los más lejanos corazones se mueven hacia la izquierda, como maestro que abre una carta. Dulce o amor, el cómplice mantiene su derecha como la mantiene el sucesor, así el cómplice alborotador se rige por letras de juventudes abandonadas.

Yo que mancho como la sangre el frío acero, hago del frío una riqueza natural entre el acero y el poseedor; agujas son lo que sale de mi sangre. Hallado el tumulto desordenado solo existe una llamada para el colonizador. Y el refuerzo del que parte el sentido, o los sentidos bloquea al ángel, como gestación, como ángel que evapora, como ángel que suele guardar, como ángel que nunca mintió, como el ángel que ya se va. Puedo ser la respuesta que ficha a las personas. ¿Puedo serlo?.

-El reloj con el que se detiene el tiempo saca del vacío su prometedor corazón, y el enredo con el que empieza el escritor, suele mancharse de saliva, amontonada entre los labios, como son los labios, como nunca fueron y como desaparecen. Yo qué he enviado el acero a matarme, ruedo con aves nocturnas dentro del espacio y aconsejo a la luna que sigue viviendo abandonarlo y tirar del suelo la ultima pisada.