Tercetos encadenados

Luciendo guayaberas
blancas y de impecable pulcritud,
los canoeros visten las riberas.
​

Ni idea por qué me vino esta reliquia a la mente:

​

 

Y con exactitud
cruzan el río de una orilla a otra
con entusiasmo por su juventud

 

De repente, uno de ellos se enquillotra,
rema en círculos, muestra sus dorsales
a la moza en la orilla, su quillotra.​

 

Mis versos son banales,
hablando por hablar, amor invoco,
son sueños de mis noches, fantasmales,

y siempre un nombre evoco,
pero es solo ilusión que me entretiene,
lo hago para pasar este sofoco.​

 

El ciclo circadiano está en mi mente
pero un búho parezco en esta noche.
Necesito un café como la gente.​

 

Y que la luna en el azul abroche
su mantilla de raso y lentejuelas,
que de luz y belleza haga derroche

 

Me quedaron secuelas
de aquel gran lucimiento de Selene.
Lo nuestro semejó telenovelas.​

 

Por la mañana comentaba Irene
que en el eclipse se veía roja
y mirarla sin lentes no conviene

 

Creo que a Irene siempre se le antoja
la luna carmesí por las mañanas.
Su vida ha sido un río de congoja.​

 

Si es cosa baladí
el croar de un un batracio enamorado,
haré de cuenta que jamás te oí.​

 

La luna roja evado.
Hoy es blanca y me da su media cara.
La luna que glosaste no he olvidado.

​

 

De un cimarrón caballo malacara
me resultó el galope de esta noche.
Puede ser que esta hoguera salga cara.​

 

Un leño perfumado como broche
para sahumar el patio de mis sueños
y bailar disfrazada de fantoche.

 

Del corazón, son dueños
el recuerdo, el amor y la esperanza.
Los Tres Chiflados son, jamás pequeños.​

 

Ya que empieza la danza
busco mis zapatillas de lamé
con ellas me deslizo con confianza

 

A la pista, luciéndome en lamé
salí con ese tango en La Viruta.
Gran vergüenza pasé.​

 

Tu verso se disfruta
por su rima, cadencia y su belleza
a mi tristeza en paz siempre transmuta.​

 

El día se despierta con pereza.
En cambio yo, naufrago con urgencia
sin que me quede claro en mi cabeza.​

 

Mi vida sonreía
al encontrar tu verso como flor
y a amarte de inmediato yo volvía.

​

 

Volvemos a cuestiones de color:
¿es el ojo enigmático hechicero?
De la impresión del mundo es el autor.​

 

De amor yo me ataranto
y no hallo dirección ni aún sentido
es tal la perdición que me da espanto.​

 

Espero que desoven
los peces tropicales que compré,
aunque quizá uno de ellos es muy joven.
​

 

De ti me enamoré
por ese galanteo tan cordial.
Me pones a soñar como un tsé-tsé.

​

 

Y fue para mi mal
causarte tal efecto soporífero.
Aguanté una libídine animal.​

En broma y siempre con buena onda y respeto.